De acuerdo a los datos del Observatorio de la Deuda de la UCA ( Universidad Católica Argentina), la situación de los niños de hogares pobres ha ido empeorando.
Es cierto que la pobreza infantil se arrastra hace décadas, se mantuvo en niveles de entre el 40 y 50%, pegó otro salto en 2018 con el 51,7% y en 2019 con el 59,5%. En 2020 saltó al 64,1%.
De estos niveles de pobreza, el 16% son indigentes. Lo que significa que son 8,3 millones de chicas, chicos y adolescentes que viven en hogares pobres, de los cuales 2 millones viven en familias que no alcanzan a comprar una canasta básica de alimentos.
Una de cada cuatro familias tuvo que dejar de comprar ciertos alimentos durante la cuarentena. Además la suba de los niveles de pobreza, de la mano de la desocupación y precarización laboral y el aumento de los precios de la canasta básica también provocaron que el 48 % de los menores de seis años cambiara su forma de comer.
El 10 % de la población infantilasiste a comedores como estrategia de supervivencia alimentaria. Otro dato es que los niveles de pobreza infantil, que en mayo fueron de 58.6 %, pasarán en diciembre a 62.9%.
A su vez, también aumentó la pobreza entre los restantes grupos de edad. Entre los que tienen entre 18 y 29 años es del 44,1%. Entre 30 y 59 es del 41% y con más de 60 años asciende al 14,4%. Entre los adultos mayores, en 10 años, la pobreza se duplicó del 6,5% en 2010 al 14,4%.
La pobreza aumentó al 44,2 % y alcanza a 20 millones de personas, esa es la cifra escalofriante.
Pero las prioridades del gobierno no son los niños ni las familias pobres. Recordamos que una bebé wichí del paraje La Puntana de Santa Victoria Este ( Salta) falleció el sábado pasado. Y la semana anterior había fallecido otro bebé wichí de 11 meses, perteneciente a una comunidad de Dragones, en el departamento de San Martín, con un cuadro severo de deshidratación grave, trastornos metabólicos y un shock hipovolémico exotóxico.
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