El 21 de enero de 1931 se funda la Liga Comunista, la organización que agrupó a los trotskistas en Brasil. El trotskismo brasilero surge de distintas fracciones o rupturas del Partido Comunista (PC) oficial que se había fundado en 1922. De los 9 delegados fundadores del PC de Brasil, dos de ellos serán fundadores del trotskismo. Uno de ellos era Joao da Costa Pimenta, obrero gráfico y gran dirigente sindical que protagonizó en 1919 la primera (y una de las pocas) huelga general que vivió Brasil en su historia. El otro era Joaquim Barbosa, el secretario sindical del PC.
Es muy interesante lo que cuenta José Roberto Campos: “La acción de los trotskistas tuvo su mayor influencia en el movimiento obrero latinoamericanos en la década del 30. Treinta y cuatro grupos adeptos a la Oposición de Izquierda Internacional, se esparcían en la época por Brasil, México, Bolivia, Argentina, Uruguay, Panamá, Puerto Rico, Chile y Cuba.
En por lo menos 2 países -Chile y Cuba- las divergencias entre Trotsky y Stalin dividieron a los partidos comunistas locales, produciendo una mayoría favorable al primero” (¿Qué es el trotskismo?- Ed. Brasiliense).
A mediados de los 20, el PC comenzaba a burocratizarse (estalinizarse) y surgen dirigentes que enfrentan ese desvío. Ya en 1927 Barbosa encabeza una fracción llamada Oposición Sindical contra la línea oficial. Varios comités del PCB se sensibilizan con esas críticas y surgen nuevas y más profundas divergencias en su seno. Un grupo encabezado por el abogado Roberto Coutinho, también fundador del PCB, se ligan a la Oposición de Izquierda y después se unen a la fracción de Barbosa y Costa Pimenta.
Mario Pedrosa, que será la figura más conocida en la historia del trotskismo brasilero, había sido enviado a Moscú para una escuela de formación, toma contacto con los documentos críticos que León Trotsky redactó para el VI Congreso de la Internacional Comunista de 1928 y adhiere a sus posiciones. En 1929 vuelve a Brasil y reunifica a los grupos en el llamado Grupo Comunista Lenin. Poco después ganan al grupo de Fulvio Abramo, que tenían tendencias anarquistas y se habían negado a entrar al PC. Este período de prehistoria, no fue sin crisis y enfrentamientos. Pero cuando en enero de 1931 se funda la Liga Comunista, los trotskistas brasileros darán un salto teórico y político que les permitirá en San Pablo (y quizá también en Rio de Janeiro) ser más fuerte que el PC oficial.
El PCB había desarrollado por medio de unas tesis que escribió Otavio Brandao que Brasil era un país de estructura feudal y agraria y que por lo tanto la revolución debía ser por etapas, primero la revolución democrática e industrializar el país, y luego vendría la lucha por la revolución socialista. Una típica concepción menchevique que el estalinismo había adoptado para los países atrasados.
Mario Pedrosa y Livio Xavier publican unas tesis polemizando abiertamente con esa concepción y dan así las primeras bases teóricas nacionales al joven grupo trotskista. Después complementarán esto con un análisis del golpe de Getulio Vargas de 1930 que cambiará la historia del país. Dirigiendo la Federación Gráfica de San Pablo, con Joao de Costa Pimenta, influenciarán al movimiento obrero paulista ayudando a organizarlo y en diversas luchas, no solo sindicales o reivindicativas sino políticas.
La fusión de jóvenes intelectuales junto a experimentados dirigentes obreros y juveniles fueron la base de la superioridad en esos años contra el estalinismo.
Contra el fascismo
Como en muchos países del mundo, con el triunfo de Hitler en Alemania en 1933 y el de Mussolini 10 años antes en Italia, surgen grupos fascistas. En Brasil, se llamarán los Integralistas, usaran camisas verdes (en Alemania eran pardas, en Italia negras, en Minneapolis –EEUU- serán plateadas, los falangistas españoles, camisa azul) y su objetivo era atacar a las organizaciones obreras. Los trotskistas proponen hacer un Frente Único Antifascista. Pero no en el sentido de frente democrático policlasista, como lo desarrollarían años más tarde los PC de todo el mundo. No, los trotskistas proponían un frente único obrero para defenderse y en lo posible atacar a los fascistas que desde 1932 habían roto varios actos de la izquierda. Los trotskistas proponen concretar ese frente fundamentalmente a los sindicatos y partidos obreros y lo logran. Y en una jornada memorable, el 7 de octubre de 1934, después de convencer al PCB que se integrara al Frente le provocan a las huestes de Plinio Salgado, el pretendido jefe de los fascistas, una derrota estrepitosa con enfrentamiento en las calles Y esa fecha será el fin de las camisas verdes, que nunca más podrán actuar como antes.