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7 de febrero de 2021 Twitter Faceboock

Semanario Ideas de Izquierda
La economía de la ¿pos? pandemia: relatos, incertidumbre y mercados anarcotizados
Esteban Mercatante | @EMercatante
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Los trastornos del covid están lejos de haber quedado atrás, como lo muestra el hecho de que todos los días se registran nuevos anuncios de cierres sanitarios en los más diversos lugares del planeta, y otras medidas restrictivas. No obstante, las proyecciones económicas siguen marcadas por un optimismo respecto de la recuperación, estimulado sobre todo por la perspectiva del avance de la vacunación. Este se mantiene inalterado aunque los planes de vacunación están sometidos a permanentes retrasos. Estamos presenciando una pelea denodada entre los países para asegurarse dosis en los marcos de una provisión insuficiente de los laboratorios. Este “nacionalismo de las vacunas” se impone como “natural” pero no lo es en lo más mínimo. Por el contrario, es resultado de que los Estados que financiaron el desarrollo de las vacunas consideran intocables los derechos de patentes de las firmas privadas que imponen límites a la fabricación en función de maximizar sus ganancias, lo cual no siempre significa producir más, ni mucho menos habilitar otros laboratorios para que produzcan lo que los dueños de las patentes no alcanzan a abastecer.

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No obstante esta incertidumbre, semanas atrás, el FMI revisó al alza sus proyecciones para 2021, pasando de esperar una recuperación de 5,2 % a una de 5,5 %. La economía mundial, que de acuerdo al organismo cayó 3,5 % en 2020, será de cumplirse el pronóstico más grande al final de este año de lo que era en diciembre de 2019, dejando atrás los impactos agregados de la crisis. Pero no puede decirse lo mismo de todos los países. Entre las economías ricas, el FMI prevé que “los EE. UU. y Japón recuperarán los niveles de actividad de finales de 2019 durante la segunda mitad de 2021, mientras que en el área del Euro y el Reino Unido se espera que la actividad se mantenga debajo de los niveles de fines de 2019 durante 2022”. China, que a contramano del resto del planeta creció durante 2020, va camino a concluir el año siendo 10 % más grande que a fines de 2019.

Para el resto del planeta el panorama sigue siendo dispar, pero en muchos países es mucho más sombrío. Mientras los países “emergentes” asiáticos se ubican entre los menos golpeados –incluso India que cayó 8 % en 2020 proyecta según el FMI crecer 11,5 % este año– en América Latina regresar a los niveles económicos de fines de 2019 podría llevar años. El desplome regional fue de 7,4 % en 2020 y este año, con viento en popa, cerrará con un crecimiento de 4,1 %.

Si vamos desde el final de la película hacia atrás para entender los motivos de esta proyectada disparidad que dejará a la mayor parte de los países dependientes y semicoloniales más pobres entre los más golpeados por la crisis pandémica, encontramos en primer lugar la actitud corsaria con la cual los países más ricos abarrotan dosis de vacunas por encima de lo que les demandaría inmunizar a toda su población. Los Estados que albergan al 14 % de la población mundial tienen comprometida la compra del 53 % de las vacunas con más posibilidades de funcionar. Así esperan asegurarse no recaer en colapsos sanitarios ni tener que volver a cerrar sus economías, permitiendo que los empresarios de todos los rubros puedan terminar de imponer un retorno definitivo de toda la fuerza de trabajo empleada a sus puestos terminando en lo posible con todas las licencias sanitarias vigentes (algo que, como muestran empresas como Metrovías en el subte porteño, intentan hacer aún antes de la aplicación de vacunas). Los países que albergan al 86 % de la población restante, deben repartirse ese 47 % de dosis no acaparadas por los países imperialistas, y depender de los aportes de programas como el Covax (programa coordinado por la OMS), que hoy administra apenas 350 millones de vacunas (es decir que abarca a menos de 5 % de la población mundial). Para América Latina fueron asignadas 35 millones de vacunas del Covax (para Argentina 2,2 millones).

