Repican con bronca, las voces de las mujeres que resuenan como ecos por las calles del sur del conurbano bonaerense. Territorio donde el gobernador Axel Kicillof y la ministra Estela Díaz plantean una perspectiva de género transversal desde las instituciones, sin embargo, las problemáticas de las mujeres trabajadoras y cabezas de familia, siguen esperando salidas concretas y no letra muerta.
Justo anoche pensaba en los relatos de muchas mujeres queridas con las que me vinculo a menudo, en lo que ellas me contaban y las pensaba como enormes guerreras que presentan batalla cada uno de sus días en sus vidas cotidianas: mujeres de mi familia, amigas queridas, vecinas, algunas conocidas y también pensaba en mí misma enfrentando a esta realidad que intenta machacarte haciéndonos sentir, nuestra condición de clase y género.
Y es que desde que empezó esta pandemia, venimos enfrentando la crisis económica y sus consecuencias: la desocupación, la profundización de los trabajos precarios y cómo se complica el día a día de nuestras vidas (trabajar y cuidar de la familia). Qué decir de la violencia machista, que, durante este encierro se expresa con una cifra de 52 femicidios en lo que va del año.
Palpamos la presencia del Estado, que con sus políticas pretende endulzar una realidad brutal para nosotras. Muchas palabras bonitas, pero al señor presidente Alberto Fernández debemos recordarle que el patriarcado sigue bien firme oprimiendo nuestras vidas y que sus políticas lejos están de las demandas de las mujeres. El Estado cumple bien su función: perpetúa, reproduce y nos victimiza a través de sus agentes e instituciones, pretende cansarnos y agobiarnos con sus métodos burocráticos.
Las mujeres lo sabemos bien porque vamos las veces que sean necesarias a las instituciones a tramitar los subsidios que muchas veces nos son denegados, que hacemos colas interminables para esperar los bolsones de comidas que nos dan en las escuelas o en alguna sociedad de fomento. También las hacemos en salas de primeros auxilios y hospitales, para obtener la atención de nuestros hijos e hijas y para nosotras mismas. Muchas veces nos encontramos con que no hay médicos. “Avísame si necesitas algo, negra” un mensaje común entre nosotras.
Nosotras lo sabemos de primera mano, porque trabajamos con contratos eventuales, que nos dejan en la calle después de haber usado nuestra fuerza en primera línea en clínicas privadas. Como trabajadoras monotributistas, precarizadas por grandes multinacionales y sectores privados que se enriquecen con nuestras creaciones, en trabajos informales, sin derechos esenciales.
Pasamos esta pandemia buscando recursos para poder hacer unos pesos. Ya sea ventas, armando páginas en redes sociales, feriando y haciendo trueques, “emprendedoras” nos autonombramos.
Mi amiga Lorena me decía: “La verdad que lo me dejó el 2020, trabajando la primera línea durante la pandemia (aparte un desgaste mental), fue una reflexión y tiene que ver con la importancia del rol que cumplimos las madres cabezas de familia y trabajadoras. A las mujeres nos toca cargar con la peor parte. Decían que en pandemia nadie podía echar o dejar sin trabajo a ninguna persona y acá me ves otra vez desempleada, después de haber estado 8 meses contratada por una clínica privada, que nos estuvo como eventuales. De Sanidad lo saben y lo avalan. Me usaron hasta que les convenía a ellos y después me dejaron afuera a mí y a 8 compañeras. En mi caso, tuve a una de mis hijas con síntomas y yo que trabajaba en la guardia de COVID, creía que la había contagiado. Falté y hasta el hisopado lo descontaron de mi salario (que me pagaban en cuotas).”
Por cómo sostuvieron la escolaridad me decía: “La constancia para poder sostener la continuidad pedagógica me fue imposible: trabajo, pero no pude tener conectividad. Fotocopié las tareas hasta que pude y hasta que me dio el tiempo y el bolsillo. Son tres mis hijos y tenemos sólo un celular. Ahora con la vuelta a la presencialidad también tenemos nuevos desafíos, entre horarios y protocolos, colectivo y los útiles…”
Por otro lado, los trámites para las subvenciones, que tienen unas exigencias burocráticas a las que no llegaba por tiempo, llevar un papel a otro lugar, a veces no entendía bien porque me salían denegados. Y todo para poder obtener lo que son nuestros derechos y en los momentos más difíciles. ¿Como puedo hacer para dividirme entre 3 personas, a la vez cumplir con el trabajo, sacar la familia adelante y tramitar todo lo que te imponen para poder estar adentro?
Se complicó todo lo que significa pagar alquiler servicios estos últimos años, se hizo imposible. Me endeudé ¿cómo hacer magia para poder llegar a fin de mes teniendo todo pago? Y sí, hoy soy una morosa, no iba a dejar a mi familia sin tener un plato de comida en la mesa, no estuvo a mi alcance ni el alquiler ni los servicios, tenía que vivir y cada mañana afrontar lo cotidiano. 45% subieron los alquileres, es imposible.
Hoy cada día me despierto, me pongo a buscar trabajo (que seguro será informal) donde sea. Estoy cada vez más complicada con 35 años e hijos las empresas no te toman. Seguramente Fernando Gray, intendente de Echeverría -donde vivo- no pasa por esta angustia. En 2019 declaró un patrimonio de 3,5 millones de pesos.
Escribo esta nota porque sigo en pie, no me rindo. No rendirme es una meta, tengo apoyo de gente querida, busco salidas, participo en las ferias autogestivas, entre mis compañeras que siempre están para echarme una mano y así una va luchando contra todo esto que nos oprime y que nos quiere desgastar. Este 8 de marzo voy a marchar para ponerle en la cara a este gobierno, que estamos de pie y juntas. Nosotras ya sabemos que es en las calles donde se conquistan nuestras batallas.
Que el eco se transforme en gritos, y esas voces sean escuchadas. Que nos una a todos los sectores que hoy pelean por trabajo digno, por vivienda, por salud y educación, y se organizan de manera independiente. No queremos ver más mujeres en la calle, ni asesinadas a causa de la violencia machista, ni con dolor de panza porque solo alcanza para el mate, ni sin dormir por pensar en como darle de comer a sus pibes y que la respuesta sean los palos de Berni. A ellos le damos respuesta como las mujeres de Guernica, las mujeres en la zona sur salimos a luchar y nos organizamos. Este 8 de marzo, vamos por el pan y vamos por las rosas. |