Una de las máximas neoliberales es la contracción del gasto público, proceso que se conoce como “achicamiento del Estado”, en el cual se abandonan las paraestatales y se disminuye el gasto social, lo cual deja las puertas abiertas a la privatización.
El gobierno lopezobradorista, que había decretado el fin del neoliberalismo, durante el 2019 fue el que menos destinó al gasto social de los países miembros de la OCDE, sólo por debajo de Chile.
El gasto social involucra salud, pensiones, prestaciones, educación, entre otros rubros. México destina el 7.5 % del PIB en conjunto, por debajo de la mitad del promedio de la OCDE, que es del 20 % del PIB.
Este indicador, da muestra que el gobierno de la 4T está muy lejos de rebasar el neoliberalismo al no destinar un mayor presupuesto en el gasto social.
La política de austeridad republicana fue la que realizó recortes y despidos masivos en las dependencias públicas durante todo el 2019 y ante lo cual se vieron afectados diversos sectores en las dependencias publicas. Se estimó que el despido en el sector estatal a nivel nacional alcanzó el medio millón de personas.
Esta política de austeridad, que se anunció afectaría a los altos y medios mandos, terminó por golpear a las y los trabajadores estatales, sobre todo a los más precarios y a las mujeres. Sin embargo, la afectación es para toda la población que recurre a los servicios públicos, los cuales antes de la pandemia ya estaban en la ruina y el gobierno seguía, como se ve, constriñéndolos al mínimo.
El discurso que da el gobierno con insistencia es que no hay presupuesto. Sin embargo, si hay para pagar la monumental deuda pública, que ya rebasa el 50 % del PIB y en todos los proyectos de egresos anuales, se destina una millonada, como el presupuesto 2021 que va a asignar 541 mil millones de pesos, el 8 % del presupuesto total. Ahí México si es un campeón en cumplir a cabalidad con el pago a los acreedores financieros parasitarios. |