“Mi maestro el pulpo” es un film del cineasta y documentalista sudafricano Craig Foster, que cuenta cómo en casi un año logra entablar una relación de amistad con un pulpo que habita un bosque de algas marinas.
Una experiencia personal, una búsqueda en lo más profundo de su corazón, un momento en que se está replanteando su carrera, su vida misma, y necesita ordenar ideas y buscar inspiración. Viaja a una playa de Sudáfrica, donde reinan las tormentas marinas. Decide bucear. El silencio acuático es su forma de abstracción. Nada por un bosque de algas, observa los misterios del mundo submarino.
A los pocos minutos de comenzado el film (que se puede ver en Netflix), te das cuenta de que no es un documental común y corriente. Hay una intimidad, un tono en la voz que acompaña las imágenes, sumamente cálido, como la única manera de contar ese lazo, esa relación en la que un ser de las profundidades del mar, se brinda a un humano con todos sus sentidos. El contacto físico, los tentáculos del pulpo adheridos a la piel del hombre, estirando y contrayendo, jugando a esconderse, dejándose perseguir hasta la cueva donde se refugia., dan una idea de que puede ser posible esa unión.
Es un documental distinto, no hay muchos científicos en escena, sólo Foster y el pulpo. Ambos aprendiendo a convivir.
A los largo de los meses en que Foster pasa observando las costumbres y los misterios de las distintas especies que habitan el océano, descubre que no es un visitante, que está adentro de ese mundo que el pulpo hembra le muestra. Así observa los peligros a los que ella se enfrenta cada día, cuando se esconde de los tiburones para no ser devorada. En cierta manera se siente responsable de ella, de ayudarla en su supervivencia.
Es increíble la forma en que llega a conocerla: en el film aparece una imagen, absolutamente poética, una forma de escapar del peligro. Una metáfora perfecta que relata al pulpo y a él mismo. Él es el pulpo entre algas y caracolas, cada tanto salir a la superficie a respirar para volver a las profundidades. La imagen es la del pulpo tomando con sus tentáculos un montón de caracoles de distintas formas y tamaños y con movimientos rápidos y bellos, como si estuviera acicalándose, queda envuelta en ellos, simula ser una extraña escultura marina, una coraza perfecta con la que logra engañar a los tiburones y pasar desapercibida y salvar su vida una vez más.
Es un cuento, primeros planos de los ojos del pulpo, cual Axlotl detrás de un vidrio, en el cuento de Cortázar. Este es el cuento de un documentalista, atravesado por una enseñanza única. Una manera de escribir poesía en imágenes, colores.
Un cuento que se va desarrollando lento, con oraciones cortas e impactantes, como escribir y salir a la superficie a tomar aire y seguir. Es un ritmo acuático de escritura, podría decirse. Un amor profundo que va creciendo a lo largo de los días.
Las imágenes: ella recostada en el pecho de Foster, dejándose acariciar. “Ella”, él la llama así, no le puso nombre, pero dijo que los pulpos viven aproximadamente un año. Y él decidió acompañarla. No es una vida más, es la vida de un pulpo acompañado por otra especie, momentos únicos e irrepetibles.
"Lo que ella me enseñó fue a sentir que eres parte de este lugar, no un visitante. Hay una gran diferencia en eso".
Después de terminar de grabar, el cineasta siguió buceando, incluso acompañado de su hijo, mostrándole ese mundo que él había descubierto en las costumbres de la fauna marina.
Al no sentirse ya un visitante más, repensó su rol en esta historia que construyó. Pensó en el “para qué” y por qué cosas hay que preocuparse realmente.
Encontró la respuesta: cada uno de nosotros puede aportar a la conservación del medioambiente, a no sólo cuidar nuestras acciones para no contaminar el planeta sino encontrar la manera de aportar un poco más para mejorarlo. Por eso fundó el Sea Change Project, una comunidad grupal dedicada a la protección del bosque de algas, cuyo objetivo es proteger el medio ambiente marino de Sudáfrica.
Mi maestro el pulpo es un film plagado de ternura, de belleza, que invita a replantearse qué hacemos para que el capitalismo no destruya más los ecosistemas, los recursos naturales o pensamos entonces cómo destruir nosotros al capitalismo de raíz, para poder disfrutar de un equilibrio entre los misterios de la naturaleza y los habitantes de este planeta.