Yendo hacia atrás, la película de las desiguales perspectivas económicas estuvo determinada por los niveles dispares que tuvieron los paquetes de contención frente al impacto económico generado por la crisis sanitaria desde febrero de 2020. Como observa el economista del mainstream Kenneth Rogoff:

En las economías avanzadas, el gasto público adicional y los recortes de impuestos durante la crisis de COVID-19 han promediado casi el 13 % del PIB, con préstamos y garantías [a cargo de los Bancos Centrales y el fisco; NdR] que ascienden a otro 12 % del PIB. Por el contrario, los aumentos del gasto público y los recortes de impuestos en las economías emergentes han totalizado alrededor del 4 % del PIB y los préstamos y garantías otro 3%. Para los países de bajos ingresos, las cifras comparables son el 1,5 % del PIB en apoyo fiscal directo y casi nada en garantías.

Los países imperialistas pudieron apelar a la creación de deuda y emisión monetaria en gran escala para contener los efectos de un desplome económico que solo resultó comparable con el de la Gran Depresión que siguió al crack de 1929. Pero fuera de estos países que cuentan con el privilegio de tener en su territorio los grandes centros financieros y participar a través de sus empresas de la apropiación de riqueza en todo el mundo, las posibilidades de comprometer recursos para paquetes de contención eran mucho más limitados.

Si el impacto económico del covid resultó mucho más devastador que el que desató la quiebra del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers en 2008, en esta oportunidad el colapso no estuvo precedido por nada comparable al llamado “boom de las commodities”, que desde 2003 en adelante había llevado la cotización de las materias primas a niveles récord, permitiendo a los países que basan en estas su comercio exterior registrar años de crecimiento elevado, acumulación de reservas de dólares en sus bancos centrales, y en algunos casos como argentina incremento de la recaudación fiscal (por los derechos de exportación o retenciones). Los momentos previos al estallido de la pandemia estuvieron marcados, por el contrario, por una elevada inestabilidad: años de fuerte afluencia de capitales estuvieron seguidos por otros de retirada de capitales hacia los países más ricos, como fue 2018, motivado sobre todo por las políticas monetarias y fiscales de EE. UU. Por eso, como recuerda Rogoff,

En el período previo a la crisis financiera de 2008, las economías emergentes tenían balances relativamente sólidos en comparación con los países desarrollados. Pero entraron en esta crisis cargados con mucha más deuda pública y privada y, por lo tanto, son mucho más vulnerables. Muchos estarían en serios problemas de no ser por tipos de interés cercanos a cero en las economías avanzadas. Aun así, ha habido una creciente ola de incumplimientos soberanos, incluyendo a la Argentina, Ecuador y el Líbano.

Puede haber, eso sí, una importante contratendencia. Como resultado de las gigantescas inyecciones monetarias de la Fed y otros bancos centrales, los precios de los commodities están alcanzando en los últimos meses valores récord. También hay flujos de capitales atraídos por la posibilidad de lograr grandes rendimientos con los fondos a tasa casi cero que obtienen los financistas en los países imperialistas. Para las cuentas fiscales y de balanza de pagos estragadas de muchos países dependientes, si esto se sostiene puede dar algún oxígeno y evitar mayores trastornos como resultado de desequilibrio en sus cuentas externas durante este año y los próximos. Todavía no está asegurado que así sea.

No sorprende que Rogoff concluya que “una marea creciente de recuperación es inevitable, pero no levantará a todos los barcos”.

La disparidad que trae la recuperación no es solo geográfica. Mientras buena parte de la población en la mayor parte de los países batalla contra los efectos que tuvo la pandemia en sus condiciones de vida, la ONG Oxfam observó recientemente que las mil personas más ricas, “principalmente hombres millonarios blancos”, recuperaron en nueves meses toda la riqueza perdida como resultado de la crisis económica ocasionada por el covid. “Esto contrasta con la crisis económica de 2008, cuando los milmillonarios necesitaron cinco años para recuperar su nivel de riqueza previo a la crisis”, computa el informe. A escala mundial, la fortuna de los milmillonarios aumentó en USD 3,94 billones entre el 18 de marzo y el 31 de diciembre de 2020 (crecimiento que equivale a un tercio del PBI de China). El crecimiento conjunto de las fortunas de los 10 milmillonarios más ricos del mundo fue de USD 540.000 millones, lo que supera holgadamente el tamaño de la economía argentina.

