No es casualidad la simultaneidad temática de los films. En la actualidad hay múltiples corrientes migratorias a nivel mundial, y en particular en nuestro país existen nuevas configuraciones para una histórica tradición en este sentido.
La película se desarrolla en una forma coral, entrelazando tres historias. Un padre coreano, empresario textil y dueño de tres puestos en la feria La Salada, que administra junto a su joven hija, Yun Jin, quien duda acerca de cumplir el mandato patriarcal de casarse con un joven de su comunidad. Otra historia es la de Huang, un joven taiwanés, vendedor de películas truchas y amante del cine argentino, que busca tímidamente algún amor que ocupe el vacío que las llamadas telefónicas a sus lejanas tierras no pueden suplantar. Se suman también Bruno y su tío, dos bolivianos que llegan al país decididos a desplegar múltiples habilidades y superar las dificultades planteadas para encontrar algún trabajo siempre precario.
El recorrido narrativo va descubriendo los sentimientos de los protagonistas. Ellos no son iguales: su lenguaje, su cultura, su nacionalidad, su clase social son distintas. Pero hay dos elementos que los unen, su relación laboral con el espacio de La Salada, la feria más grande del país ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires, un lugar donde fluyen multitudes día a día entre una increíble variedad de productos a vender; y los sentimientos de soledad, nostalgia y desarraigo que acompañan a cada uno de los protagonistas en su propia experiencia de vida.
A través de pequeñas situaciones, detalles, miradas, se van descubriendo las emociones. Se destaca Ignacio Huang, el actor taiwanés que co-protagonizó junto a Ricardo Darín Un cuento chino. En esta oportunidad su personaje construye un universo solitario, melancólico y sensible que logra despertar la empatía con otros seres también solitarios, dentro o fuera de la pantalla.
La Salada, es una película multicultural desde su origen, el director Juan Martin Hsu, es hijo argentino de madre taiwanesa y padre chino. Las vivencias que recorren los protagonistas están construidas con retazos de su historia personal. Como señaló en declaraciones a distintos medios "El filme describe esas vivencias desde el lugar del inmigrante que no es comprendido por el resto de la sociedad, el tema de la discriminación sigue...". De esta manera, Hsu presenta los personajes con una mirada atravesada por sensaciones de comprensión y ternura.
La fusión de los distintos idiomas, chino, taiwanés, coreano, quechua y español, acompañan la estructura coral narrativa para reforzar una idea de fusión, porque más allá de las fronteras, hay sentimientos comunes en las distintas experiencias. El enorme mercado, complejo y caótico es retratado con planos cortos. Los colores de las escenas diferencian también dos mundos distintos. Los protagonistas coreanos, inmigrantes que llegaron con un capital para invertir, recorren escenas coloridas y espacios cómodos, a diferencia de los demás protagonistas, Huang, Bruno y su tío, que sólo tienen su fuerza de trabajo para vender, y son quienes transitan lugares con tonos apagados, baja iluminación y desorden que acrecientan sus motivos de tristeza.
Finalmente, no sólo la distancia de la tierra natal es la causa de tristeza y soledad, sino también la necesidad de sumergirse en una competencia cotidiana para poder sobrevivir.
Yun Jin parece estar más molesta y amargada por la obligación de seguir las costumbres que impone su padre, un casamiento por conveniencia, que por el intercambio cultural que implica su situación. Las condiciones de trabajo que encuentran Bruno y su tío son las que acrecientan la tristeza mucho más que las distancias. La angustia de Huang transita las llamadas telefónicas a Taiwán, pero también se rencuentra en cada noche que pasa despierto en el puesto de la feria ofertando DVD´s con finales felices y las aventuras que no lo tendrán de protagonista. |