No puedo negar cierta felicidad porque se termina este año de la peste. Frente a sus ojos tienen la última entrega de El juguete rabioso. El año próximo volveremos mejores (o eso esperamos). Hablando de volver mejores ¿Alguien se puso a pensar cuál es el “modelo”, la perspectiva, el horizonte económico de Alberto Fernández? ¿El Gobierno avanza a puro pragmatismo, sin plan, como confesó el presidente al británico Financial Times? No sé si estaba pensando en estas preguntas, pero uno de los lectores de este newsletter me sugirió como tema el neodesarrollismo y me pareció una buena forma de cerrar el año. Se agradecen más sugerencias hacia el año próximo. Pueden responder a este correo o escribirme por Twitter o Instagram.
Desarrollismo
Para hablar de neodesarrollismo es ineludible tratar de bosquejar qué fue el desarrollismo. La gran crisis de la década de 1930 había hecho retroceder el comercio mundial. Esto condujo en varios países de América Latina a un incipiente proceso, más espontáneo que consciente, de industrialización sustitutiva de importaciones: producción local de mercaderías que antes se obtenían a través de las importaciones.
La Segunda Guerra Mundial ofreció un resultado contradictorio. La enorme destrucción de fuerzas productivas que implicó la guerra permitió al capitalismo la posibilidad de un desarrollo parcial de las fuerzas productivas, el llamado boom, que se extendería hasta principios de la década de 1970. Ese desarrollo fue parcial porque, en simultáneo, un tercio del planeta quedó relativamente vedado a las leyes de acumulación del capital. Se trataba del área bajo influencia de la Unión Soviética.
Ante la necesidad de contener la influencia soviética, el imperialismo se vio compelido a intentar convencer de que el capitalismo, que venía de un largo período en el que solo produjo miseria, podía conducir al bienestar. Los acuerdos de Bretton Woods de julio de 1944 establecen las bases para el orden de posguerra con la creación de organismos como el Banco Mundial y el FMI. Como parte de ese orden que intenta consolidar la hegemonía estadounidense también se creó en 1948 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que integra la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Es en este contexto que aparece la problemática del desarrollo. La CEPAL, presidida por Raúl Prebisch, va a ser el ámbito de reflexión de las ideas desarrollistas.
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