El amor constituye un tema difícil de definir. Por tanto, teorizar sobre ello requiere ahondar en la relación que existe entre el plano sentimental o emocional y el sistema social y cultural en el que nos desenvolvemos. O, dicho de otro modo: comprender que las características y expresiones del amor, como todo constructo social, lejos de ser algo individual, incorpora elementos subjetivos que adquieren sentido dentro de contextos históricos y órdenes sociales diversos.
Por tanto, el amor no es ahistórico ni universal, sino más bien se define socialmente según valores que están ligados a instituciones sociales como el matrimonio o la familia en las diversas formas que han ido adquiriendo en el tiempo a través de las distintas sociedades y modos de producción.
En estas fechas vale la pena informarnos y reflexionar sobre cómo es que el amor romántico se relaciona con la violencia machista, ya que es innegable que el amor romántico sigue calando en las relaciones afectivo-amorosas actuales y futuras que se establecen entre los individuos de nuestra sociedad, posicionando al ser amado como eje central de la vida.
La difusión de este tipo de amor y su naturalización en el cine, la música, la literatura y publicidad, son un bombardeo constante y una influencia para las y los adolescentes y jóvenes, quienes desde muy pequeñas y pequeños hemos consumido este contenido consciente o inconscientemente, empezando por las películas y cuentos de princesas y continuando con películas como “Tres metros sobre el cielo”, “50 sombras de Grey”, “365 días”, o escuchando “Te compro tu novia”, “La incondicional”, “Tu reputación”, “Mátala”, entre otras.
Éstas y otras producciones, además de promover los mitos del amor romántico y naturalizar diversos comportamientos violentos como los celos, las relaciones de posesión, pérdida de la individualidad, chantajes emocionales, dificultad para establecer límites y ceder para mantener la relación, cumplir con los mandatos de belleza para ser deseada/o y el temor a la soledad, recrean también los roles de género tradicionales que justifican la opresión hacia las mujeres.
Naturalizar expresiones como: “Los celos son una muestra de amor, porque le importo”, “el amor verdadero todo lo puede y supera”, “enamorarse no depende de una/o”, “el amor es incondicional” o considerar que “si él me pega es porque me quiere”, es promover el amor romántico, el cual es una venda que oculta la violencia de género hacia las mujeres, y se perpetúa en proporción a cuánto se repliquen los mitos en los que se sustenta, aparentando ser actos realizados y aceptados con total voluntad, olvidando que no es más que parte de la formación patriarcal en la que todos y todas estamos inmersos.
Uno de los mitos del amor romántico más extendido es la idea de que los celos acompañan al amor. Sin embargo, los celos suelen ser, en muchas ocasiones, la razón de las agresiones verbales, físicas y psicológicas, las cuales, al ser normalizadas, minimizadas y/o silenciadas, culminan en la máxima expresión de la violencia machista, los feminicidios.
Las ideas y los mitos sobre el amor romántico a los que hemos sido expuestas y expuestos a lo largo de nuestra vida y que replicamos con vehemencia en fechas como el 14 de febrero, no crean entonces más que desigualdades en las relaciones de pareja y siembran las semillas para que se desarrolle la violencia machista.
¡Por un amor con límites, libre de violencia y opresión!
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