Un planeta golpeado por una pandemia en medio del capitalismo
En todo el planeta, los contagiados por Covid-19 son 82.709.354 y han fallecido 1.805.035 personas por la enfermedad, según datos de la Universidad Johns Hopkins (JHU), en una publicación realizada este jueves en su página web.
Según la web, Estados Unidos sigue registrando el mayor número de contagios, con la increíble cifra de 19.740.471 personas, prácticamente la cuarta parte del total a nivel mundial. Además, en California ya se ha detectado el primer caso de la nueva cepa británica de Covid-19, constituyendo dos casos confirmados en EEUU. Al país imperialista le sigue India con 10.266.674 y Brasil con 7.619.200, país que por su parte registró 1.194 muertes este miércoles, su mayor número en cuatro meses. Poniendo el foco en Europa, los países que registran más contagios son Rusia (3.100.018), Francia (2.657.624) y el Reino Unido (2.440.202). En este último se sumó ayer 981 muertes, máxima cifra desde abril, así como en Alemania mantienen niveles récord de más de 30.000 contagios, observados desde la semana anterior a la Navidad.
Con respecto al número de muertes en todo el mundo, la cifra alcanzada hasta ahora es de 1.805.035, con Estados Unidos a la cabeza (342.395), seguido de Brasil (193.875), India (148.738), México (124.897) e Italia (73.604). Entre los países europeos con mayor mortandad, además de Italia, estaría el Reino Unido (72.657), Francia (64.508), Rusia (55.692) y España (50.689).
Las proyecciones de recuperación para gran parte de los países nombrados, específicamente para aquellos que son desarrollados, serían para octubre 2021. Según la revista Nature , la Unión Europea junto con otras cinco naciones (entre las que se encuentran Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido) ya se habían reservado la mitad de la oferta esperada de vacunas para 2021. Como consecuencia, los países más pobres podrían tener que esperar hasta 2024 para lograr inmunizar a su población. Hay en curso una carrera por las vacunas a las que se tiene un acceso desigual por parte de los distintos países del globo, donde los grandes laboratorios sin asco buscan enriquecerse y controlar la producción de la misma y sobre la cual la misma OMS ya está señalando que esta competencia podría incluso retardar la salida de la pandemia. Una salida que, no está demás señalar, tiene una solución global y no nacional o local.
Chile heredado de la dictadura: la pandemia que desnudó la precariedad en salud
Hoy por hoy, la situación nacional es la siguiente: el primer reporte del año de la pandemia del coronavirus informó 3.588 casos nuevos, una cifra récord desde el 5 de julio de 2020. De esta forma, el total de contagios de Covid-19 en el país ascendió a 612.564, de los que 16.355 son casos activos. Según el DEIS (Departamento de Estadística e Información de Salud), en las últimas 24 horas se registraron 52 fallecidos, elevando la cifra de muertes a 16.660. En cuanto a la ocupación hospitalaria, 794 personas se encuentran hospitalizadas en Unidades de Cuidados Intensivos, de ellas 611 están con ventilación mecánica y 68 se encuentran en estado crítico de salud. Según la Red Integrada de Salud, existe un total de 301 ventiladores disponibles. El nivel de ocupación de camas UCI es crítico, de un 85%. La nueva cepa británica del virus ya ingresó al país gracias a las pésimas políticas y protocolos sanitarios que tienen un marcadísimo sesgo de clase, pues se puede pasear por el extranjero y entrar al país de vuelta sin mayor control, algo a lo que puede acceder la capa más adinerada de la población, mientras que desplazarse entre regiones e incluso comunas dentro del país es completamente penalizado.
Este año 2020, el desmantelamiento de la salud pública gestado en dictadura y profundizado en democracia quedó al desnudo de una forma brutal. No sólo el manejo nefasto del gobierno de Piñera de la pandemia hizo estragos en las capas más pobres de la población, si no que la precariedad en la que hace décadas está sumergido el sistema de salud público, tuvo consecuencias irreparables. Falta de insumos básicos en hospitales y atención primaria, de camas UCI, de ventiladores mecánicos, ineficiente sistema de trazabilidad, precarización laboral del personal de salud, hospitales que se llueven e históricamente colapsados, son algunos de los elementos de la situación que podemos rápidamente nombrar. Recordemos que al comienzo de la pandemia en Chile, el examen PCR tenía un costo de hasta 25 mil pesos.
Con respecto al manejo mismo de la pandemia, el presidente Sebastián Piñera y el anterior ministro de Salud, Jaime Mañalich, son los primeros en ser señalados con el dedo. Manipulación de cifras de contagiados y muertos, pagos irregulares por el arriendo del Espacio Riesco, son cosas por las que incluso Mañalich y compañía están siendo investigados. Además, debemos recordar las “extrañas” compras de ventiladores con tremendas puestas en escena y shows comunicacionales de Piñera, con cifras de aparatos que nunca calzaron con la realidad del país en medio del vertiginoso colapso de hospitales y la insostenible situación laboral de les trabajadores de la salud, quienes no sólo sufrieron agobio laboral, sino que también despidos en pleno pico de la pandemia. A esto, agregar un plan de desconfinamiento, Paso a Paso a lo menos confuso y torpe, con implicancias para el pobre pero no para el más acomodado. Cambio de ministro, entra Enrique Paris a la escena. Un poco de oxígeno al gobierno para no caer.
En medio de este caos, trabajadores y trabajadoras de la salud se organizaron para luchar contra las pésimas condiciones laborales, las jornadas extenuantes, de los despidos, por un salario digno y por el bono Covid. Hoy siguen haciéndolo también por la libertad de los presos políticos de la revuelta.
Actualmente, el acceso a las vacunas es el foco de la discusión. Con un contrato entre el Estado y la industria farmacéutica Pfizer que sólo entrega garantías a la industria y de implicancias poco claras para el común de las personas, se comenzó la vacunación masiva y voluntaria con una cantidad muy limitada de dosis y dentro de una puesta en escena oportunista de Piñera para llevarse todo el crédito, como si la vacuna fuese un ”logro” del gobierno. Vacuna, que por lo demás, apenas tuvo la cantidad mínima de pruebas en los laboratorios para ser aprobada y que recién después de 3 años podremos ver sus efectos positivos y también secundarios en la población.
Durante lo que va de pandemia e incluso en medio del pico de contagios, el gobierno de Piñera y sus secuaces levantaron medidas represivas con nombre de sanitarias, mientras negaban el evidente colapso del sistema público de salud, con tal de que el pueblo pobre siguiera saliendo a trabajar y a arriesgar su integridad y su vida en favor de las ganancias de los empresarios, cosa que siguen haciendo hasta hoy. El 2020 fue vivir la pobreza cruda y al desnudo del sistema de salud público nacional y la desfachatez de este gobierno empresarial para aplicar medidas que sólo cuidan los intereses de un grupo minoritario y parásito del país, todo en complicidad con una supuesta "oposición" política que no hizo más que aprobarle las leyes más criminales a Piñera y la tregua de las centrales sindicales como la CUT o el Colegio de Profesores que se negaron a movilizar a un pueblo trabajador enfurecido y golpeado que estaba dispuesto a darlo vuelta todo. Dentro de la ecuación neoliberal impresa con genocidio en nuestro país, la salud pública es uno de los términos algebraicos que se combinan con los otros pilares que la sostienen, especialmente con políticas impulsadas por el gobierno que son la continuación del legado de Pinochet: Ley de "protección del empleo", impunidad a las policías, financiamiento y flexibilidad para grandes empresas, un aumento significativo en la cesantía y un plan de educación a distancia improvisado cargado sobre los hombros de les docentes. |