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La Izquierda Diario
12 de junio de 2015 Twitter Faceboock

Tribuna Abierta
Violencia en el fútbol y violencia de género
Ricardo Maldonado

A casi 10 días de la histórica manifestación del 3 de Junio repudiando la violencia de género, publicamos una interesante reflexión sobre las analogías entre la violencia en el fútbol y la violencia de género desde el discurso limitado de los poderosos.

Link: https://www.laizquierdadiario.com/Violencia-en-el-futbol-y-violencia-de-genero

Foto: Infobae

Ni una menos (o tratando de aprender a matar cucarachas)

Años atrás, como respuesta a uno de los brotes agudos de la violencia endémica del futbol, se inició (no casualmente con la aceptación y el beneplácito de los medios deportivos, los clubes y la AFA) una campaña contra la violencia en las canchas. Esa campaña (y muchas otras, antes y después) hacía hincapié en la cultura. En ese caso se cuestionaban los cantitos agresivos, se postulaba que esos cantos, parte de una cultura del aguante y la agresividad, eran centrales en la gestación de la violencia. Y que ellos eran el punto de sostén de las acciones que culminaban, muchas veces, en la muerte. No resultó.

Manteniendo la misma lógica, se prohibió más tarde la concurrencia de los hinchas visitantes a los estadios. Se seguía suponiendo que la causa de la violencia era la tensión y la agresividad entre parcialidades rivales. Hoy, sin hinchas visitantes desde varios años atrás, los fracasos de esa política son evidentes. Las hinchadas se matan entre sí, por el reparto del negocio turbio de las entradas, los viajes, los estacionamientos y, sobre todo, el amparo que brindan como matones y guardaespaldas a políticos burgueses y burócratas sindicales. O quizás debiera decir que fueron los éxitos de esa política los que son evidentes, ya que todo ese circo no tiene otra razón de ser que ocultar bajo las palabras cultura, medios, sociedad civil, folclore, etc., la causa material eficiente de la violencia: el negocio integrado de dirigentes, políticos, intermediarios, medios y sus mercenarios, los barrabravas.

La ventaja de las explicaciones superficiales basadas en la cultura, es que logran amplios consensos inútiles. ¿Quién no quiere terminar con la violencia en la cancha? ¿Quién no quiere el respeto hacia su madre o su hija? Como dice el documento “Esta convocatoria masiva, esta enorme y comprometida participación social, son un grito unánime.” Pensemos un poco. Si en una huelga, en una lucha, logramos un consenso unánime, o sea que obreros y patrones decimos querer lo mismo, no es éxito. O nos están mintiendo o nos están cagando.

La cuestión es que ni la violencia en las canchas ni la violencia contra las mujeres se causa a sí misma. La pregunta que se hace indispensable en cada situación social es ¿a quién le conviene esa cultura y esos actos violentos que todos decimos querer desterrar? Y digo decimos querer porque si uno quiere desterrar la fiebre tiene que buscar la causa de ese fenómeno: la infección contra la que el organismo sostiene la batalla que coloca su temperatura excepcionalmente alta.

Las infecciones están de acuerdo con los paños fríos, los prefieren, y no con los antibióticos. Los paños fríos mantienen el cuerpo en condiciones de seguir siendo consumido por la causa de la infección, los antibióticos atacan la infección. Y a veces ni siquiera eso alcanza, hay que abrir, cortar, limpiar y coser. O esperar la muerte lenta.

La marcha del 3 de junio fue multitudinaria e impactante. Estar en la calle es un gran paso en toda lucha, hace visible los problemas, hace visible el poder de los afectados. Pero su balance no puede dejar de lado que el precio para esa masividad puede ser el principal impedimento para lograr el objetivo de ni una menos.

En primer lugar porque la masividad se logró a costa de recortar el problema del femicidio del problema del aborto, de dejarlos casi enfrentados (desde el estado se apoyaba una concentración que no cuestionaba las muertes de mujeres de las que el estado es culpable, el ni una de cada femicidio opuesto –al silenciarlo- al ni una del más de un centenar de muertes anuales por decisión del estado sobre el cuerpo de las mujeres)

Pero sobre todo se logró una gran convocatoria a cambio de orientar la lucha contra nadie. Porque la cultura es nadie si no se señala quien la alimenta y a quien le sirve. Decir “ataquen el problema; desde el origen -la cultura machista” y también “Lo privado es político. Cada mujer que se atreve a decir basta, que quiere dejar de ser víctima para convertirse en sobreviviente, desafía a toda la estructura de la violencia machista” es escamotear la denuncia de los potentes intereses implicados en sostener al patriarcado y el machismo.

El machismo en la sociedad capitalista (así como el esclavismo capitalista difiere del esclavismo en otras sociedades, también el machismo tiene sus particularidades) tiene razones materiales muy concretas para sostenerse en la cultura. La inferioridad de la mujer está sostenida por las necesidades de la economía capitalista. La OIT asume que, de conjunto en el mundo, a las mujeres se les paga un 25% menos que a los hombres por tareas iguales en condiciones similares. A vez, el costo de reproducción de la fuerza de trabajo, lo que tiene que ganar los trabajadores y sus familias para vivir, se abarata con el trabajo doméstico no remunerado que realiza la mujer. Basta imaginarse los miles de millones de dólares de los que estamos hablando para entender que la cultura machista y patriarcal es una expresión de la sociedad de clases y sus mecanismos de explotación. La sociedad capitalista tiene un solo objetivo: acumular capital, valorizar aún más los valores, El machismo no es más que una herramienta más para esto, recibe de la acumulación el suero que lo alimenta.

El fútbol y su violencia pueden servir de ejemplo: si no se determinan las causas materiales y cómo combatirlas, se puede incorporar a la cultura el repudio a los mismos hechos que ella genera. En el ámbito de la cultura el mecanismo es simple, se utiliza la brecha entre lo general y lo individual: en contra de la violencia en general (marchamos, usamos camisetas, firmamos petitorios) y justificando la violencia en particular (el arbitraje, la provocación de un contrario, etc.)

Puede parecer que esta perspectiva es derrotista, que no contempla el gran avance que esta movilización representa. Sugiero leer lo que el documento de la marcha propone para no caer en ilusiones subjetivas. De los 9 puntos 7 se refieren a las víctimas, a qué hacer con ellas, a cómo protegerlas, etc. Es muy necesario pero es también una manera de admitir que no tenemos antibióticos y que hay que seguir con los antifebriles. Y dos de los puntos se refieren a la educación.

Eso es la unanimidad. Los patrones se sonríen y se sacan la foto con el cartelito. Otra vez no han sido denunciados. A diferencia de los hechos policiales, en la vida social sucede lo contrario: se señala a los autores intelectuales (la cultura) y no al autor material (el sistema capitalista cuyas ganancias necesita del machismo como cultura vigente)

No es desechable la idea de combatir los fenómenos en que se manifiesta el machismo, pero además de matar las cucarachas a chancletazos deberíamos ir en busca de su nido, del lugar dónde se incuban sus huevos, y que no es la familia sino la economía y la sociedad de clases.

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Este artículo fue publicado originalmente en el blog del autor: https://cochinaesperanza.wordpress.com/

 
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