Entrevistamos a Lautaro Rivara, sociólogo y periodista que en estos momentos se encuentra en Haití, para conocer la complejidad de la situación social y política alrededor de las movilizaciones permanentes contra el Gobierno.
Este año, resurgieron las movilizaciones en Haití contra el Gobierno de Jovenel Moïse a partir de su intento de prorrogarse en el poder. La crisis política y social, profundizadas por la pandemia, vienen de arrastre en los últimos años. El ahogo del FMI llevó a la desesperación a miles de personas que viven en la pobreza, esto dio las primeras manifestaciones contra el aumento del combustible en 2018 haciendo tambalear al Gobierno de Moïse con la renuncia de varios ministros.
Hablamos sobre la situación en Haití con Lautaro Rivara, sociólogo y periodista, quien conoce la realidad política y social del país ex brigadista perteneciente a La Vía Campesina. En estos momentos se encuentra en el país y nos acerca información de primera mano sobre la situación actual.
La primer pregunta es que nos cuentes ¿qué está pasando en Haití durante estos días?
L.R.: Lo que está pasando en el país podría resumirse como la consolidación de un golpe de Estado perpetrado por el ex presidente constitucional Jovenel Moïse y su partido el PHTK, un partido ultra neoliberal y ultra conservador. Ya venía de una extensa deriva autoritaria en la cual había una negativa a llamar a elecciones previstas de años anteriores. Hubo un enfrentamiento frontal con parte de la oposición en el parlamento haitiano. También una deriva marcada por la clausura del parlamento que cesó sus funciones en enero pasado y también hubo un enfrentamiento con diversos tribunales del país que han comenzado a ser silenciados o reducidos sus a partir de decretos presidenciales.
Hoy por hoy en Haití el Gobierno de facto de Jovenel Moise no encuentra ningún tipo de contrapeso, por lo menos institucional. Y ahora se encamina a reformar la Constitución para darle blindaje constitucional a una serie de medidas que el Gobierno ha tomado por decreto desde comienzos de este año. Esto ha generado el alza de la oposición social y oposición política que no es novedosa en el país. Recordemos que al menos hace 3 años encontramos movilizaciones callejeras realmente masivas y prácticamente permanentes exigiendo la renuncia de Jovenel Moise. La situación ha comenzado a agravarse y pérdida de legitimidad del Gobierno ha hecho que esté ajustando los torniquetes de la política represiva con decretos alrededor de lo que llaman política “anti terrorista” insentivando la represión, no solo estatal y policial, sino también a través de actores paramilitares.
Haití como comentabas hace tres años que está en procesos de movilización permanentes contra el Gobierno. ¿Cuáles son las raíces del conflicto?
L.R.: El primer lugar hay que señalar la permanente injerencia de diversas potencias occidentales. Hubo un largo ciclo de re colonización francesa luego de consumada la Revolución de 1804 y a lo largo del siglo XX con la ocupación norteamericana de 1915 que duró varias décadas junto a la tutela de diferentes organismos multilaterales como la OEA, Naciones Unidas entre otras.
Como en otros países de la región, en la actualidad las raíces son los efectos devastadores de las políticas neoliberales en Haití que en este caso han llevado al país a unos extremos de pobreza y desigualdad pocas veces vistos, y en el corto plazo con este período autoritario y su política de reprimir a la oposición social y política. El conflicto más coyuntural porque el presidente ha decidio permanecer en funciones pese a que su cargo culminó el 7 de febrero de este año. Hubo una disputa de interpretación constitucional entorno a la Carta Magna, pero el Consejo Superior del poder judicial fue claro en determinar la caducidad del mandato de Moise y al exigir su salida del poder. Hoy en día estamos en una coyuntura sobre el debate de legitimidad del gobierno de Moïse.
Así estaba #Haiti cuando nos fuimos. Así está ahora que vamos de nuevo. Bravo pueblo, digno pueblo. Que lindo volver a pisar tus tumultuosas calles nuevamente.
Las movilizaciones que vemos en los medios son impresionantes recorriendo calles de tierra y miseria, esto abre el interrogante, ¿En qué situación social se encuentra el país?
