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17 de diciembre de 2020 Twitter Faceboock

Mundo Obrero
Huelga aceitera: el poder de las posiciones estratégicas de la clase trabajadora
Lucho Aguilar | @Lucho_Aguilar2

Llega la Navidad y la lucha ya cumple lo 14 días. En medio del aumento del precio de la soja y ganancias siderales, Cargill, Vicentin y las grandes exportadoras quieren pagar migajas de aumento. La huelga y los piquetes paralizan un sector estratégico del capitalismo argentino y ponen en discusión cómo pelear contra el ajuste.

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La huelga aceitera, que nuclea a tres gremios del sector pero también impacta sobre otros sectores, ya lleva 9 días. La actitud de las patronales pasó, en pocos días, de una indiferencia pedante a un llanto en los grandes medios.

El llanto empresario

Andrés Alcaraz, vocero de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), asegura que “se pierden por día alrededor 100 millones de dólares, la mitad de ellos son embarques requeridos desde el exterior y estaban comprometidos. También hay otros costos, como los 25 mil dólares por alquiler de buques por día, más el costo del personal que no puede trabajar. También hay castigos al país por la demora de los embarques, además de los costos fijos porque las plantas no están funcionando”.

Es que la medida de fuerza alcanza a 28 terminales portuarias, decenas de plantas aceiteras y afecta el flujo de camiones, que pasó de 3.300 a 1.280 por día. Además hay más de 120 buques de ultramar esperando cargar más de 4.5 millones de toneladas de granos y subproductos.

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En las últimas horas se sumó la Mesa de Enlace, que nuclea a la Sociedad Rural y los grandes empresarios del campo, quien expresó su "alarma ante la paralización de los puertos cerealeros de todo el país que ya lleva una semana e impide la normal operatoria del comercio exterior. De persistir la medida, terminará impactando aún más sobre las exportaciones de productos emblemáticos para nuestro país, disminuyendo el ingreso de divisas, y mancillando la reputación de nuestra Nación”.

En efecto, el conflicto se da en el marco de la disputa del Gobierno con las agroexportadoras por la liquidación de divisas que necesitan arcas oficiales. A pesar de los incentivos del ministro Guzmán, las empresas venían especulando y ahora provocaron el conflicto.

Así se ha convertido en un caso testigo. No solo por la dimensión de la huelga, la unidad de los gremios y los números en juego. Pero también porque revela las “posiciones estratégicas” que detentan determinados gremios en la economía nacional, e internacional.

Contrahegemonía web
Contrahegemonía web

El reclamo obrero

Los gremios reclaman una mejora salarial. En la Federación Aceitera piden que el básico de $69.000 salte a $82.000 por septiembre pasado y $92.000 en enero. Según distintos estudios, eso es lo que necesita una familia para tener una “vida digna” (comida, esparcimiento, acceso a la salud pero también a la cultura). Sin embargo las cámaras aceiteras tienen congelada la revisión salarial desde agosto. En el caso de los recibidores de granos, las empresas ni siquiera han accedido a discutir la paritaria prevista para julio pasado.

Como explican en uno de sus comunicados, “con un solo día de los siete que lleva la huelga les alcanza y sobra para pagar el aumento de todo el año a todos los trabajadores”.

Ese ataque empresario, que ninguno de los grandes medios mide en “millones perdidos” por meses de paritarias negadas, ni calculan cuántas cosas debieron privarse las familias, es lo que ha desatado la huelga.

No solo eso. Han empujado a la unidad de acción no solo a Aceiteros y Recibidores, sino también al sindicato de aceiteros de San Lorenzo (SOEA), que no integra actualmente la Federación.

Para eso están realizando una huelga general por tiempo indeterminado y piquetes en accesos a grandes plantas y puertos, desde Bahía Blanca al norte de Santa Fe.

La huelga y las posiciones estratégicas

Como decíamos, la huelga pone sobre el tapete dos cosas. Por un lado la concentración de la agroindustria y su peso en el comercio exterior.

Para tener una idea, el 70 % de la producción de aceite crudo de soja es para exportación, más del 90 % del volumen exportado lo explican 10 empresas (Cargill, Noble Grain, ADM, Bunge, Vicentin, etc), el 70 % del negocio está en manos de empresas transnacionales.

Nos encontramos ante un sector clave en la economía nacional. El complejo oleaginoso es el principal complejo exportador de nuestro país, que explica casi el 30 % del total de las exportaciones, por encima de la cadena automotriz y petroquímica. Para tener una idea, gracias a la fuerte suba en el precio internacional de la soja al liquidaron más de u$s1.734 millones en noviembre, la tercera mejor marca para ese mes desde 2002. La devaluación, la baja de retenciones y la vuelta del "diferencial" para las aceiteras terminan de explicar por qué este año van a duplicar las ganancias del año anterior.

Este modelo, una versión moderna del “granero del mundo” de la vieja oligarquía, no ha sido cuestionado por ningún gobierno. No ha parado de crecer en las últimas décadas, y durante la gestión del Frente de Todos sigue siendo favorecido.

Envalentonadas, este año crearon el Consejo Agroindustrial Argentino, una de las alianzas patronales más importantes de la que tengamos memoria. Incluye a la Cámara Aceitera, el Centro de Exportadores de Cereales y el de Carnes (Consorcio ABC), las Bolsas de Comercio de todo el país, los integrantes de la Mesa de Enlace, las grandes semilleras: todos los dueños del oro verde y las vaquitas. Su debut fue entregarle al presidente Fernández un documento con su "plan estratégico".

