Por: Aldo Ocampo González
La inclusión busca ser entendida como una escena de reparto sensible y fluctuante, cuya propiedad solo existe en la fuerza de la enunciación plural, argumento que trabajará en oposición e interpelación a la tradicional pulsión y definición sintáctica que busca definir el mundo mediante la ingenuidad y acriticismo de la partícula agregativa de lo inclusivo, cuyo afán heurístico deviene en la instalación de una singular política de toda vale. Argumentar exclusivamente a favor de un mundo inclusivo reduce su beneficio analítico a meras ficciones de regulación para interpretar las estructuras del sistema-mundo. En superación a esto, trabajo para esbozar un argumento posicionado que abogue por un mundo atravesado por los principios heurísticos, éticos y políticos de lo inclusivo. Esto supera dos pseudo-seducciones: a) entender que la inclusión es solo una y b) que sus contenidos deben organizarse en torno a un programa de cambio ensamblado mediante acciones normativas y programáticas, lo que inhibe su función alterativa. La inclusión impone configuraciones político-discursivas que marcan diversas posiciones de sujetos y cambian a través de los diversos usos que este campo hace de estas. Razón por la cual, prefiero definir sus territorios en términos de metáfora. Pensar en torno a las tensiones política-éticas de esta singular circunscripción intelectual y praxis crítica escapan a la unicidad de una sola razón, refirma el deseo inquieto, fluctuante y descentrado de abrirse a perspectivas y fuerzas sonoras que acontecen en una fuerza imaginativa aún no-vista/susurrada. Lo inclusivo designa un territorio en tránsito.
La educación inclusiva es el resultado de una compleja política de la imaginación que actúa como garantía de transformación del mundo, como tal, asume la tarea de transformar el presente, recupera la capacidad de imaginar y proyectar otros mundos. Esta función afirmativo-política impone la tarea crítica de “imaginar sujetos, imaginar prácticas, imaginar horizontes, imaginar, incluso, lenguajes que nos alejen de las inercias e imposiciones del idealismo” (Aragüés, 2019, p.s/r). La imaginación como objeto de análisis y recurso heurístico en la interioridad del dominio de la educación inclusiva ha recibido escasa atención en el discurso filosófico, nos entrega herramientas para pensar el futuro; la inclusión al ser una expresión de la transformación del mundo traza un diseño teórico, político y crítico singular acerca del presente-futuro. La educación inclusiva a través del concepto de acontecimiento y del dispositivo performativo instala una diversalidad de ideas que crean y configuran otros mundos. En efecto, “cuanto más tiempo dejen los acontecimientos a la humanidad pensante para reflexionar, y a la humanidad doliente para reunirse, tanto más perfecto saldrá a luz el proyecto que el presente lleva en su seno” (Aragüés, 2019, p.s/r).
La educación inclusiva pone en juego la cualidad de la imaginación, en ella, se pone en cuestión el valor y potencial de la categoría de posibilidad, se debe actuar en el campo de lo que todavía no es, es decir, la producción de lo nuevo, es una posibilidad abierta a la práctica política y a la transformación. La imaginación es un trabajo volcado hacia el futuro, la praxis –concepto extraído del marxismo- se convierte en un elemento de producción de nuevas realidades.
La invención es un momento significativo y crucial en la configuración de la propia praxis de lo inclusivo y de la justicia educativa; como tal, posee la capacidad de convertir lo imposible e inimaginado en posible, alterando las fuerzas definitorias del presente, algo evanescente y complejo. La compleja política de imaginación que traza la educación inclusiva reafirma un agudo compromiso con el diseño afectivo, psíquico y ético-político del futuro, un compromiso fuertemente materialista. Estoy interesado en consolidar una analítica efectiva para pensar los problemas del presente y del futuro; actividad que asume una lógica materialista, es algo que siempre está en un estado por-ser, es una fuerza inventiva que muta con el tiempo y sus necesidades.
