Nicolás y su prima Celeste fueron expuestos a contaminantes cerca de la tomatera de Ricardo Prieto en la localidad de Lavalle. El pequeño murió dos días después, ella sobrevivió luego de tres meses en terapia intensiva. El productor hortícola había sido absuelto en 2016.
En 2011, Nicolás Arévalo, de cuatro años, y su prima Celeste Estévez, por entonces de siete, jugaban a un costado de la chacra de tomates y hortalizas propiedad de Ricardo Prieto, ubicada en Puerto Viejo, ciudad correntina de Lavalle. Allí tomaron contacto con líquidos y gases como el endosulfán que, en el caso de Nicolás, le provocaron intoxicación aguda seguida de muerte el 4 de abril de 2011, mientras que su prima Celeste logró salvar su vida luego de tres meses en terapia intensiva en el Hospital Garrahan.
El primer juicio contra Prieto, acusado de homicidio culposo agravado y lesiones culposas agravadas en concurso ideal, llegó en 2016 gracias a la movilización y al incansable pedido de justicia de familiares y organizaciones sociales que cuestionan el uso intensivo de agrotóxicos en la horticultura. Sin embargo, en un acto fuertemente criticado, el Tribunal Oral Penal de Goya acabó absolviendo al productor por el homicidio culposo de Nicolás y lo sobreseyó por prescripción ante la extinción de la acción penal en el caso de Celeste.
“Fue un robo, producido por decisión política, no quieren que quede en evidencia que las fumigaciones matan, los agrotóxicos son venenos y los dueños de los establecimientos los usan con total impunidad”, expresó al respecto de la absolución Josefina Arévalo, tía de Nicolás y Celeste y referente de la Federación Campesina Guaraní (FeCaGua) de Corrientes.
Prieto llegó a juicio otra vez gracias a que el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Corrientes hiciera lugar al recurso de casación interpuesto en 2018 tanto por la Fiscalía como por el Dr. Julián Segovia, abogado querellante, fallecido al año siguiente. La autopsia sobre el cuerpito de Nicolás fue clave: se identificó al endosulfán como causa principal de la falla hepática y el edema de pulmón que lo mataron.
El anuncio de este segundo juicio se hizo a través de un comunicado conjunto de FeCaGua Lavalle, Guardianes del Iberá y Amigos de la Tierra Argentina. “Es, fue y será claro que hay un importante grado de contaminación rural en la zona producto del uso intensivo de agrotóxicos en la horticultura. Este juicio y todo lo que lo rodea es parte central de la lucha por la verdad contra las mentiras que se erigen para continuar con este modelo contaminante de producción”, sostiene Emilio Spataro, testigo en la causa y coordinador del Programa Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra.
Desde ATA apoyamos la revisión de este juicio histórico por la muerte de Nicolás Arévalo, víctima de un modelo agrícola que enferma, mata y contamina. Comunicado completo en: https://t.co/bKD27JVE8Spic.twitter.com/P6LAGAGwde
Mientras denuncian el peligro de contaminación en la zona y reclaman una ley de humedales ya para impedir que continúen las fumigaciones, siguen apostando a una producción sobre bases agroecológicas, libre de plaguicidas. Así lo afirma Sergio Méndez de Guardianes del Iberá: “Más allá de los resultados del juicio, creemos que la mayor justicia para honrar no solo a Nicolás, sino también a José Carlos "Killy" Rivero y Rocío Pared, fallecidos por las mismas causas en 2012 y en 2017, respectivamente, es una agricultura ecológica, la agroecológica, que garantiza alimentos sanos para el consumidor y dignidad y salud para los campesinos”.
Para Wanda Olivares, coordinadora del Programa de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra, se trata de un “juicio histórico”. Nicolás Arévalo fue “víctima de un modelo agrícola que enferma, mata y contamina”, por lo que se espera un fallo ejemplificador contra Prieto, representante del sector que atenta contra la vida de las comunidades.
Nicolás Arévalo y Celeste Estévez jugaban al costado de la tomatera de Prieto, a solo quince metros de la casa de la familia Arévalo en la localidad de Lavalle, a diez kilómetros de Goya. Ambos inhalaron endosulfán, pero en el caso de Nicolás también pisó un charco contaminado, por lo que los agrotóxicos ingresaron directamente por la piel de sus pies. Dos días después, el niño de cuatro años falleció en el Hospital Pediátrico Juan Pablo II, adonde había llegado derivado desde el Hospital Zonal de Goya a causa de dolores en todo el cuerpo y vómitos.
El endosulfán fue prohibido en 2013, pero en Argentina se fumiga con glifosato, atrazina, glufosinato de amonio, cipermetrina, clorpirifos y 2,4D, entre otros. El 2,4D, por ejemplo, es un componente del agente naranja usado en la guerra de Vietnam. Algunas de sus formulaciones siguen habilitadas. La mayoría están prohibidos en muchos países del mundo por su alto grado de toxicidad (solo el glifosato está vedado en 74 países), pero en Argentina reina todavía la impunidad. Que se haga justicia por Nicolás, Celeste y todos los pueblos fumigados por el agronegocio.