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Editorial |
“Vacunatorio vip”: una clase de privilegios
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Los privilegios de casta y las relaciones de clase en el escándalo de las vacunas vip. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9. |
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Luego del repudiable escándalo del “vacunatorio vip” que funcionaba entre el Hospital Posadas y el Ministerio de Salud se descubrieron irregularidades en los sistemas de vacunación en muchas provincias argentinas: en Jujuy, Córdoba, La Rioja, en Santa Fe, Chubut, y con un método más “sofisticado” también acá en la Ciudad de Buenos Aires: el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta entregó dosis a obras sociales y clínicas privadas para que decidan a quien vacunar de acuerdo a su criterio. Con ese sistema de distribución se vacunaron la familia de Hugo Moyano, incluido el hijo; otros dirigentes sindicales como Amadeo Genta (secretario general de los municipales de la ciudad) y el Hospital Alemán informaba que tenía vacunas “exclusivas” para sus socios.
En varios países del mundo también se revelaron casos similares: en Perú se desató una crisis política de magnitud que se cargó a varios funcionarios, en Chile fueron casi cuarenta mil personas las beneficiadas por una vacunación de privilegio; en España y Portugal en el continente europeo también hubo escándalos por la misma cuestión.
Obviamente, en el debate público la discusión fue un poco devorada por la grieta: de un lado se pretendió minimizar el bochorno de llevar, por ejemplo, a toda la familia de Eduardo Duhalde o a uno de los empresarios más poderosos de Mar del Plata a vacunar al Ministerio de Salud con el argumento que del otro lado estaban llevando adelante una “privatización de la vacunación”. Y bueno, el lado macrista de la grieta decía que el principal problema es ético o moral y que repartir vacunas a clínicas privadas para que la distribuyan como se les antoje es lo más normal del mundo.
Para relativizar la crisis que provocó el escándalo, desde el Gobierno se dice que fue un error de un funcionario y sus colaboradores y que colocar exagaradamente el foco ahí es hacerle el juego a la “antipolítica”. Del otro lado, la indignación rabiosa por los privilegios de funcionarios políticos es directamente proporcional a la ausencia de indignación ante las corporaciones o las empresas.
Hay aspectos de verdad en ambas posiciones, también falsedades u ocultamientos. No porque la verdad esté “en el medio”, un poquito de cada cosa; sino porque habita en los vínculos y las relaciones entre los privilegios de casta y las desigualdades que genera la apropiación privada de la producción de vacunas. Desigualdades que son solo nacionales, también son internacionales.
El pequeño o mediano privilegio es subsidiario de la industria del gran privilegio y de una lógica de producción y distribución de un bien que, en este momento, es más que esencia. Una lógica guiada por la búsqueda del beneficio y no por la solución rápida de la pandemia.
Una de las expresiones de esta lógica son las patentes y la propiedad intelectual que se apropia del conocimiento científico y técnico acumulado durante décadas, expropia el bien común construido por el esfuerzo de investigaciones realizadas por universidades, hospitales o centros financiados mayoritariamente con fondos públicos. Todo esto también conduce a una “distribución vip”. Una distribución desigual que se produce en primer lugar entre los países ricos y pobres. Hay países que tienen hasta diez vacunas por habitante y hay continentes enteros que a los que aún no llegó ninguna vacuna. Justamente, todo lo contrario a la necesaria cooperación para la elaboración, producción y planificación imprescindibles en función de las necesidades sociales.
Como escribí hoy en un artículo que se publicó en la revista Anfibia: “El que juzga a las corporaciones o empresas sin reparar en la casta, carece de complejidad; el que condena a la casta sin cuestionar a la clase, carece de principios y de estrategia. Lecciones importantes de un ‘vacunatorio vip’.” |
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