Hace casi dos meses que en el hospital San Antonio de Padua de la ciudad de Rio Cuarto no hay medicamentos psiquiátricos, como por ejemplo la Paroxetina, que es un antidepresivo. Una droga que en tiempos de pandemia fue, para quienes sufrimos y necesitamos de su uso, un medicamento muy necesario, de suma de importancia para seguir adelante en este momento de crisis que atraviesa todo el mundo y que no se reduce al encierro ni mucho menos: se trata de mantener nuestra salud mental cuando somos despedidos de nuestros laburos en negro, cuando somos precarizadas y no vemos que mejore a futuro sino todo lo contrario, cuando no podemos pagar el alquiler, cuando debemos abandonar nuestros estudios o simplemente fuimos obligados a abandonarlos por no contar con conexión a internet porque en muchos hogares ni hay ni para comer.
No puede haber salud mental sin techo, sin comida, sin laburo y mucho menos puede haber salud mental cuando quienes deben cuidarnos no les importa y así lo demuestra el flamante intendente reelecto con la única respuesta que tuvimos de su parte: "El Hospital depende del ministerio de salud de la provincia. Equipo de Juan Manuel Llamosas".
Hoy cientos de pibes y pibas no podemos acceder al medicamento porque desde el ministerio de salud de la provincia, bajo la gestión de Juan Schiaretti de Hacemos por Córdoba, no se compran estos medicamentos para reabastecer a los dispensarios públicos.
Durante el aislamiento social obligatorio se habló en diferentes espacios como radio, televisión, portales de todo tipo, sobre la situación de la salud mental de quienes estábamos en cuarentena, con las carencias que los debates en los grandes medios pudieron haber tenido las conclusiones por lo general era la misma: necesitamos que la salud mental sea una prioridad en lo que al planeamiento de una salud publica respecta. ¿Hubo alguna respuesta por parte del estado provincial o nacional? Si, una reducción del 10% en el presupuesto 2021 para la salud pública.
Las políticas de estado que hoy rigen nuestras vidas solo tienden a agudizar el ajuste sobre el pueblo trabajador, jubilades y jóvenes dando por piso con cualquier reclamo que lleven adelante cualquiera de estos sectores y borrando del organigrama estatal de asistencia sanitaria cualquier herramienta que ayude a nuestra salud mental y física, por ejemplo: tras 25 años de funcionamiento en la provincia de Santa Fe, la Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones informó el cierre del servicio que brindaba apoyo a las personas con problemas de consumo. Esto se da en el marco de la lucha de los profesionales de la salud por su salario e ignorando la misma Ley Nacional de Salud Mental.
Podemos agregar a la lista el reclamo por la vivienda digna: ¿De qué salud mental podemos hablar cuando no tenemos donde vivir? Donde día a día se reproducen los Guernicas y también las mismas respuestas del estado: palos y balas. ¿De qué salud mental podemos hablar cuando no tenemos laburo? Cuando nuestras vidas no valen tanto como pagarle al FMI.
Es en estos momentos de profundización de la crisis a manos de quienes festejan estar en el poder (como lo hicieran Alberto Fernández y Juan Manuel Llamosas el pasado domingo para todo el país) a fuerza de nuestro hambre, de nuestra desesperación, de nuestra salud, que debemos organizarnos y confluir en una sola lucha todas las luchas: la de la vivienda y trabajo digno, la lucha por una salud publica integral como lo es no solo lo es la salud mental sino también el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, por una vejez que valga la pena ser vivida, y cualquier lucha que se plante frente al ajuste, al FMI y toda opresión institucional.
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