El Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez” (INCar), adscrito a la Secretaría de Salud en la Ciudad de México, es un hospital que brinda atención médica de alta especialidad, principalmente a pacientes que no cuentan con seguridad social del IMSS o el ISSSTE, que en su mayoría son de bajos recursos y provienen de otros estados donde no se cuenta con la infraestructura pública ni el personal para la atención de sus enfermedades.
Como parte de la estrategia del gobierno federal y la Secretaría de Salud para el manejo de la pandemia, el INCar fue “reconvertido” desde el año pasado para la atención de pacientes con Covid-19. Es necesario señalar que la atención a nuestros pacientes cardiópatas se vio drásticamente reducida por esta reconversión, pese a ser ellas y ellos una población altamente vulnerable.
Desde el inicio de la pandemia, las y los trabajadores de la institución denunciamos la falta de equipo de protección personal e insumos de calidad para atender la emergencia. Los recursos de nuestra institución para dichos fines se vieron aún más comprometidos luego del decreto presidencial del 1 de diciembre, que declaró la gratuidad de los servicios de salud durante la pandemia, sin que se nos aumentara el presupuesto para solventar los gastos de la institución.
Como en muchos hospitales públicos del país, en el INCar también tuvimos decenas de enfermeras, médicos, químicos, trabajadoras sociales, personal de intendencia y otros servicios que se contagiaron en el ejercicio de su importante labor. Luego de casi un año de pandemia y con la tragedia que implica la enfermedad y/o muerte de compañeras y compañeros trabajadores del INCar, la llegada de la vacuna y su aplicación para el personal de salud representó una gran esperanza e incentivo para continuar con nuestra labor.
Si bien a principio de año se avanzó en la vacunación del personal de primera línea que está en contacto directo con pacientes enfermos de Covid-19, no todo el personal de enfermería y otros servicios, donde tenemos contacto indirecto con pacientes covid, hemos recibido la vacuna. ¿Acaso nuestras vidas no valen?
Además de la exigencia de vacunas para todo el personal del Instituto, denunciamos también los abusos y negligencias por parte de ciertos jefes y autoridades del INCar, que continúan con sus prácticas de acoso y/u hostigamiento laboral hacia las y los trabajadores. También han impulsado despidos y/o descuentos injustificados para el personal, sin importan la situación de emergencia que estamos viviendo junto con nuestras familias.
Aunque se trata de una institución de prestigio y con una gran trayectoria médica y académica, en el INCar persiste la elitización no solo en la aplicación de vacunas para el personal, sino también para el ejercicio mismo de permisos, asignación de plazas, licencias laborales e incluso en los trámites de jubilación de compañeras y compañeros con 20 o 30 años de servicio.
Como en otras instituciones de salud pública, la precarización del personal y la negación de derechos laborales mínimos para quienes somos contratados por suplencias u honorarios, es una constante en nuestra Institución. Muchas y muchos compañeros de honorarios y/o suplencias se han contagiado e incluso han sido obligados a trabajar así por sus jefes inmediatos, aún con pruebas positivas y el riesgo de contagio para más compañeros.
Es por todo esto que nos hemos visto en la necesidad de expresar nuestro descontento ante estas situaciones en la institución mediante pancartas, lonas y fotos que, según las autoridades, “dañan” la buena imagen del Instituto, pero que se han convertido en nuestro medio para expresar el descontento y las exigencias hacia las autoridades, que se han limitado a felicitaciones y reconocimientos hacia el personal.
Sabemos que esta situación pasa en otros institutos y hospitales de la Secretaria de Salud y otras instituciones de salud públicas, por lo que es importante que nos unamos y exijamos juntos la aplicación de vacunas para todo el personal de salud y que se nos otorguen los insumos necesarios y de calidad para continuar con la atención de la pandemia y de pacientes con otras enfermedades, así como plenos derechos laborales para todas y todos, pues estamos arriesgando nuestra salud y la de nuestras familias para seguir atendiendo la emergencia sanitaria. |