En contraste, otro saldo de la pandemia es un aumento de 150 millones en la cantidad de personas que viven en situación de pobreza extrema.

En EE. UU., donde residen muchos de los milmillonarios que prosperan, al día de hoy hay 9 millones menos de puestos de trabajo que en febrero de 2020. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) consigna que a lo largo de 2020 se produjo una disminución sin precedentes de la ocupación a escala mundial de 114 millones de empleos con respecto a 2019. En términos relativos, “esa disminución fue mayor en el caso de las mujeres (5 %) que en el de los hombres, y mayor asimismo en el caso de los trabajadores jóvenes (8,7 %) que en el de los de más edad”. La crisis sirvió de disparador para toda una serie de experimentos que apuntaban a un salto en la precarización, que se llevaron a cabo amparados en el argumento de la emergencia sanitaria. Desde el punto de vista del capital cualquier recuperación que vaya más allá de una estabilización “rastrera” exige generalizar estos avances para aumentar la rentabilidad a costa de la fuerza de trabajo.

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Estímulo hoy, ¿austeridad mañana?

En el arranque de su gobierno, Biden anunció un nuevo paquete de medidas por USD 1,9 billones, que pretende financiar aumentando impuestos sobre las corporaciones y los contribuyentes de mayores ingresos. La urgencia del paquete y su volumen se explica por la magnitud de las consecuencias que todavía persisten de la crisis, como muestra el ya mencionado deterioro persistente de la situación laboral. El paquete es de todos modos USD 200.000 millones menor que el primer conjunto de medidas lanzado en abril de 2020. Lo cual no quita que, por la manera en que pretende financiarse, esté generando resistencias en legisladores reacios a afectar –muy moderadamente– a las grandes empresas y sectores más ricos.

Aun de aprobarse el paquete tal como fue diseñado –algo que no está asegurado ya que puede ser sometido a fuertes modificaciones que moderen la carga impositiva–, podemos anticipar desde hoy la presión por volver a recortar los gastos y “normalizar” el estado de las finanzas públicas con nuevas reducciones de impuestos a las grandes corporaciones como las realizadas por casi todos los gobiernos –sobre todo republicanos, pero no exclusivamente– durante las últimas décadas. Esto ocurrió durante y después de la crisis de 2008-2010. Lo mismo podemos esperar en la Unión Europea, como consigna Michel Husson, que atravesó buena parte de la última década con los estragos generados por el endeudamiento tomado para salvar a bancos y empresas en 2008, y las medidas de austeridad que le siguieron. Todo lo cual contribuyó a gestar la “furia populista” que golpeó los regímenes políticos de varios países imperialistas en estos años, y fue el caldo de cultivo también para los ciclos de revueltas como el que vimos entre 2019 y 2020. Nada indica que esta vez la película vaya a ser diferente, aunque por ahora, cuando todavía no llegan las vacunas ni está asegurado que no haya nuevas olas y cierres forzados, de eso no se hable.

Algo huele a podrido en Wall Street

En los últimos 10 días, la noticia económica más comentada fue la movida bursátil iniciada en la red social Reddit, en contra del pronóstico a la baja de las acciones de la empresa GameStop en el que habían basado sus inversiones algunos fondos de inversión de riesgo como Melvin Capital, lo que ocasionó a estos últimos pérdidas millonarias. Ha sido hasta hoy sobreanalizada [1], matizando la lectura inicial que la presentaba como una gesta de David contra Goliat. Es que, si por un lado tenemos a un “lobo” de Wall Street como Melvin que perdió 53 % de su valor en algunas semanas, es decir la friolera de USD 6.625 millones, por otro lado tenemos a otros pesos pesado como BlackRock que ganaron fuerte con la misma movida.

Pero más allá del episodio como “puja distributiva” entre inversores de distinto volumen, que al día de hoy va camino a concluir de manera esperable, con la acción de GameSpot habiendo perdido ya buena parte del incremento que había tenido su cotización y en rumbo a caer todavía más, el episodio resulta ilustrativo de las fragilidades y riesgos potenciales que subsisten a pesar de (pero también a causa de) las grandes inyecciones de fondos realizadas por los bancos centrales de todo el mundo.

