Allegados a María Estela “Isabelita” Martínez de Perón, quien ayer cumplió ayer 90 años, informaron en las últimas horas al sitio Infobae que la expresidente “tuvo una sorpresa muy especial durante la tarde” al recibir un cariñoso llamado telefónico de Jorge “Francisco” Bergoglio.
La intención del llamado, según dijeron, fue saludarla y dialogar durante algunos minutos con la última esposa de Perón. Para la comunicación habrían realizado gestiones personales el obispo de Río Gallegos (Santa Cruz) Jorge García Cuerva y el mismísimo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina Oscar Ojea.
El año pasado el monarca de Roma ya había tenido un gesto más que considerado para Isabel, al regalarle un costoso y lujoso rosario a través de un amigo común que vive en Suecia, Carlos Luna.
Desde muy chica Isabel es una ferviente católica, al punto que hoy ya no va a misa todos los días como antes pero sí va un cura a su casa y le da la comunión. Sus concepciones ultraconservadoras respecto a la vida y la muerte fueron la impronta de su estrecha relación con José López Rega, a quien terminó convirtiendo primero en secretario privado de Perón, luego en ministro de Bienestar Social (de los gobiernos de Cámpora y del general) y factor clave en la conformación y desarrollo de la banda parapolicial de ultraderecha Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A.
Como relata la historiadora Claudia Ferri en otro artículo, con la muerte de Perón el 1° de julio de 1974 Isabel se convirtió en la primera mujer presidente de la historia argentina. “Si durante la primera mitad de ese año se vio un giro represivo en las políticas de Estado de la mano de Perón, con su muerte la situación se agudizó. Su gobierno inició con el Pacto Social cuestionadísimo, con una crisis social y económica que se profundizaba y con conflictos obrero por mejoras salariales y condiciones laborales que se multiplicaban en todo el país. Además los ataques de la Tiple A aumentaron exponencialmente”.
Por aquellos años Jorge Bergoglio ya se iba convirtiendo en un prometedor jerarca de la Iglesia católica. A poco de ordenarse cura, en 1969, empezó a militar en la organización de la derecha peronista Guardia de Hierro. Y en 1973, al ser designado titular de la Compañía de Jesús (la congregación jesuita) dejó en manos de esa organización la dirección de la Universidad del Salvador.
Como se sabe, en 1976 esa “casa de altos estudios” nombró doctor honoris causa nada menos que a Emilio Massera, por pedido del propio Bergoglio. Tan estrecha era la relación entre el marino genocida y el cura que éste ofició de enlace con Guardia de Hierro para que esa organización terminara siendo el aparato político de mandamás de la ESMA. Un símbolo de la complicidad del actual papa con la dictadura argentina.
Casi medio siglo después, el llamado de Francisco a Isabelita podría pensarse como algo mucho más profundo que el saludo de cumpleaños del papa a una expresidente. Incluso mucho más que un llamado de peronista a peronista.
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