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La Izquierda Diario
17 de junio de 2015 Twitter Faceboock

A DOS AÑOS DE LAS JORNADAS DE JUNIO
Hace dos años, las acciones de “Junio” entraban en una semana decisiva

Publicamos este artículo, que forma parte del especial que publicará Esquerda Diario durante esta semana sobre las “Jornadas de junio de 2013”, en la que se retoman algunos eventos de aquellos días.

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Hace dos años, el sábado 15 de junio, la fuerza de las manifestaciones comenzadas dos semanas antes empezaban a cambiar la forma en que las élites y los gobiernos lidiaban con ellas. A pesar de los intentos de tratar a los jóvenes que tomaban las calles como una “minoría de vándalos”, sus reivindicaciones habían ganado a la mayoría de la población. Había que ceder.

El jueves 13 de junio, las dos ciudades más grandes del país, San Pablo y Rio de Janeiro, amanecieron con la expectativa de grandes manifestaciones. Los diarios paulistas más importantes estampaban editoriales defendiendo un salto en la represión al epicentro de un movimiento que se nacionalizaba. El diario Folha de S. Paulo decía que “Es hora de poner punto final a esto. La intendencia y la Policía Militar deben hacer valer las restricciones ya existentes para las manifestaciones en la avenida Paulista, en cuyas inmediaciones están siete grandes hospitales”, ya el diario O Estado de S. Paulo decía “Se espera que [el gobernador Alckmin] pase de esas palabras a los actos y determine que la PM actúe con el máximo rigor para contener la furia de los manifestantes, antes de que ella se tome la ciudad”.

Horas más tarde la PM paulista cumplió con rigor la orden, encarceló a centenares. Los que portaban vinagre iban en cana. Los que tenían una cámara y sacaban fotos eran blanco de las balas de goma. Diversos periodistas fueron heridos, incluso de la misma Folha de S. Paulo que clamaba por represión.

Esa misma noche el famoso presentador de TV Datena de un programa sobre violencia conducía una encuesta en vivo sobre si sus telespectadores “estaban a favor de las manifestaciones o no”. Espantado con el resultado favorable, ordenó, en vivo, una nueva encuesta, esta vez preguntando si “estaban a favor de la manifestación con disturbios”. Nuevamente, para su espanto, el resultado era ampliamente favorable. Atragantado, en vivo cambió su discurso reconociendo que el pueblo estaba indignado.

Horas después, en la TV Globo, en medio del programa periodístico más importante del país, el comentarista Arnaldo Jabor atacaba violentamente a los manifestantes.

Directo de París, el gobernador de San Pablo, el tucano Alckmin (del PSDB) y el intendente petista Haddad, condenaban exclusivamente la violencia de los manifesetantes y al unísono decían “no revocaremos el aumento” de boletos, demanda central de las manifestaciones.

En Rio de Janeiro, el gobernador Sérgio Cabral decía que los manifestantes eran “quilomberos” y un “movimiento usado para fines políticos”.

Ese jueves, la élite se fue a dormir todavía con la línea de avanzar sobre el movimiento y silenciarlo. Sin embargo, como la encuesta de Datena había mostrado, la juventud había conquistado el apoyo de la población. La inmensa represión de Alckmin de aquel día había echado más leña al fuego, como reconocieron después muchos analistas.

En los siguientes días, la élite fue paso a paso ensayando una nueva línea, intentar dar sugerencias al movimiento, intentar “pautarlo”, pero los gobiernos fueron forzados a ceder el 19 de junio por la noche.

Además de este “historial”, vale recordar eventos de aquel día 15, en el que junto a otros, marcan la profundidad de aquellos días de junio, y cómo alcanzaban a varias clases sociales, cambiando la etapa política de la lucha de clases en el país.

El 15 de junio, en las calles por más que veinte centavos

Las manifestaciones de junio no demandaban exclusivamente por el transporte. Tocaban varias demandas por derechos sociales como la educación, salud, vivienda, e incluía un cuestionamiento a los políticos en general y contra la corrupción, y era un grito de la juventud contra la homofobia, el machismo. En aquellos días, Marco Felicianno, de los más retrógrados representantes de la bancada religiosa y aliado del gobierno de Dilma Rousseff, presidía la comisión de derechos humanos y buscaba pautar temas como la “cura gay” y el “estatuto del nasciturus”, que significaba un salto en la criminalización del aborto.

Ese día, las manifestaciones contra el estatuto del nasciturus a través de gritos, consignas y carteles en varias manifestaciones, fueron organizadas en algunas ciudades, especialmente en la Plaza da Sé, en San Pablo, y en la avenida Atlántica, en Copacabana, en Rio.

En Belo Horizonte y Brasilia, “Junio” se iba mezclando con un nuevo aspecto que fue tomando las calles en las siguientes semanas, la protesta contra los gastos del Mundial de futbol en medio de los juegos de la Copa de las Confederaciones.

Brasilia: el 15 los silbidos llegaron a la clase alta

Otro evento memorable de esa fecha fue la inmensa silbatina que el público del estadio Mané Garrincha le propinó a Dilma cuando su nombre fue anunciado. Confiado de que era “dueño del país”, el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter -quien renunció a su cargo recientemente mientras varios de sus socios están presos- se creyó en el derecho de criticar a los brasileros que silbaban a la presidenta Dilma diciendo “Uds. no tienen fair play”. Era como si la expresión política de los brasileros entorpecía el evento comercial padrón FIFA. Era exactamente eso. No faltaron lecciones con balas de goma y gas lacrimógeno en todo el país para demostrarlo.

El petismo luego buscó analizar este evento como una silbatina de clase media, e intentó criticarlas por este costado, sin cambiar de línea frente a las manifestaciones. Sin embargo, mientras un sector mejor remunerado de la clase trabajadora, y también clase media y burguesa, silbaban a Dilma, en las calles de Brasilia sectores más “populares” seguían una manifestación. Las críticas a los gobiernos alcanzaban a todas las clases sociales. Los sucesos del 15 de junio lo demostraba.

El actor fundamental seguía siendo la juventud y el protagonismo de sus reivindicaciones.

 
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