Nora Cortiñas, asambleas socioambientales y organizaciones sindicales repudiaron la celebración del "rey de la soja", actualmente radicado en Uruguay. "Representa un modelo violento", dicen en una carta.
Con una ceremonia virtual, en la tarde del jueves la Universidad de Concepción del Uruguay, institución privada de Entre Ríos, distinguió a Gustavo Grobocopatel, empresario del agronegocio y la biotecnología, con el título de doctor honoris causa. Su trayectoria y las consecuencias de las transformaciones que impulsó distan mucho de enmarcarse en el “desarrollo sustentable” que pregonó en su discurso de aceptación.
“A los habitantes de Concepción del Uruguay se les dice uruguayenses, todo muy sugestivo ahora que decidí vivir en Uruguay”, comenzó Grobocopatel, que se perdió en descripción del mundo natural con pretensiones poéticas. “Este reconocimiento lo siento como para decenas de miles de emprendedores de la llanura, los valles, los montes y los ríos, que soñamos con una Argentina de una inmensa clase media [...] He visto y protagonizado con ellos desarrollos que marcaron estos tiempos […], como la siembra directa, la biotecnología […], hasta llegar a lo que hoy llamamos ecosistemas sustentables”, se despachó, y se jactó de que Los Grobo es “caso de estudio” de papers en varias universidades del mundo.
La UCU, por su parte, manifestó que el reconocimiento se debe a "su rol de emprendedor, innovador y referente empresarial de América Latina", a la vez que mencionó "metas compartidas" con el magnate sojero. "Tecnología, búsqueda de valor agregado, asociatividad, investigación y desarrollo son metas que atraviesan la oferta académica, la investigación y la extensión de la universidad. Así lo verificó el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación durante la última evaluación externa de la función Investigación + Desarrollo", indicó la institución en su página web.
El repudio a este nombramiento reunió centenares de firmas, entre las que se cuentan Nora Cortiñas, la doctora Miryam Gorban, Coordinadora por una vida sin agrotóxicos en Entre Ríos: Basta es Basta, UTT Entre Ríos, Amigos de la Tierra Argentina, Agmer (Paraná), Multisectorial Paren de Fumigarnos de Santa Fe, Dr. Rafael Lajmanovich. UNL-Conicet, Dr. Damián Verzeñassi (director del Instituto de Salud Socioambiental FCM-UN), entre otros referentes y organizaciones contra el modelo agrotóxico que encarna el llamado “rey de la soja”.
En una carta de rechazo entregada a las autoridades de la universidad entrerriana, señalan que “este empresario es uno de los mayores impulsores y partícipe necesario de un modelo de agronegocios cuyos daños han sido sobradamente probados, especialmente a partir del dolor de nuestra sociedad y la destrucción de nuestros territorios, tras el envenenamiento de nuestros alimentos y la transformación del derecho a la alimentación en un negocio financiero”.
Grobocopatel, que se percibe y presenta a sí mismo como un innovador del campo y entendedor del “lenguaje de la naturaleza”, fue durante mucho tiempo el máximo referente de Los Grobo, el grupo familiar al que dio origen junto a su padre Adolfo en 1984 tras recibirse de ingeniero agrónomo. Desde la década del 90 Los Grobo Agropecuaria empezó a usar siembra directa y semillas transgénicas, diseñadas para tolerar agrotóxicos. Para el 2000 el grupo abarcaba toda la cadena agroindustrial.
Es un año movido y contradictorio para el pope del agronegocio: junto a Hugo Sigman y otros había sido promotor del acuerdo porcino con China, que el Gobierno debió reformular e intentar hacer pasar por provincias ante las protestas contra la instalación de megagranjas. En plena pandemia, Grobocopatel solo podía pensar en tercerizar los riesgos sanitarios del país asiático. A comienzos de octubre Bioceres, empresa de la que también es accionista, anunció con bombos y platillos la aprobación del trigo transgénico HB4(en explosivo combo con el glufosinato de amonio, primo del glifosato) por parte del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca a cargo de Luis Basterra. Argentina fue el primer país del mundo en avanzar con esta variedad genéticamente modificada, pero el freno vino desde Brasil, principal comprador.
El modelo de agronegocios de Grobocopatel “genera mutaciones, daños genéticos, enfermedades crónicas, degenerativas, neurológicas y agudas, así como destrucción de los ecosistemas en modos inconmensurables”, detalla la misiva. Son vastos los estudios e informes que prueban las consecuencias de la exposición a los agrotóxicos, algunos de los cuales respaldan amparos como el de las escuelas rurales de Entre Ríos, que llegó a la Corte Suprema. En campaña Alberto Fernández había hablado de restricciones “desmedidas” para las fumigaciones con químicos tóxicos. Macri había defendido también al agronegocio en Entre Ríos al calificar de “irresponsable” el fallo. Con Grobocopatel no hay grieta.
“¿Qué perfil profesional busca instalar una universidad que honra a un empresario que plantea que si su forma de producir genera daño es responsabilidad del Estado por no controlarlo?”, se preguntan, al tiempo que llaman a la UCU a dar marcha atrás.
“Ciencia digna realizaba Andrés Carrasco, el médico de los pueblos fumigados que alentó a miles de científicos a ponerse a la escucha de los pueblos, afirmando al descubrir que el glifosato era cancerígeno: ‘No descubrí nada nuevo. Digo lo mismo que las familias que son fumigadas, solo que lo confirmé en un laboratorio’”, expresa el grupo de organizaciones y asambleas socioambientales, educativas, sindicales y referentes de derechos humanos.
“Grobocopatel representa un modelo violento, que busca un pensamiento dependiente, que vulnera la autonomía crítica de la construcción del conocimiento científico”, sintetizan. Lo cierto es que, muy lejos de ser un modernizador y visionario, Grobocopatel utilizó históricamente los desarrollos científicos de las universidades públicas para su exclusivo beneficio. Que hoy lo celebre una universidad privada de la meca del modelo agrotóxico que Grobocopatel supo construir es mucho más que “sugestivo”.