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La Izquierda Diario
12 de diciembre de 2020 Twitter Faceboock

HACIA LA COP26
Cumbre climática: el capitalismo no puede resolver la crisis planetaria que generó
Valeria Foglia | @valeriafgl

A cinco años del Acuerdo de París, cerca de ochenta líderes mundiales se dieron cita virtual para repetir los mismos diagnósticos y las mismas promesas ante lo que la propia ONU llama "emergencia climática". Greta Thunberg dice que la salida viene por abajo y con un cambio de sistema.

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Aunque fue anunciada como “un importante paso adelante en la batalla contra la crisis climática”, en la Cumbre de Ambición Climática 2020, realizada en forma virtual este sábado, hubo poco ruido y menos nueces. Organizada en común por Naciones Unidas, Reino Unido y Francia, en alianza con Italia y Chile, reunió a cerca de ochenta líderes mundiales, que dieron cuenta del estado de la cuestión en sus países a cinco años del Acuerdo de París. El presidente Alberto Fernández fue uno de los oradores, junto a Boris Johnson, Emmanuel Macron, el papa Francisco, Xi Jinping, Kristalina Georgieva, Sebastián Piñera, Angela Merkel, Pedro Sánchez, Luis Lacalle Pou y Narendra Modi, entre muchos otros.

Un lustro después de la firma del acuerdo climático de París, las consecuencias de esta crisis ya están acá.

Antonio Guterres, secretario general de la ONU y uno de los anfitriones del encuentro, declaró el “estado de emergencia climática” hasta que el mundo alcance la neutralidad de carbono, es decir, emisiones cero a partir del equilibrio entre las nuevas emisiones y la captura del CO2 que ya fue liberado a la atmósfera o fijado por plantas. “Detengamos el ataque a nuestro planeta y hagamos lo que sea necesario para garantizar el futuro de nuestros hijos y nietos”, reclamó Guterres como preámbulo del desfile de algunos de los principales líderes de los países más contaminantes del mundo.

“Los miembros del G20 están gastando un 50 % más en sus paquetes de estímulo y rescate en sectores vinculados a la producción y consumo de combustibles fósiles que energía baja en carbono”, aseguró el secretario general de la ONU. Quien lo siguió en el uso de la palabra, el primer ministro británico Boris Johnson, prometió cortar la dependencia de los combustibles fósiles, una “revolución industrial verde” que cree millones de puestos de trabajo y que su país será “la Arabia Saudita de la energía eólica”.

Otro de los anfitriones, el francés Emmanuel Macron, dio su discurso rodeado de los científicos franceses que estuvieron detrás del Acuerdo de París en 2015. El mismo día que su Policía volvió a reprimir protestas contra su “ley de seguridad global”, Macron envió una chicana indirecta a Donald Trump al decir que con la asunción de Joe Biden en enero Estados Unidos “volverá a casa”, es decir, al Acuerdo de París, que abandonó oficialmente al día siguiente de las elecciones norteamericanas. También anunció el cierre de sus plantas de carbón y que el fondo de Francia para la recuperación pos-covid-19 será “verde”.

El mandatario de China, Xi Jinping, se jactó de la “gran contribución” hecha al Acuerdo de París. Lo cierto es que el país asiático es el principal emisor de carbono a nivel mundial (un 28 % le corresponde), y desde 2015 las emisiones globales de CO2 han pasado de 53 000 millones a 55 000 millones de toneladas. El "gran anuncio" es que China dejaría de liberar CO2 adicional a la atmósfera recién para 2060. Otro que se vanaglorió de “la más larga” aportación al acuerdo fue Narendra Modi de India, país que integra el triste podio con China, Estados Unidos y la Unión Europea (con la que comparte tercer puesto). “Más allá de las metas”, calificó el cumplimiento y mencionó la reducción de emisiones, la capacidad solar y la implementación de energías renovables.

Francisco, que asumió el papado con un innegable “perfil ambiental”, comprometió al Vaticano a alcanzar “emisiones cero” antes de 2050, así como la reforestación, el uso racional del agua y la energía y el impulso de la economía circular. De aportes económicos de su poderosísimo banco a los países que más sufren las consecuencias de la depredación capitalista del ambiente ni una palabra. Aunque con la renuncia de sus privilegios por parte de los Estados de varios países ya sería algo, ¿no?