Si tomamos en cuenta el punto nodal del conflicto, la zona del Gran Rosario y la Hidrovía, vamos a terminar de entender la dimensión del conflicto que está en juego. Según estudios, “en el Río Paraná se concentra el 80 % de la exportación agrícola local, el mayor tráfico siderúrgico y reúne todo el movimiento de cargas generales, fluviales y de contenedores, que tienen como puerto de origen y destino Buenos Aires. El Polo Rosario-San Lorenzo-San Martín abarca 20 puertos privados. Es la principal salida de exportación de granos en líneas marítimas transnacionales. Está el clúster más grande del mundo de procesamiento de granos, harina, aceites y biodiesel” (Baldo, Boye y Lassa, Revista del CCC, 2015).

El otro poder

Pero esa concentración también implica la concentración de la clase trabajadora.

Como explicábamos en 2015, en el artículo titulado“La huelga aceitera y las posiciones estratégicas”, en la zona geográfica que incluye el Departamento de Rosario y el cordón industrial de San Lorenzo, cercanos a los centros de embarque y con puertos propios que facilitan la logística y el transporte, se concentran muchas de las grandes plantas, que además se encuentran entre las más tecnificadas del país. Esa situación permite la interacción permanente entre miles de trabajadores. Llegado el momento de conflicto, también facilita la organización y aumenta la eficacia de las medidas de fuerza. Son esos hombres los que manejan “las palancas” de las modernas plantas del complejo. Se encargan del mantenimiento y limpieza de esas plantas; de la producción en sus distintas etapas (refinería, biodiesel, molienda, etc); del despacho, almacenaje y depósito de la producción; y buena parte de las tareas de cargas y transporte a puerto, etapa final del proceso.

Pero a la huelga de 2015 se han sumado dos actores nuevos: el Sindicato Aceitero de San Lorenzo y la Unión de Recibidores de Granos. A esa fuerte alianza se sumó días después un paro de los gremios de la Intersindical Marítima y Portuaria (Somu, Supa, Carga y Descarga, Marina Mercante, entre otros).

En ese momento tomábamos los análisis del historiador de la clase obrera, John Womack, quien se dedicó a analizar cuáles son los factores que influyen para que un grupo de trabajadores paralicen una fábrica o un sector económico.

“Posiciones estratégicas - dice Womack - son cualesquiera que les permitan a algunos obreros detener la producción de muchos otros, ya sea dentro de una compañía o en toda la economía”. Y asegura que “a diferencia de otras, la del trabajo es fuerza no sólo en el sentido positivo, sino también en sentido negativo, por lo que quita o resta a la producción cuando deja de operar, que es muchísimo en el caso de las posiciones industrial y técnicamente estratégicas".

La huelga aceitera está mostrando, de manera gráfica y sencilla, ese poder de fuego. Los Cargill y los Vicentin se están perdiendo de ganar millones por la acción obrera directa. Una acción de tal envergadura que no pudo ser desarmada policialmente como hizo el gobernador Perotti con las luchas de Algodonera Avellaneda (Vicentin) y Tenaris (Techint).

Un conflicto testigo, no solo para los aceiteros

Hasta la mañana de este jueves, la huelga se mantiene firme. Los aprietes patronales y las negociaciones con el Gobierno intentarán levantarla. Parte del "plan estratégico" del Consejo Agroindustrial es derrotar a los aceiteros y sus aliados. Por un lado, para arrebatarles sus conquistas, atacar sus salarios y condiciones de trabajo. Por otro, que sea un "mensaje" para el resto de la clase trabajadora.

Por eso es tan importante. Desde La Izquierda Diario venimos reflejando el conflicto, día a día, así como las voces de los delegados y dirigentes del conflicto.

Daniel Yofra, secretario general de la Federación Aceitera, decía a nuestro programa Alerta Spoiler que ellos peleaban por un sueldo que consideraban mínimo y necesario, pero “está más del 50 por ciento de los trabajadores registrados bajo la línea de pobreza, es el resultado de la ineficiencia de los dirigentes sindicales que hemos tenido, ni que hablar de los políticos. Están saltando los reclamos en distintos lugares porque la gente se está cansando”.

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De alguna manera planteaba uno de los interrogantes que nos hacíamos en aquella histórica huelga y hoy cobran más fuerza ante el ajuste en marcha. ¿Cómo utilizar esas posiciones claves para que la huelga sea inquebrantable y sirva para forjar una alianza obrera cada vez más amplia? ¿Cómo unirla con asambleas de base a otras luchas, desde la UTA de Rosario a otros conflictos en otras provincias? ¿Cómo aprovecharlas para encabezar una lucha por los sectores más explotados, que cobran 15 000 pesos y trabajan 12 o 14 horas, que se quedan sin techo? ¿Cómo unir y potenciar las fuerzas de los sectores obreros que poseen mayores conquistas con las de esa juventud precarizada, que se empieza a rebelar como en Hey Latam y otros call centers? ¿Cuánto puede durar la intransigencia empresaria si la CGT llama a un paro regional?

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Por todo eso, la huelga aceitera también es un conflicto testigo sobre el poder de la clase obrera, que hay que apoyar y también aprovechar para debatir cómo enfrentar los ataques sobre las condiciones de vida del pueblo trabajador.

 
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