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19 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Historia
La participación de Estados Unidos en la Decena Trágica de 1913
Óscar Fernández | @OscarFdz94

El 12 de febrero de 1913, Estados Unidos envió barcos a Veracruz, Tampico y Acapulco para "proteger las vidas e intereses de sus nacionales". Esto mientras en la capital del país transcurría el golpe de Estado de Victoriano Huerta y los eventos de la "Decena Trágica".

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El triunfo de la Revolución Mexicana había llevado a Francisco Ignacio Madero González a la presidencia del país. Era el primer presidente elegido democráticamente luego de 30 años de gobiernos porfiristas, con una revolución que había mandado al exilio al dictador y masas campesinas alzadas contra el sistema que los había oprimido y explotado por décadas en favor de una burguesía fuertemente arraigada a la inversión del capital extranjero —principalmente francés y estadounidense.

Sin embargo, una vez en la presidencia, Madero mostraba que su idea era la de una revolución en el sentido político, donde no trastocaba el aparato de Díaz, dejando a varios de sus ministros en el cargo y manteniendo en lo esencial el modelo capitalista y con fuerte componente de hacendados en el campo. Esto era congruente con el programa que enarbolaban Madero y el Partido Nacional Antirreeleccionista:

Sus propuestas eran «luchar por el restablecimiento de la Constitución [constitución liberal de 1857, la misma que había establecido Benito Juárez]; establecer el principio de la no reelección para presidente, vicepresidente y gobernadores; reformas a la Ley Electoral; alcanzar la efectividad del voto y la libertad de expresión, suprimir las prefecturas políticas, mejorar las condiciones del ejército y estrechar relaciones con los países latinoamericanos» y algunas propuestas de carácter social como «el mejoramiento de la instrucción pública, así como de la condición material, intelectual y moral de los obreros [sic] y el fomento de la agricultura, la industria y el comercio».

Este mantenimiento del sistema capitalista en México lo llevó a tener diferencias con Zapata. Mientras que Zapata sostenía que los hacendados y terratenientes tenían que comprobar que eran dueños de las tierras —ya que los campesinos morelenses tenían sus documentos de tiempos coloniales para comprobar que eran tierras indígenas y ancestrales—, Madero sostenía que debían hacerse estudios —debido a que defendía la Constitución juarista de 1857, la misma que había despojado a estos campesinos de sus tierras debido a las reformas liberales— y pedía paciencia a Zapata para que su gobierno pudiera devolverle tierras a los campesinos y decretar una reforma agraria, a la vez que enviaba a Victoriano Huerta a combatir al zapatismo.

Zapata entonces tildó a Madero de traidor y se mantuvo en armas, ahora contra el nuevo gobierno. Sin embargo, a pesar de mantener el aparato porfirista prácticamente intacto, la burguesía mexicana y el capitalismo estadounidense, en vías de convertirse en una potencia imperialista, veían con recelo el gobierno maderista.

El miedo de los capitalistas no era Madero, quien claramente no era una amenaza en sí a sus intereses por su moderación, sino lo que éste enarbolaba. Las masas campesinas habían desterrado a un dictador que les había permitido obtener ganancias a costa de una fuerte explotación laboral —exacerbada hasta el último centavo con las tiendas de raya— y así enriquecerse mientras el 90% de la población era analfabeta y vivía en la pobreza.

A finales de 1912, el maderismo se encontraba en una severa crisis, a su derecha lo cuestionaban las tendencias más conservadoras del régimen exigiendo que se terminara con las rebeliones campesinas de una vez y por todas, a su izquierda tendencias pequeñoburguesas reformistas que veían en la reforma social una salida, aunque también "pacificando" a los campesinos. [1]

Para frenar este ímpetu revolucionario, el embajador estadounidense en México, Henry Lane Wilson, se reunió con Huerta y los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz (sobrino del exiliado dictador) de organizar una "confusa" operación de bandera falsa —es decir, una operación fingiendo que era perpetrada por un grupo de alzados— para de esa manera acuartelar a Madero y, una vez arrinconado, arrestarlo, obligarlo a renunciar y posteriormente asesinarlo.

Decimos que dicha operación es "confusa" en la medida en que Huerta, al mando de las tropas leales, los enviaba a la muerte a manos de sus co-conspiradores para así eliminar a los elementos que podían interferir posteriormente en evitar que el golpe de Estado se llevara a cabo.

Es así que Bernardo Reyes envió a sus tropas a Palacio Nacional a enfrentar a Madero, mientras que Félix Díaz se encerró en La Ciudadela y desde allí lo combatieron los soldados maderistas al mando de Huerta. Los enfrentamientos comenzaron el 9 de febrero de 1913; ese mismo día, Madero organiza la "Marcha de la Lealtad", en la cual fue acompañado por tropas leales y cadetes del colegio militar a lo largo de Av. Paseo de la Reforma y hasta Av. Juárez, en columna con 300 jóvenes militares ataviados con sus uniformes de gala y con el presidente montado a caballo y sosteniendo una bandera nacional.

Complementando el golpe acordado en la embajada yanqui, el 12 de febrero, el gobierno estadounidense envió buques de guerra para bloquear los puertos estratégicos de México: Acapulco y Mazatlán en el Pacífico, y Tampico y Veracruz en el Golfo. La razón era "proteger las vidas y los intereses de sus nacionales".

El secretario de Estado, Philander Knox, informó al embajador Wilson que se habían enviado el “Virginia” a Veracruz y el “Georgia” a Tampico, ambos desde la base de Guantánamo en Cuba —ya desde entonces en poder de los estadounidense por la sujeción a la Enmienda Platt— el “South Dakota” a Acapulco y el “Colorado” a Mazatlán, ambos partiendo desde San Diego en California y llegando todos entre el 15 y 16 de febrero de ese año.

La injerencia estadounidense llevó a que fuera depuesto un presidente democráticamente electo (como ocurrió decenas de veces en su "patio trasero latinoamericano", entre ellos el caso de Chile en 1973) para proteger los "intereses" de Estados Unidos. ¿Cuáles intereses? La extracción de recursos del territorio nacional, como se vio en 1906 en la huelga de Cananea cuando los obreros mexicanos fueron asesinados a mansalva por tropas porfiristas y rangers de Arizona para defender las ganancias de la "Cananea Consolidated Copper Company".

Madero y su vicepresidente, José María Pino Suárez, encontraron la muerte días más tarde. Pero ya era tarde: la llama de la revolución se había encendido y "el tigre" que tanto temió Porfirio Díaz —es decir, la bravura del pueblo mexicano y las masas pauperizadas e insurrectas— no iba a dejarse domar tan fácilmente.

 
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