La inclusión construye un nuevo ethos, un sentido de vida, de crianza y de escolaridad inimaginado, la fuerza acontecimental de lo inclusivo trabaja en la creación de otros mundos, otras pasiones, afectividades y subjetividades y modalidades de vida. Como política de imaginación construye un complejo y no-imaginado territorio psíquico. El problema de la configuración de los territorios psíquicos de la educación inclusiva y sus trama de subjetividad, afronta el peligro de asumir una posición ambigua y liberal en torno a la necesidad de construcción de formatos de vidas otras, producto que el neoliberalismo ha colonizado la totalidad de dimensiones de constitución/funcionamiento de la vida contemporánea, por lo que el mensaje que entrega la educación inclusiva de construir otras vidas, otros mundos y otras coordenadas de alteridad devenidas en otras formas de maternidad, escolaridad, educación, paternidad, hermandad, relacionamientos, etc., en suma, diversas preocupaciones de orden post-críticas, deberá atender cautelosamente a las formas de co-penetración, (des)ensamblaje y regeneración de diversas clases de contradicciones y neo-colonizaciones.
La inclusión es, en sí misma, una práctica crítica puesto que contribuye a correr imaginativamente su marco de entendimientos y vocabularios, se abre a un devenir-otro; contribuye a desplazar el trazado reglamentario de sus sistemas de razonamientos vigentes. Si atendemos a las configuraciones que definen su función en tanto práctica crítica –que son variadas, escapan a las ataduras de lo homogéneo-, sostendré que, esta, al producir un nuevo sistema de subjetividad impone un cambio radical en la forma de construir, experimentar, comprender y practicar la vida de las personas y sus modos de existencia. La inclusión es una fuerza de ruptura de una amplia variedad de conflictos históricos, es un sistema de desbordamiento de prácticas culturales, sus regímenes políticos y dispositivos de producción y regulación de la subjetividad: sus territorios psíquicos. Al definir la fuerza y naturaleza de la inclusión en términos de acontecimiento –fuerza de alteración, giro y dislocación de la realidad– sostengo que, fomenta la emergencia de una intensidad afectiva, relacional, expresiva, política y heurística desconocida, a través de su fuerza alterativa sacude el estado de las cosas.
La inclusión se encuentra comprometida con la creación de un proyecto político que dé respuesta al conjunto demandas y necesidades globales pero a la vez, de afectación minoritaria, superando la visión entrecomillada y esencialista que impone diversos signos de una diferencia universal y una singularidad cuyos criterios de legibilidad son los que fracasan cuando intentamos comprender a determinados sujetos. Para ello, necesitamos de un campo de visión consciente acerca de los problemas reales que tocan lo más sensible del mundo. Lo político de la inclusión es aquello que construye una reflexión crítica acerca del entorno y de su horizonte de problemas, recurriendo a su propia retórica y significados; este fenómeno exige re-examinar las tácticas oblicuas de la multitud, formas discontinuas de subvertir la variedad de formas de opresión –frenos al auto-desarrollo– y dominación –frenos a la auto-constitución–, preferentemente.
La inclusión a pesar de trabajar para superar diversas clases de desigualdades educativas y sociales, ha sido incapaz de ofrecer respuestas más audaces para comprender la mecánica constitutiva de cada una de estas formas en la diversalidad de sistemas-mundo. Este punto caliente exige asumir sus contornos en términos de enfoque epistemológico, dispositivo metodológico y herramienta de acción e intervención –esta última, apela a la consolidación de un mecanismo de penetración de la realidad que consolide una pragmática epistemológica micropolítica–. Otra de sus tareas críticas consiste en aprender a entender los engranajes de funcionamiento y reproducción sistemática de los modelos históricos y emergentes de injusticias, opresión, exclusión y dominación. Interroga los modos de apropiación y consumo de los Otros, invitándonos a salir el pensamiento de oposición sustentado en la gramática binarista de carácter hegeliana.
Referencias
Aragüés, J.M. (2019). Políticas de la imaginación. Recuperado el 05 de agosto de 2020 de: https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/politicas-de-la-imaginacion
Aldo Ocampo González es director fundador del Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva (CELEI), primer centro de investigación creado en Chile y en América Latina y el Caribe (ALAC), dedicado al estudio teórico y metodológico de la educación inclusiva |