El astro fue el segundo “candidato a planeta” descubierto por el telescopio espacial Kepler de la NASA que funcionó entre 2009 y 2018. Recibió el nombre de KOI-5Ab en 2009 cuando fue divisado por primera vez, pero no estaba comprobada su calidad de planeta.
Pero en 2018 apareció TESS, cuya sigla en inglés significa Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito. Y esta semana pudo comprobar que efectivamente se trata de un planeta.
Tanto Kepler como Tess se basan en registrar los “parpadeos” que generan los planetas al pasar delante de una estrella y así dan cuenta de su existencia y mediante cruce de datos intenta determinar su órbita.
El planeta KOI-5Ab orbita la estrella A, que a su vez tiene una “compañera” cercana, denominada estrella B. Ambas se orbitan entre sí cada 30 años. Pero existe una tercera estrella, la C, ligada gravitacionalmente y que orbita a las dos anteriores cada 400 años.
Los científicos están planteando diferentes hipótesis sobre cómo se formó este planeta entre las nubes de polvo y gases de su peculiar sistema solar. Creen que descubrirlo ayudaría a comprender mejor cómo es que el universo genera los planetas.
También están tejiendo hipótesis sobre las órbitas, ya que estas no están alineadas entre sí y describen 4 órbitas distintas.
Los sistemas solares con 3 estrellas no son tan extraños. En la NASA calculan que aproximadamente un 10% de los sistemas tienen esa composición. Una mayor cantidad de estrellas es muy dificil de hallar, ya que tarde o temprano colisionarían entre ellas.
Lo que sí es raro es que haya planetas en estos sistemas, y más aún del tipo gaseoso como el KOI-5Ab, del que aún no saben si se formó con nubes de polvo y gases de diferentes óribitas estelares o sí bien se formó fuera de su actual órbita y fue empujado hacia adentro por la fuerza gravitacional de alguna de las tres estrellas que lo componen. | 
