En las primeras horas de su mandato, Joe Biden ha firmado una serie de decretos presidenciales para alejarse el desastroso mandato de Donald Trump, que incluye la conciliación con la OMS y el retorno de Estados Unidos al Acuerdo de París.
Sobre esto, el jefe de Naciones Unidas, António Guterres, celebró este decreto, pues destacó que con la vuelta de Estados Unidos al Acuerdo, los países que representan dos tercios de las emisiones se han comprometido a avanzar hacia la neutralidad del carbono.
De cara a la próxima COP 26 en Glasgow, Naciones Unidas espera que se alcancen los compromisos de reducción de emisiones de carbono para cumplir con las metas de la agenda 2030 y así no sobrepasar el umbral de los 1.5 °C.
En 2017, Donald Trump, entonces presidente de los EEUU. firmó la salida del Acuerdo de París, por considerarla innecesaria y que afectaba a la economía del país, coincidiendo con su administración que abiertamente negaba el origen del cambio climático como producto de la actividad humana.
Al respecto Joe Biden no dejó pasar la oportunidad de prometer que se combatirá el cambio climático a través del Acuerdo de París, pues "no hay tiempo que perder cuando se trata de abordar las crisis a las que nos enfrentamos", por lo tanto pondrá en marcha un "ambicioso" plan de mitigación y adaptación.
El "radical" plan es insuficiente para enfrentar la crisis climática
Las medidas que promete implementar Joe Biden están lejos de ser suficientes para frenar la crisis climática, de la cuál cada vez más son evidentes sus efectos, afectando a los sectores más vulnerables.
Entre otras cosas la nueva presidencia ha mencionado que se centrará en la generación de energías limpias y a su vez la creación de millones de empleos destinados a este ramo, adaptación de la infraestructura para hacerla autosuficiente y la apuesta por vehículos eléctricos.
Biden, a pesar de que simpatizantes lo han calificado como seguidor del "Green New Deal" -que busca una "transición verde" dentro de los marcos del capitalismo y que no va más allá de ciertas políticas y regulaciones-, la realidad es que una vez afianzada la presidencia, señaló que, si bien era necesaria una transición alejada del petróleo y el gas, no podría deshacerse de los combustibles fósiles por mucho tiempo.
Estas declaraciones lo alejan de otros demócratas, como Alexandria Ocasio-Cortez, sin embargo, ninguna postura de parte de los partidos estadounidenses tienen como objetivo reorganizar la matriz energética de producción y consumo, es así como estas promesas de cambio son insuficientes, porque hasta la generación energías limpias, tiene su base en la explotación y el extractivismo minero en países dependientes.
De la misma forma, Biden es defensor del fracking, si bien prometió no permitir esta técnica en terrenos federales, si permitirá continúe la práctica de fractura hidráulica para extraer hidrocarburos fuera de éstos. Cabe recordar que este negocio, además de peligroso y devastador para el medio ambiente es una fuente de gases de efecto invernadero importante y para nada contribuye a una transición energética.
Una carrera contra reloj
El objetivo central delAcuerdo de París es reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura mundial en este siglo muy por debajo de los 2°C por encima de los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5°C.
Para alcanzar estos objetivos, es preciso establecer un marco tecnológico nuevo y mejorar el fomento de la capacidad, con el fin de apoyar las medidas que adopten los países en desarrollo y los países más vulnerables, según la propia Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Este acuerdo resultó ambicioso en su propuesta, sin embargo poco se ha alcanzado desde su firma en 2015, aún más con los reveses que administraciones negacionistas como la de Donald Trump y Jair Bolsonaro, que atrasaron su entrada en vigor.
Ahora con la vuelta de EEUU al Acuerdo de París, los países que producen dos terceras partes de emisiones de carbono se encuentran ya ratificando su firma, sin embargo, para frenar la crisis climática hace falta mucho más que los compromisos y buenas voluntades de gobiernos que no tocarán los intereses de grandes capitalistas.
La lucha contra el cambio climático resulta crucial para el futuro de la humanidad, los efectos ya se han resentido en los últimos años y que según mediciones de expertos se prevé que las condiciones se endurezcan en las próximas décadas.
La crisis climática y ecológica no puede resolverse sin cambiar el sistema, el demostró el 2019, con el movimiento Fridays For Future movilizando a millones de personas alrededor del mundo, sumó a vastos sectores sociales quienes han empezado a cuestionar cuál es la salida a este reto, que no vendrá de parte de los políticos ni los grandes capitalistas.
Para conquistar estas demandas, los movimientos contra la crisis climática deben unirse con la clase obrera, que, junto con científicos y los pueblos originarios son capaces de hacer funcionar una economía planificada que sea capaz de hacer que los humanos nos relacionemos de manera racional con el medio ambiente.
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