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La Izquierda Diario
6 de diciembre de 2020 Twitter Faceboock

Debate
El Partido Obrero y su subordinación al golpe institucional en Brasil
André Barbieri

Publicamos una polémica con el Partido Obrero sobre las elecciones municipales en Brasil aparecida originalmente en Esqueda Diario

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Este artículo es una respuesta al Partido Obrero de Argentina, después de la intensa campaña política que llevó a cabo el Movimiento Revolucionário de Trabalhadores (MRT) de Brasil para luchar por una política de independencia de clase en las pasadas elecciones municipales. El MRT impulsa Esquerda Diario en Brasil, parte de la Red Internacional La Izquierda Diario.

El Partido Obrero de Argentina publicó en su sitio un artículo, firmado por Rafael Santos, con innumerables falsedades contra el MRT, ante el cual el PO se siente tanto más libre cuanto más alejado está de cualquier intervención concreta o cualquier tipo de acción en Brasil. Lo que queda del PO en Brasil, el PCO, siempre ha practicado un sindicalismo crudo y constituye un apéndice sumiso del PT de Lula. A pesar de este legado irrelevante, abandonado sin ningún balance, lo más ilustrativo de la posición del PO es que se adapta completamente al régimen golpista institucional, de la mano de la abrumadora mayoría de la izquierda brasileña que considera crítica.

En primer lugar, aclaremos un terreno embarrado a propósito por el PO. El MRT participó de las elecciones municipales con candidaturas revolucionarias del PSOL, a través candidaturas democráticas (algo que no existe en Argentina), debido al sistema electoral extremadamente antidemocrático y proscriptivo de Brasil, que impide que se presenten organizaciones socialistas revolucionarias sin legalidad. En esta modalidad se puede hacer campaña en defensa de los propios candidatos (lo que tampoco es posible en Argentina): nuestra campaña fue en defensa de los candidatos del MRT, con nuestro programa, sin ningún compromiso con el programa del PSOL, ni ningún apoyo a sus candidaturas.

El PO no ve ningún problema en utilizar el autoritarismo del sistema electoral brasileño para sus chicanas, y aun así está obligado a reconocer que no somos parte del PSOL. Los candidatos del MRT dirigieron su política y su agitación contra Bolsonaro, su vicepresidente el general Hamilton Mourão y todo el régimen del golpe institucional, luchando abiertamente desde el principio del ciclo electoral, en numerosas ocasiones, contra la subordinación del PSOL a este mismo régimen político autoritario, contra la política de ser sus gestores municipales (así como las alianzas con los partidos burgueses, política nacional de ese partido). Criticamos fuertemente en diferentes artículos de Esquerra Diario (ver aquí, aquí, aquí) el frente amplio con partidos burgueses y golpistas que Guilherme Boulos estableció para la segunda vuelta de las elecciones municipales en San Pablo, alianzas que el PSOL mantuvo en muchas regiones de Brasil. El PO debe ocultar el hecho de que el MRT retiró sus candidaturas en Santo André (donde el PSOL se asoció a el partido REDE), en Campinas (donde fue en la boleta del PT), y en Río de Janeiro (donde puso a un coronel de la policía militar como vicepresidente de su candidato a la alcaldía), instancias en las que criticamos a los ojos los cientos de miles de lectores mensuales de Esquerda Diario la política de alianzas del PSOL, oponiéndola a la política de independencia de clases contra el régimen golpista que llevamos adelante en las candidaturas que mantuvimos en San Pablo, Contagem y Porto Alegre.

El PO dice que el MRT "oculta" la intención del PSOL de formar frentes amplios con partidos burgueses. La realidad es que un breve examen de nuestros materiales escritos y audiovisuales sería suficiente para identificar las críticas de esta naturaleza que hicimos a la dirección del PSOL, antes y después de su política en la segunda vuelta en San Pablo. Como dijo Trotsky, hasta la calumnia necesita algo de lógica; pero la lógica no es una de las virtudes de esta organización argentina.

Desde el punto de vista de la política nacional, el artículo de Rafael Santos demuestra que el PO, si existiera en Brasil, formaría parte de la izquierda que gusta del bonapartismo institucional: se adapta felizmente al régimen institucional golpista de Brasil. Toda su política revela un desprecio derechista por las implicaciones de los cambios autoritarios en el régimen político brasileño desde el golpe institucional de 2016. Leyendo los materiales del PO, parece que nunca hubiera habido un golpe de estado en Brasil. El autoritarismo judicial, llevado a cabo por el Supremo Tribunal Federal y el Lava Jato de Sérgio Moro, allanó el camino para la mayor injerencia del imperialismo en Brasil y en América Latina, atacando en toda la linea los derechos sociales de la clase obrera y del pueblo pobre, y preparando en 2018 las elecciones presidenciales manipuladas que dieron la victoria a Bolsonaro. Todo esto se hizo a partir del impeachment de Dilma Rousseff en 2016, pisoteando los vestigios de la soberanía popular en esta podrida democracia capitalista, para instalar un nuevo régimen que pudiera aplicar ataques más duros que los que el PT ya había realizado.

No es sorprendente que el PO elogie las candidaturas "de clase" del PSTU en Porto Alegre, sin mencionar que esta organización, tributaria de la tradición morenista, apoyó el golpe institucional y el Lava Jato de Sérgio Moro, actuando en la práctica como la quinta rueda del golpismo de extrema derecha (un balance que el PSTU nunca hizo). El PO encubre al ala derecha del PSTU, e imita su actitud cómplice.