L.R.: La situación social es compleja. Más allá de los lugares comunes que situación Haití como el país más pobre y más desiguales de todo el hemisferio, si uno mira los índices sociales estos han comenzado a deteriorarse en los últimos años, particularmente bajo el Gobierno de Moïse. Hablamos de índices ligados al desempleo que entre los jóvenes alcanza hasta el 70%, o niveles de miseria extendidos. Hay un problemas estructurales como la injerencia extranjera que tienen que ver con el flagelo del hambre. En los últimos años vimos una devaluación permanente de la moneda, el gourde, frente a la moneda norteamericana junto a proceso inflacionario sostenido de alrededor del 20% que en un contexto social donde el margen para la reproducción de la vida es tan escaso tiene un impacto devastador.
Desde 2018 se están movilizando por el hartazgo de la situación económica. Qué efectos está teniendo sobre el Gobierno?
L.R.: Desde julio del 2018 que tenemos un proceso de movilización masiva que ha ido erosionando la legitimidad del Gobierno de Moïse. Recordemos que este llegó al poder a partir de dos elecciones fraudulentas consecutivas que fueron respaldadas por la comunidad internacional y los Estados Unidos. Ha habido además una serie de otros factores como el intento de aumentar el precio de los combustibles al retirar los subsidios del Estado lo que implicaba un aumento de hasta un 50% de las naftas y el querosene, algo importante considerando que buena parte de las familias haitianas lo utilizan para iluminar sus hogares. Esta medida fue una sugerencia, léase imposición, del FMI en sintonía con lo que estaba impulsando en otros países. El rechazo social fue inmediata y mayoritario produciendo una insurrección popular que llegó a poner en las calles alrededor de 2 millones de personas [NdE en un país de 11 millones] que culminó con el retiro del aumento de estos precios.
Otro hecho que ha generado rechazo social anti Moïse tuvo que ver con un escándalo de corrupción de proporciones históricas vinculados a 3,800 millones de dólares que llegaron al país en el marco de la plataforma energética de Petrocaribe. Buena parte de estos recursos fueron apropiados de forma ilícita por la clase dominante haitiana que, según un informe del parlamento y otro del Tribunal Superior de cuentas, fue apropiado incluso por el propio Moïse a través de todas las empresas de su propiedad. Por esto uno de los reclamos del movimiento social haitiano es que haya transparencia entorno a este defalco de fondos públicos y el castigo a los responsables.
¿Qué sectores de la sociedad haitiana están participando en las protestas?
L.R.: Hay una enorme diversidad de sectores sociales unidos por esta demanda mínima que tiene que ver con la salida de Moïse y la construcción de una gobierno de transición que convoque a elecciones transparentes después de hacer reformas políticas y electorales importantes. En esta coalición amplia encontramos sectores de la clase política más tradicional y conservadora hasta movimientos sociales progresivos y radicales del campo y la ciudad. Hay diferentes coaliciones de agrupamientos y partidos políticos, el más progresista es el Foro Patriótico que nuclea a los principales movimientos campesinos, sindicatos y algunos sectores religiosos.
Hay un movimiento campesino golpeado pero bien estructurado organizativamente que sigue siendo el principal articulador del campo popular, el particular la organización Kat Je. También las mujeres tienen un lugar central y protagónico sobre todo en agrupaciones feministas en el mundo urbano. Hay comisiones de mujeres en la mayoría de los movimientos.
Después hay un movimiento obrero en torno a las maquilas, es muy pequeño en términos de clase pero bastante radical. Y organizaciones profesionales de una clase media exigua con maestros, médicos, etc.
En las movilizaciones hay de todo, incluso es muy relevante el sector religioso. Católicos, evangélicos y practicantes de vudú, y como en todos lados, toda religión es política. Aquí puede jugar roles progresivos y hasta revolucionarios. También hay un evangelismo neopentecostal muy conservador.
El otro actor relevante, y el mas masivo es la juventud urbana de las periferias. Sus organizaciones son mas débiles y espontáneistas, pero son el corazón y el grueso de las protestas de los últimos años.
¿Por qué aún no cayó el gobierno de Moise?
L.R.: Considerando la extensión de esta oposición que incluye a sectores empresarios, cámaras empresariales y las principales iglesias del país, la Iglesia Católica y sectores evangélicos, solo podemos entender la continuidad de Moise en el poder por el sostén y apoyo de sus puntales internacionales que son en primer lugar la embajada norteamericana, la Organización de Estados Americanos (OEA) y también las Naciones Unidas. Sin este apoyo que en la historia del país se ha mostrado completamente determinante a la hora de interrumpir o impulsar nuevos mandatos presidenciales, es claro que Moise no seguiría en el poder.