“Anarcotizados”, reza un clásico tema de Patricio Rey y sus redonditos de ricota. Es un término que parece apropiado para caracterizar el comportamiento de los mercados financieros. “Narcotizados”, porque la disposición mostrada por los gobiernos y bancos centrales para hacer “lo que haga falta” (como afirmaba el ex titular del Banco Central Europeo Mario Draghi que estaba dispuesto a hacer durante lo peor de la crisis europea) para salvar empresas, apuesta que después del covid creció a una escala sin precedentes, ha creado un mundo virtualmente sin riesgo para los inversores. Como observan con preocupación algunos medios y consultoras, la amenaza de que una gran parte de las firmas en los países se conviertan en “zombies”, es decir empresas que solo son capaces de subsistir, pero no de innovar ni de aportar por lo tanto nada al crecimiento, aumentó de manera significativa. Esto puede dañar todavía más las perspectivas económicas de mediano plazo, como ya ocurrió después de la Gran Recesión de 2008-2010, pero en escala agravada, ya que el problema de las deudas no hizo más que agravarse. Pero también “anarco”, porque la cantidad sideral de capitales que circula en busca de ganancias, es caldo de cultivo fácil para multiplicar el efecto amplificador de episodios como el de GameStop. Como observa el analista financiero Mohamed El-Erian, el suceso de GameStop dejó al descubierto el “riesgo sistémico”. En su opinión “el sistema financiero estuvo a punto de sufrir un accidente de mercado que podría haber desencadenado una ‘reducción de ingresos’ [de-grossing] disruptiva: el desapalancamiento simultáneo de los balances financieros” de todos los fondos de inversión y otras instituciones financieras. Agrega que, si este tira y afloje “se desarrolló en medio de una asunción excesiva de riesgos y la amplia desconexión entre las finanzas y la economía real”, la reacción de los inversores como resultado de haber evitado un accidente “ha sido la de asumir un riesgo aún mayor en general”.

En este contexto, Rogoff advierte que después de la lluvia de dólares con la que la Reserva Federal (Fed) inundó el planeta en 2020, una rápida “normalización monetaria” (lo que el llama el “taper tantrum 2.0”, una secuela de la reversión de la laxitud monetaria que se inició en 2013 después de que la Fed considerara que las medidas de emergencia para hacer frente a la Gran Recesión habían cumplido su objetivo) “está al tope de la lista de las cosas que pueden salir mal”. Si existiera una rápida reversión de las tasas de interés casi cero y absorción de los fondos inyectados, “no solo sufrirán los mercados emergentes”, advierte el economista. Si bien la Fed ya anticipó que no planea aumentar las tasas de interés por un largo tiempo, introduciendo incluso un nuevo marco de política monetaria que da fundamentos para sostener una política expansiva durante un período prolongado, esto podría cambiar: “si Estados Unidos logra sus objetivos de vacunación para este verano y las mutaciones del coronavirus siguen contenidas, las previsiones de un ‘despegue’ de la Fed desde tipos de interés cero podrían adelantarse significativamente”. La “exuberancia irracional” (término acuñado por el ex titular de la Fed durante más de 20 años Alan Greenspan) de los mercados financieros y sus cotizaciones por las nubes puede empujar en este mismo sentido, aunque la Fed por ahora no manifiesta ninguna intención de apurarse, y esto parece ir en sintonía con los pareceres de la nueva titular del Tesoro, Yanet Yellen (que lideró la Fed antes que el actual jefe, Jerome Powell). Pero aún con el narcótico de las tasas cero y la “flexibilización cuantitativa”, los riesgos financieros están lejos de ser inexistentes, con la perturbación que eso puede generar en economías estragadas por los efectos del covid.

En síntesis, el optimismo de los pronósticos de la economía pos covid buscan velar lo que son las marcas duraderas que deja el (primer) año de una peste que no tuvo nada de natural, que no son otras que una mayor desigualdad y nuevos riesgos sistémicos explosivos.

 
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