Uno de los sectores esenciales para el funcionamiento de cualquier ciudad, es el sistema de recolección de basura, y por ello, desde el comienzo de la pandemia se anunció desde el Gobierno de la Ciudad de México que no cesarían estas labores. Sin embargo, es una de las labores menos reconocidas, a pesar de que, sin ella, el daño a la salud de los ciudadanos seria, en muchos casos, irreparable. Graves problemas respiratorios y daños severos en la piel por la exposición a los gases que surgen de la descomposición de la basura, irritación aguda e infecciones en los ojos, alergias múltiples y presencia de microorganismos que podrían transmitir enfermedades complejas, como así también, aumentarían en proporciones siderales, los daños al medio ambiente.
Pero, también, y partiendo de lo que implica estar cerca de la basura, poco se habla del riesgo que implica laboral en este servicio, riesgo que aumentan con la pandemia.
Solamente en la CDMX, se tiene registro de 24 mil trabajadores de recolección de basura. Que se dividen en trabajadores de base, los “nómina 8“con un salario de 1500 pesos al mes y aproximadamente 10 mil empleados “voluntarios”, es decir que, no tienen reconocimiento laboral con el gobierno y, por lo tanto, no cuentan con salario ni prestaciones de ley. Viven de las “propinas” que reciben día a día durante su jornada y de las ventas de cartón, pet, aluminio y vidrio.
Es escandaloso que el gobierno de la ciudad mantenga a más del 40% de la planilla sin reconocimiento laboral y llamándolos “voluntarios” para disfrazar la precarización laboral como si alguien por el simple gusto quisiera trabajar, sin salario y sin garantías básicas de salubridad, en uno de los empleos con mayor riesgo y más necesarios para la comunidad.
Los recolectores de basura están constantemente expuestos a heridas y enfermedades por el contacto directo con materiales punzocortantes y sin identificar. Desde mucho antes de que comenzara la pandemia, ya era normal ver a estos trabajadores rasgar las bolsas con las manos desnudas y separar rápidamente los materiales que podrían servirles para venta. Con la llegada del COVID-19 esta labor se hizo aún más riesgosa. La saturación de hospitales ha obligado a la mayoría de las personas contagiadas a tener que atenderse en casa y por lo tanto generar basura contaminada que, muy pocas veces, se desecha aparte, exponiendo a los trabajadores a un contacto directo con el virus.
Otro elemento de riesgo es que no cuentan con el equipo necesario para hacer su trabajo de manera segura. En la mayoría de las alcaldías solamente les dan cubre bocas cada tanto mes, por lo que no alcanzan a cubrir a la totalidad de la plantilla y, los recolectores, tienen que comprar, por sus propios medios, los insumos básicos de protección.
Con todos estos elementos en contra, no sorprende enterarse que cerca de 400 trabajadores hayan enfermado y, lamentablemente, fallecido desde el inicio de la crisis sanitaria. Imaginemos que, si alguno de los contagiados no cuenta con base, deberá encargarse de pagar todos los gastos médicos derivados de la enfermedad, así como sobrevivir sin salario el tiempo que no pueda presentarse a trabajar, y en caso de fallecer no habrá ninguna clase de apoyo para los familiares que dejen detrás.
Los recolectores de basura son parte de ese sector invisible y sumamente precarizado
La política de no reconocer laboralmente a este sector es la misma que padecen los trabajadores estatales que no cuentan con reconocimiento laboral y le ahorran enormes cantidades de dinero al gobierno.
También, dentro de este esencial sector, existe la subrogación del servicio, herramienta que suelen utilizar los gobiernos para desentenderse aun más, de sus obligaciones, tanto con las y los trabajadores, como con la comunidad que requiere de ellos de forma vital. En estos casos, suele ser aun más perversa la relación laboral, dado que, en muchos, se trata de empresas fantasmas o pequeños contratistas que están sujetos a los presupuestos estatales o licitaciones amañadas, siento que, en todos los casos, los más vulnerables son las y los trabajadores.
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¿Cómo se podrían mejorar estas condiciones?
Claro que, cierto sector de la población puede tomar consciencia y darles propinas más generosas o incluso hacer donaciones de cubre bocas o gel antibacterial. Pero esto, en realidad, no subsana de raíz las problemáticas que enfrentan, la generosidad no termina con la super explotación y la precariedad. Es imperativo que todos los recolectores de basura sean reconocidos como trabajadores plenos del estado y cuenten con base y todos sus beneficios y prestaciones para que, en caso de enfermar, puedan acceder a atención médica necesaria y merecida.
Un sector de estos trabajadores, han solicitado el pago de un bono por el riesgo que implica laborar en esas condiciones, pero, más que bonos, que pueden ser o no entregados a capricho del gobernante en turno, es necesario un aumento de emergencia de los salarios de los trabajadores para que puedan cubrir los incrementos de la canasta básica y que se estipulen salarios dignos que cubran realmente el costo de la canasta básica. Deben contar con todo el equipo de protección necesario para laborar y que éste se proporcione no solo durante la pandemia sino de manera permanente como sector de riesgo que en verdad es.
La vida de los trabajadores es muy valiosa, por lo que hay que pelear por todos los derechos necesarios para defenderla. |