La conclusión de esta actitud, de desprecio por la condición de las masas sometidas a este régimen autoritario, es su crítica a la consigna de la Asamblea Constituyente Libre y Soberana, que planteamos en el MRT para atacar no sólo a Bolsonaro y Mourão, sino a todo el régimen golpista.

Nunca se trató de resolver los problemas del país en un "debate democrático", sino de tener la única política que puede cuestionar todo el régimen golpista institucional, un régimen golpista que el PO acepta al otro lado de la frontera. Se trata de atacar como norma no sólo a Bolsonaro y a Mourão, sino a todas las instituciones de este régimen golpista de los poderes establecidos (STF, Congreso Nacional, etc.) que nos han llevado a este punto, estando a la vanguardia de la defensa de todos los derechos democráticos y sociales de la clase obrera y del pueblo pobre, pisoteados cada día. La dinámica de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, impuesta por la lucha, se inscribe en el mayor enfrentamiento entre los intereses de las clases, que exige la autoorganización y la autodefensa de los trabajadores frente a los poderes fácticos del estado capitalista, lo que permite vincular la defensa de los derechos democráticos de las masas con la lógica transitoria de la revolución permanente, que asocia indivisiblemente esta política a la perspectiva de un gobierno de los trabajadores en ruptura con el capitalismo. Si citara por completo los pasajes seleccionados, toda la discusión se haría más difícil para el PO.

Una Asamblea Constituyente de esta naturaleza sólo puede ser impuesta por la lucha sobre las ruinas del régimen político golpista y sus instituciones, política que llevamos adelante en Chile con nuestros compañeros del Partido Revolucionario de los Trabajadores ante la trampa de la convención constituyente. No se trata de una consigna aislada, y se articula en la tradición marxista a una dinámica de transición, que en Brasil implica atacar el latifundio y abolir la gran propiedad de la tierra, abolir la Ley de Responsabilidad Fiscal y el pago de la deuda pública fraudulenta, como parte de la lucha contra la sumisión al imperialismo, eliminar todos los privilegios financieros de los jueces y políticos, hacerlos elegibles por voto popular y revocables y recibir el mismo salario medio de un trabajador, entre otras cuestiones. En esta batalla, los revolucionarios dirigirían su agitación contra el estado capitalista. ¿Qué tiene que ver esto con "resolver los problemas nacionales en el debate democrático"?

La virtud de esta consigna es precisamente ayudar a las masas a ver las conspiraciones antidemocráticas de su enemigo. Como dice el revolucionario ruso en 1928: "Las consignas de la democracia formal conquistan o son capaces de conquistar no sólo a las masas pequeño-burguesas, sino también a las grandes masas trabajadoras, precisamente porque les ofrecen la posibilidad (al menos aparente) de oponer su voluntad a la de los generales, terratenientes y capitalistas. La vanguardia proletaria educa a las masas usando esta experiencia y las lleva adelante" (Stalin, el gran organizador de las derrotas, CEIP-IPS, p. 290).

Que el PO desconozca la rica tradición del trotskismo en este campo, debido a su desenfrenado sindicalismo y electoralismo, no es una sorpresa. Pero la conclusión del desprecio derechista del PO por la batalla transitoria en defensa de las demandas democráticas es estar en el regazo de los golpistas de todo pelaje en Brasil.

Nuestra batalla para formar la base de un reagrupamiento revolucionario de la vanguardia obrera y juvenil en Brasil fue el objetivo principal que guió la participación del MRT en las elecciones. Las acusaciones de los dirigentes del PO, en Brasil como en varios lugares del mundo, contrastan con su total inexistencia fuera de Argentina. El nacional-trotskismo del PO sofocó cualquier deseo de aportar algo al movimiento obrero internacional. Su antigua organización internacional, la Coordinación para la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CRCI) desapareció sin ningún balance, sin ningún grupo, ni siquiera en los países vecinos, que esté vinculado al PO. Los antiguos socios italianos del PO en la fundación de la CRCI pasaron 15 años dentro de Refundazione Comunista (la conversión del estalinismo italiano), incluso apoyando al gobierno imperialista de Romano Prodi de 1996 a 1998. Sólo rompieron en 2006 y luego (como el PCL) se unieron a la CRCI hasta la ruptura con el PO en 2017. La juventud de esta organización formó la Frazione Internazionalista Rivoluzionaria (FIR), que impulsa el periódico La Vocce delle Lotte y se ha ido integrando en la FT-CI. En Grecia, el apoyo del PO a Syriza en 2012, que con Alexis Tsipras impondría todos los ajustes exigidos por el imperialismo alemán a los trabajadores griegos, allanó el camino para la ruptura (sin balance) con su sección griega.

En Brasil ya conocemos el resultado de la "herencia" del PO: un grupo irrelevante integrado sumisamente en el PT. Hablamos de una corriente, por lo tanto, que no tiene participación en la construcción de una política independiente.

Si en Bolivia el Partido Obrero no tuvo ningún problema en pedir votos en llamar a votar Luís Arce, el ala derecha del MAS de Evo Morales, en Brasil no plantean ninguna política contra el régimen golpista, aceptando sus reglas y límites, al igual que el PSOL y los morenistas brasileños. Si existiera en Brasil, el PO no sería más que una corriente que normalizaría la brutalidad del golpe, en lugar de luchar por construir una fuerza material de clase para derribarlo. El "derrumbe de la izquierda" es el propio PO, y no es este tipo de corriente que los trabajadores brasileños merecen.

 
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