Fueron varios los mandatarios latinoamericanos en sumarse a la cumbre virtual. Además de Piñera, Lacalle Pou, Duque, Díaz-Canel, Moreno y otros, con la ausencia notoria de Jair Bolsonaro (siendo Brasil uno de los que más emisiones aporta), el presidente Alberto Fernández ratificó el compromiso de Argentina con el Acuerdo de París y prometió reducir emisiones hacia el 2030 un 26 % más que la NDC [1] de 2016, al tiempo que la neutralidad en emisiones de carbono para 2050.

Fernández aseguró que para su administración “el cambio climático es una política de Estado (sic)”, aunque no hubo en su discurso mención alguna a cortar la dependencia de hidrocarburos e iniciar una transición a energías limpias y renovables. El impulsor del acuerdo porcino con China tampoco habló del impulso a un modelo agroecológico contra el agronegocio, que emite toneladas de CO2 y metano al año. Nada de eso. Hace apenas unas semanas se presentó en Neuquén para seguir dando estímulos a Vaca Muerta, mientras hizo pasar un subsidio del 25 % al fracking con el “aporte extraordinario” que se votó recientemente. El agronegocio también se vio premiado con subsidios, y además se encauzó el acuerdo porcino entre provincias y privados.

Con un discurso compacto, formal y apenas correcto, Fernández aseguró que la pospandemia es “la oportunidad” para una cooperación multilateral en lo que refiere a “acceso equitativo a medios de implementación, tales como recursos financieros, transferencia de tecnología y construcción de capacidades para la consecución de los compromisos climáticos". En ese sentido, reclamó mayor compromiso de los países desarrollados.

Argentina “paga un alto precio por el impacto del cambio climático en su territorio”, expuso Fernández, mencionando que las acciones de mitigación y adaptación cuestan aproximadamente "15.000 millones de dólares con financiamiento internacional".

Aunque las medidas de confinamiento dispuestas en gran parte del mundo ante la pandemia implicaron una reducción del 7 % en las emisiones de carbono, esto no es suficiente para hacer frente al mayor desafío que enfrenta la humanidad: impedir que la temperatura terrestre aumente por encima de los 1.5 ºC con respecto a niveles preindustriales. El 2020 entra al podio de los tres años más calurosos que se hayan registrado, según la Organización Meteorológica Mundial, que además declaró que la última década fue la más calurosa en la historia de la humanidad.

También del lado de la ciencia, el líder del IPCC [2] de la ONU, Lee Hoesung, manifestó que “no es imposible” evitar que la temperatura terrestre suba a más de 1.5 °C, pero que requiere medidas sin precedentes, dado que los compromisos hasta el momento no fueron suficientes.

A lo largo de varias horas, en los discursos de los mandatarios no faltaron invocaciones al Acuerdo de París y a la Alianza de Ambición Climática de 2019, apelaciones a expresiones como “compromiso”, “cero emisiones”, “ambición”, “casa común”, “nuestra generación” y “responsabilidad histórica”, entre otras. La sueca Greta Thunberg, activista de Fridays for Future y ausente en la cumbre, expresó en Twitter que “la esperanza real viene de la gente” y que se necesita un cambio de sistema, y a su vez criticó que ante el aniversario del Acuerdo de París los líderes mundiales presenten objetivos distantes, hipotéticos y "esperanzadores", “lagunas” sobre emisiones “cero neto” y lo que consideró “promesas vacías”.

El próximo paso será la COP 26 en Glasgow, Escocia, en 2021, donde la misma “crema” se reunirá para alarmarse con diagnósticos, sin modificar sustancialmente sus visiones cortoplacistas al servicio de los intereses capitalistas. Parafraseando a Greta Thunberg, quienes se creen dueños del mundo viven como si no hubiera un mañana. La esperanza no está en las declaraciones formales de buenas intenciones, sino en la fuerza en las calles de los millones que dicen que hay que cambiar el sistema, no el clima.

Para ver los discursos on demand del Climate Ambition Summit

Los cortos documentales fueron lo mejor que dejó esta cumbre

 
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