En los 27 años que duró su vida se convirtió en uno de los íconos del rock, por su voz, su poesía y como expresión de los fenómenos que atravesaron la década de 1960.
Un 8 de diciembre, pero de 1943, nacía en Melbourne, Estados Unidos, James Douglas "Jim" Morrison. Moriría tan solo 27 años después, en julio de 1971. Sin embargo, se convertiría en una de las leyendas de la historia del rock.
Así opinan muchos de los especialistas. En 2011, la revista Rolling Stone colocó a Jim Morrison en el quinto lugar de la lista de los mejores cantantes de todos los tiempos. La revista Classic Rock, que lo ubicó entre los 20 mejores.
El “Rey Lagarto”, tal fue uno de sus sobrenombres, había nacido en una familia particular. Su padre era un alto almirante de la Armada de Estados Unidos. Eso lo llevó a Jim a vivir en varias bases militares y ciudades de su país, hasta que ingresó a estudiar en la Universidad Estatal de Florida.
Pero su pasión fue la poesía. Leerla y escribirla. Con la intención de musicalizar algunos de sus trabajos llegó a Ray Manzarek, un músico de rock. Cuenta la historia que Morrison entonó ese día los primeros versos de Moonlight Drive. Con ese dato nomás, Manzarek le propuso formar una banda de rock.
Así comenzaría la historia de The Doors. Morrison en voz, Ray Manzarek en teclados, Robby Krieger en guitarra y John Densmore en la batería.
El disco fundacional
Como contamos en una nota en el aniversario del lanzamiento del primero disco, “The Doors es la obra prima de la banda formada en Los Ángeles, California, allá por el verano de 1965. Este trabajo discográfico fue logrado en tan solo ocho días. Durante la semana del 24 al 31 de agosto de 1966, en los estudios Sunset Sound Recorders, situados en Hollywood”.
Es el inicio de una historia breve pero intensa. Un pilar de la psicodelia para algunos, un emblema del rock clásico para otros. Lo cierto es que Jim Morrison en algún punto, fue algo así como el primer frontman de una banda de rock con todo lo que eso implicaba en aquel contexto. Un escritor censurado y algo frustrado, con pánico escénico.
Como señala Aquiles Tobio en esa nota, “por lo rápido que se forma la banda y la velocidad en la que ocurren las cosas, como a lo largo de toda su historia, este álbum debut simplemente titulado de manera homónima, The Doors, intentaría ser mucho más que una simple tarjeta de presentación. El mensaje sería claro, fuerte y contestatario de manera frontal, tal vez también necesariamente agresivo contra una política de guerra imperialista, burda y totalmente consumista”.
Muchas de sus citas en las letras de las canciones que componen este gran álbum, se relacionan con Arthur Rimbaud, poeta francés al que Jim Morrison admiraba muchísimo. Los integrantes de The Doors tenían una filosofía bastante amplia con respecto al arte. Ellos consideraban que la música solo era una parte de la expresión. Por eso también integraban al teatro y a la poesía dentro de sus trabajos.
La banda grabó seis álbumes de estudio con la formación original, donde tomaba elementos del blues rock, rock ácido, country, entre otros géneros. Entre ellos el citado The Doors (enero de 1967), Strange Days (septiembre de 1967), Waiting for the Sun (julio de 1968), The Soft Parade (junio de 1969), Morrison Hotel (febrero de 1970) y L.A. Woman (abril de 1971). El resto serían con otra formación, aunque luego se publicarían muchas versiones de los recitales en vivo.
El despertar de otra rebeldía en el rock sesentista
Morrison y los Doors eran también producto de una época. Como analiza Hernán Magnoli en otra nota de La Izquierda Diario, “el grupo suma y promueve entre sus seguidores una rebeldía antisistema y un espíritu anti-policial innovador, más a tono con la realidad de millones de jóvenes que padecían, no solo la guerra de Vietnam, sino también las restricciones a las libertades individuales y el control social, propio de un estado policial y militarizado”.
Ese sentimiento se expresaba en muchas de sus letras. Pero también en el movimiento que generaban los Doors y otras bandas, así como la respuesta estatal. “Su actitud provocadora le valió varios problemas legales a la banda como en el recital de Chicago en octubre de ese año (coincidentemente con la feroz represión en la convención demócrata que se llevaba a cabo en la misma ciudad y también reclamaba el fin de la guerra) en el que los jóvenes no aceptaron más el autoritarismo y avanzaron, con esa adrenalina que provocaba la banda, al enfrentamiento con la policía; y ya nada fue igual. Para la gorra, subirse al escenario para controlar a los músicos y reprimir ya no sería un paseo como con las tribus pacifistas”.
Pocos años después Morrison, en parte consumido en adicciones, se retira a cumplir su sueño de escritor a Francia, lejos de la industria que lo devoraba.
Muere en París con apenas 27 años. Para muchos fue uno de los poetas malditos del rock que marcaron a la generación de fines de los 60, no solo en Estados Unidos sino en otros países.
