Si bien el expresidente francés fue condenado a tres años por corrupción y tráfico de influencia, puede terminar cumpliendo su pena sin haber pisado jamás una prisión.
El Tribunal Correccional de París precisó que dos de esos años de cárcel están exentos de cumplimiento y que el tercer año de prisión firme puede ser convertida en detención domiciliaria o vigilancia con un brazalete electrónico.
La corte condenó, además, a una pena similar al abogado del expresidente, Thierry Herzog, a quien impuso además cinco años de inhabilitación para ejercer la abogacía, y al alto magistrado Gilbert Azibert.
Las penas son algo inferiores a lo que había reclamado la Fiscalía, que pedía dos años de cárcel firmes contra los tres acusados.
Los jueces consideraron probado que existió un pacto de corrupción para beneficiar los intereses judiciales de Sarkozy en otras causas abiertas tras su salida del Elíseo en 2012.
Esas actuaciones salieron a la luz en unas conversaciones telefónicas intervenidas por la policía en 2014 entre Sarkozy y su abogado, en la que se desprendía que habían contactado a Azibert, entonces miembro del Tribunal Supremo, para obtener información en otra causa abierta contra el expresidente a cambio de ayudar al magistrado a lograr un puesto en Mónaco.
La sentencia y el forma en la que podría terminar siendo cumplida está lejos de contemplar la gravedad del delito cometido por Sarkozy por su condición de expresidente, que "se sirvió de su cargo y de sus relaciones" para "su interés personal".
La sentencia también incluyó a Herzog, uno de los más reputados abogados de París, y contra Azibert, a quien acusó de "desacreditar una profesión cuya función es básica en la democracia".
La histórica condena a Sarkozy, primer expresidente en ser sentenciado (algo que de todas maneras puede apelar), se produce dos semanas antes de que se abra otro proceso en el que está implicado el expresidente, el de las presuntas irregularidades sobre la financiación de su campaña para las elecciones presidenciales de 2012.
La primera sentencia de este lunes, que de todas maneras le podría permitir a Sarkozy no pisar jamás una prisión francesa a pesar de la gravedad de las denuncias, muestra la colusión entre los distintos poderes y los poderosos, y sus privilegios de casta, sobre los intereses de los trabajadores y el pueblo francés. |