“Esto es lo que sé, Estados Unidos y México son más fuertes cuando estamos juntos”, afirmó Biden a López Obrador cuando anunció la reunión. “Estamos más seguros cuando trabajamos juntos. Ya sea para abordar los desafíos de nuestra frontera compartida o para controlar esta pandemia".
“Decía un presidente mexicano que dominó por 34 años, se le atribuye una frase a Porfirio Díaz, decía ’Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos’ y ahora puedo decir ’Bendito México, tan cerca de Dios y no tan lejos de Estados Unidos’”, declaró el presidente mexicano durante la reunión virtual.
La conexión entre la Casa Blanca, en Washington, y el Palacio Nacional en Ciudad de México, fue el escenario en el cual Biden y AMLO se motivaron con frases sobre la cooperación y las buenas relaciones entre los dos países. Para el mandatario estadounidense fue una oportunidad más para despegarse de la figura de Trump, mientras AMLO mantuvo el discurso de sometimiento que desplegó ante el xenófobo expresidente.
Una vez más, como lo hizo en conversaciones con Trump, el mandatario mexicano se refirió a los puntos de unidad entre los países socios: la economía, el comercio, la cultura, la historia y la amistad. Un gesto de reverencia ante el imperialismo estadounidense, que durante su formación expropió a México la mitad de su territorio, y cuyas corporaciones se enriquecieron en buena medida gracias a la explotación y la opresión de las y los trabajadores migrantes.
“Yo creo que nuestra vecindad nos va a permitir desarrollarnos mejor en estos tiempos, el integrarnos como se ha hecho con el tratado [en referencia al T-MEC, Tratado México, EE. UU. y Canadá] que América del Norte se complemente, se integre en lo económico, en lo comercial nos va a fortalecer ante el evidente desarrollo y expansión de otras regiones del mundo”, sostuvo López Obrador.
El presidente de México expresó que es necesario que ambos gobiernos se coordinen para el desarrollo económico "independiente", potenciando todo lo que significa sobre todo el pueblo de EE. UU., “que es el motor del cambio de nuestros pueblos, el pueblo mexicano, el pueblo estadounidense, el pueblo de Canadá”.
Sin embargo, el desarrollo de la economía mexicana está muy lejos de ser independiente. La mayor parte de la industria opera de acuerdo con las necesidades de las trasnacionales estadounidenses en primer lugar, y de otras potencias en segundo lugar, de Asia y de Europa.
Sus referencias al pueblo de EE. UU. distan mucho de la realidad. El T-MEC beneficia a las corporaciones, no a los trabajadores de Estados Unidos, de Canadá y de México ni a sus familias. Son los CEO’s y los empresarios los que impusieron la reapertura económica de sectores no esenciales para garantizar sus ganancias en plena pandemia, y expusieron así las vidas de millones de trabajadores.
¿De qué amistad habla López Obrador, cuando el gobierno estadounidense comanda una de las potencias que están acaparando vacunas, mientras los países dependientes como México apenas si tienen suministro de vacunas, y los países pobres ni siquiera tienen acceso? En diciembre pasado, Estados Unidos, Canadá y varios países de la Unión Europea ya habían adquirido las dosis para vacunar en promedio al menos tres veces a toda su población durante 2021.
De idiosincrasias y gestos
Párrafo aparte merece la mención que hizo Biden de la Virgen de Guadalupe, con la referencia a sus viajes a México, en los que visitó la basílica. López Obrador le respondió que en México se respeta a la Guadalupe y a Benito Juárez, un presidente liberal.
“Por eso le agradezco que haya empezado esta conversación de esa manera, porque esto tiene que ver con el México profundo, con lo que somos los mexicanos” declaró López Obrador.
A su vez, el mandatario estadounidense se refirió a la importancia de la comunidad mexicana en su país: “El 60 por ciento de los que están aquí son mexicano-americanos, son parte fundamental de nuestra historia y como recordatorio tengo un busto de César Chávez en la Oficina Oval”, señaló en referencia al líder de los trabajadores agrícolas migrantes que defendió a quienes tenían autorización legal para residir y laborar en tierra estadounidense, pero no a los migrantes sin papeles.
El gesto de Biden no es casual: le sirve para ganar simpatía al sur del Río Bravo y también entre la comunidad migrante que trabaja, estudia y vive en EE. UU., como lo hizo apenas asumió la presidencia con el anuncio de “reforma migratoria", que incluiría supuestas facilidades en el proceso de adquisición de ciudadanía estadounidense, restituir la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) y desfinanciar la construcción del muro de Trump.
Pero la realidad es que más allá de la retórica y estas medidas parciales, está abriendo centros de detención para mantener privados de libertad a niñas y niños migrantes que llegan suelo estadounidense.
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