Irán se ha convertido en un tema destacado en la agenda norteamericana en su estrategia para Medio Oriente.La retirada de Donald Trump del Acuerdo Nuclear, (firmado con 5 potencias mundiales) en 2018 había arrastrado a ambos países a tensiones candentes. Gran parte del mundo esperaba que EE. UU. a manos de un personaje impredecible llevara al país a una escalada militar irreparable luego de haber ordenado el asesinato de dos sujetos clave, uno de ellos considerado “héroe nacional” por los iraníes: el general Qasem Suleimani. Llorado por millones y pieza fundamental en las operaciones miltiares en Siria e Irak, provocó un simbronazo político interno durante el 2020.
En las elecciones parlamentarias de febrero la fracción política de “linea dura” (hardliners) alcanzaron una aplastante mayoría en la Asamblea Consultiva Islámica (parlamento). Esta coalición es conocida por seguir a rajatabla los mandatos del Líder Supremo Alí Khamenei, y por estar en contra de cualquier tipo de negociación con “Occidente”, muchos de sus candidatos están afiliados al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC).
Recientemente el presidente Hassan Rouhani había hecho avances en retomar el camino del Acuerdo Nuclear con EE. UU., concretamente con el organismo de control nuclear de las Naciones Unidas, entre la Organismo Internacional de Energía Nuclear (OIEA) y la Organización de Energía Atómica de Irán (AEOI). El acuerdo trata de que comiencen las supervisiones limitadas de datos de enriquecimiento de uranio durante 3 meses, y el acceso a las cámaras de seguridad estarán sujetos a que EE. UU. levante las sansiones económicas contra el país.
Esto fue como parte de algunos de los pasos dados que Irán propuso como mecanismo para romper un punto muerto sobre cómo podría funcionar para el cumplimiento del acuerdo nuclear de 2015. El 1 de febrero de 2021, el canciller Mohammad Javad Zarif sugirió que Josep Borrell, jefe de política exterior de la UE y coordinador de la Comisión Conjunta del acuerdo, podría “coordinar” las acciones de Estados Unidos e Irán. Zarif había pedido varias veces a la nueva administración de Biden que elimine todas las sanciones impuestas durante la administración de Trump y vuelva a entrar en el acuerdo. El secretario de Estado Antony Blinken había reiterado que Estados Unidos solo retornaría al acuerdo si Teherán primero revoca sus transgresciones.
El líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei - quien concentra gran cantidad de poder en el país- expresó su desconfianza en EE. UU. después de que la administración Trump se retiró del acuerdo nuclear en 2018. “No confíes en el enemigo. Vimos lo que Estados Unidos hizo bajo Trump y Obama contra Irán”, dijo el 16 de diciembre de 2020.“La hostilidad no es solo del Estados Unidos de Trump”. Por otro lado, comentó durante el lunes que “El límite de enriquecimiento [de uranio] de Irán no será solo del 20%. Actuaremos según nuestras necesidades (...). Podríamos aumentar el enriquecimiento hasta el 60%”. Si bien por el momento apenas llegan al 5%, niveles de utilización pacífica, alcanzar un 60% sería acercarse a la capacidad de fabricación de armas. En ese sentido los comentarios del ayatolá fueron puras provocaciones a "Occidente".
En la misma línea, los legisladores iraníes de “línea dura” dicen que el acuerdo alcanzado recientemente entre el gobierno y el organismo de control nuclear de las Naciones Unidas es "ilegal" y que el “presidente debe ser castigado por ello”. En una votación el lunes, una abrumadora mayoría de legisladores votaron a favor de enviar un informe de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior sobre el acuerdo alcanzado con la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) al poder judicial para su revisión. El informe afirma que el acuerdo alcanzado el domingo entre la AIEA y la AEOI constituye una "clara violación" de una ley aprobada por el Parlamento en diciembre.
Según la ley, el Gobierno moderado del presidente Hassan Rouhani debe detener la implementación voluntaria del Protocolo Adicional, que otorga amplias facultades a los inspectores del OIEA, a partir del martes. En un comunicado, la AEOI dijo que “la implementación del Protocolo Adicional [que permite inspección rápidas] se detendrá por completo a partir del martes, de acuerdo con la ley, y que no se dará acceso al organismo de control nuclear de la ONU más allá de los establecidos en un acuerdo de protección principal destinado a garantizar la no proliferación nuclear” [en referenacia al Tratado de no Proliferación Nuclear de 1968].
En la sesión que debía debatir el nuevo presupuesto postergado desde hace meses, a puertas cerradas analizron el acuerdo. Luego en un sesión pública varios legisladores pronunciaron feroces discursos de condena. Entre ellos se encontraba el presidente del parlamento, Mohammad Bagher Ghalibaf, un “línea dura” ex militar veterano de la guerra con Irak y acérrimo enemigo político del presidente que también se postuló sin éxito contra él en las elecciones presidenciales de 2017 y es considerado un candidato potencial en las próximas elecciones de junio.
Ghalibaf dijo que el parlamento no estará satisfecho con nada menos que lo que percibe como la implementación completa de la ley que aprobó. El parlamento dijo que el gobierno de Rouhani no tenía derecho a negociar compromisos que diluirían la ley. “Este acuerdo es un insulto al Parlamento”, dijo Mojtaba Zolnour, un legislador de “línea dura” de Qom. El parlamento votó , 221 contra seis, para revisar un informe que alegaba que el acuerdo del OIEA era una “clara violación” de la ley. También pidió al poder judicial que se responsabilice al presidente Hassan Rouhani y a otros funcionarios que participan en las negociaciones por aceptar cambios en la ley. "¡El presidente de camino a la corte!" Mojtaba Rezakhah, un intransigente de Teherán, tuiteó .
El gobierno de Rouhani, sin embargo, defendió el compromiso como "compatible" con la ley iraní. “Lo que se ha acordado es completamente dentro del marco de la Ley del Parlamento”, portavoz de la Cancillería Saeed Khatibzadeh dijo el 22 de febrero a las siguientes son declaraciones del OIEA, el gobierno iraní y el Parlamento en el compromiso con el OIEA.
Crisis para Biden y el imperialismo
Una de las apuestas de la presidencia de Biden es enfriar las relaciones con Irán. Algo que ni amigos ni enemigos ven buenos ojos, como Arabia Saudita o Israel. Desde que asumió hubo bombardeos reivindicados por milicias chiítas vinculadas a Irán contra bases norteamericanas en la región kurda de Erbil, al norte de Irak. Además, Arabia Saudita dijo que había frustrado un ataque a un aeropuerto, en Abha, en el suroeste del país, a manos de los hutíes, un grupo insurgente respaldado por Irán en Yemen.
Recientemente Biden sacó de la lista de organizaciones terroristas a este grupo para hipócritamente poder enviar ayuda humanitaria a las regiones de Yemen atraviesan una crisis humanitaria sin precedentes por la guerra de la que EE. UU. es tan responsable como la agresión de Arabia Saudita y Emiratos Árabes al país. Sin embargo, el movimiento no tiene rostro humano, sino que se trató de un guiño a Irán para avanzar en una estrategia de enfriamiento de tensiones y volver al Acuerdo Nuclear.
Los de “línea dura” dentro de la política iraní, apoyados por el Líder Supremo, ya son una roca en el zapato para la perspectiva estadounidense en las relaciones con Irán. Desde las elecciones en Irak del 2006, Irán ha logrado fortalecer sus posiciones políticas en la región. La "línea dura" tiene chances de ganar las elecciones presidenciales en junio, lo que podría abrir nuevas crisis para el imperialismo en la Medio Oriente. |