Despite earlier attacks by police, protests in #Haiti's capital regroup and are reported in area of Bourdon. pic.twitter.com/3spRADbVh2
Además, hay un acuerdo tácito pero bastante claro de parte de los Estados Unidos que implican garantizarle a Moise una inmunidad completa al finalizar su mandato, lo que en la historia del país ha implicado en general el otorgamiento de visas para estos mandatarios serviles y sus familias y la promesa de una vida holgada en algún lugar de los Estados Unidos.
En un artículo reciente en Nodal comentás el apoyo e intervenciones imperialistas sobre la isla, qué responsabilidad y/o vínculo tiene la clase dominante en Haíti con los países del norte? Cuáles son los intereses concretos sobre la isla?
L.R.: Hay una especie de sentido común entorno a Haití que establecería que siendo un país tan pobre y miserable, qué interés tendrían los países ricos para explotarlo. Esto es una falacia. Haití tiene enormes riquezas minerales concentradas en la región norte. Hay enormes corporaciones estadounidenses y canadienses extrayendo estos recursos en la actualidad o con proyectos de extraerlos en el futuro que incluyen oro, cobre, plata y bauxita. También es importante mencionar que la extensa diáspora haitiana envía permanentemente recursos a la isla y hay una serie de actores principalmente financieros vinculados al control del tráfico y la captación de excedentes de estos recursos, estas compañías suelen ser en buena medida también norteamericanas.
Hay otro asunto de importancia que tiene que ver con que Haití, como otros países del Caribe, son concebidos como grandes receptores de productos norteamericanos particularmente del sector agrícola. La ausencia de soberanía alimentaria es patente desde que a mediados de la década del 80 el FMI y los EE. UU. impulsaran la liberalización comercial y financiera en el país y redujeran a casi cero todas las tasas aduaneras, esto ligado a que la economía agrícola de Haití entró en una profunda crisis y ahora el país se ve obligado a importar productos elementales de su dieta que antes producía con autonomía y suficiencia. Después por supuesto hay una serie de intereses más bien geopolíticos en controlar un territorio del Caribe a escasas millas de sitios estratégicos como el Canal de Panamá, la isla de Cuba o la República Bolivariana de Venezuela.
¿Quienes son la oposición política?
L.R.: En cuanto a la clase dominante de Haití está por supuesto completamente consustanciada con los intereses de los EE. UU. Es una clase dominante bastante peculiar y fundamentalmente parasitaria que en general no produce riqueza de ningún tipo sino que se reproduce como clase a través de la apropiación de excedentes en torno al control de la aduanas del país. Entonces para esta particular elite haitiana, que en buena medida ni siquiera vive en el país, les conveniente que el país no pueda producir absolutamente nada y todo tenga que importarlo.
¿Qué rol jugaron los gobiernos latinoamericanos, sean progresistas o derechistas en la MINUSTAH?
L.R.: La MINUSTAH [NdE Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití] cuyo balance y saldo es bastante conocido sobre todo en torno a numerosos escándalos, crímenes y abusos sexuales, la introducción de epidemia de cólera y numerosas masacres en varios barrios populares, esa misión finalizó sus funciones. Fue sucedida durante un bienio por otra misión conocida como la MINUJUSTH que ya también terminó sus funciones y hoy tenemos la BINUH, una misión que a diferencia de sus antecesoras es puramente civil, no cuenta con ningún componente ni policial ni militar, lo cual no implica que no esté permanentemente pesando sobre Haití como una especie de espada de Damocles, la amenaza de re militarización y re ocupación de la isla cuando coyunturas políticas tan candentes como estas se salen de su cauce. Por supuesto que esta misión tiene tareas netamente de injerencia política.
En cuanto al rol de los gobiernos progresistas, es sabido que muchos de ellos fueron parte de la MINUSTAH. Pienso en casos emblemáticos como los de Chile, Argentina y Uruguay. Es sumamente importante realizar un balance concienzudo, sobre cuáles fueron los beneficios, los crímenes y las responsabilidades civiles y políticas del caso. Es importante recordar que no fue el caso de todos los gobiernos de la región. Hubo dos excepciones muy honrosas que fueron las de Venezuela y Cuba que decidieron tener otro tipo de vínculo con Haití, ofrecer otro tipo de ayuda que no fuera el envío de tropas militares sino la colaboración en el campo por ejemplo de las políticas sociales y de la medicina que ha sido realmente muy importante para el país. Hoy uno habla con cualquier haitiano o haitiana y su percepción, su balance, su vínculo con Venezuela y Cuba son muy estrechos y las relaciones de profundo agradecimiento.