La marca mexicana de tenis, Panam, Lanzo en sus redes sociales un modelo alusivo a las protestas de mujeres que se han dado en los últimos años. En las fotos que la propia marca mostró en Twitter y Facebook, se mostraban modelos de tenis que simulaban las intervenciones en espacios públicos que se han hecho por sectores del feminismo.
La imagen en Twitter además iba acompañada de un mensaje a “enojarse” y afirmaban que Panam es “feminista”.
No es la primera vez que marcas de distintos giros intentan apropiarse de las demandas de las mujeres, e intentan adaptarse al espíritu de época, que ha ido incrementando su rechazo a la violencia hacia las mujeres. Son medidas implementadas por las marcas para aumentar sus compras o llegar a nuevos auditorios, no solo con la cuestión de la mujer, también con la cuestión racial o de otros sectores oprimidos.
Basta con recordar las múltiples campañas de “empoderamiento femenino” de tiendas de ropa, productos para la menstruación entre otras. Un caso importante fueron las botas “Ni Una Menos” de Liverpool, empresa que incluso hace algunos años encubrió un feminicidio. Empresas que, además, se enriquecen a costa del trabajo de millones de mujeres.
Esta reapropiación, de las demandas intenta a la par presentar una imagen positiva de las mujeres. Mientras en otras épocas se intentaba publicitar a las mujeres como amas de casa o esposas modelo, actualmente el relato del empoderamiento femenino ha traído un discurso en que las mujeres pueden lograrlo todo. Discurso que contrasta con la realidad de millones de mujeres y niñas que viven en la pobreza, son precarizadas y viven día a día la violencia.
El ascenso de este discurso para con las mujeres, se dio asociado a, por un lado los avances en ciertos derechos para las mujeres en países centrales, a la par de la feminización y precarización del trabajo y un aumento importante en la violencia. De cierta forma, lo que se podría leer como un “avance” en términos de la integración del discurso feminista en las marcas, publicidad y medios, en realidad representa un feminismo “cool” que nada tiene que ver con las luchas más profundas del movimiento de mujeres.
Como menciona Celeste Murillo en el artículo Feminismo masticable:
A medida que esos sectores abandonaban [el feminismo de los 70s] la calle, y la perspectiva anticapitalista (acabar con el capitalismo para acabar con el patriarcado), las clases dominantes supieron echar mano de esas ideas, las domesticaron. Así se trocó la emancipación por la inclusión, la tolerancia por la libertad y la liberación femenina por el feminismo “masticable”.
Feministas… que explotan?
Panam es una marca que, además, se jacta de tener una enorme planilla femenina dentro de sus empleados. Según la publicidad de estos tenis mencionan que el 70 % de la planilla laboral son mujeres, y en un reportaje hecho a la marca el año pasado hablaban de que representaban el 80 %. Es decir, es una empresa que se beneficia mayoritariamente de la mano de obra femenina. Esto es un rasgo compartido con otras empresas del mismo gremio.
En el reportaje antes mencionado se dice que en el proceso de producción están involucradas muchas mujeres, y echa flores a las trabajadoras argumentando las habilidades sensibles y productivas que tenemos las mujeres, eufemismos para hablar de una mano de obra más dócil y fácilmente precarizada. Esto tampoco es nuevo, hay gremios que crecientemente han ido feminizándose, pues las patronales buscan justo estas “cualidades” que les permiten tener más ganancias, como es el caso de las maquilas en la frontera norte.
Por otro lado, según las bolsas de trabajo de la empresa, los salarios no rebasan los 6 mil pesos, es decir, son salarios que están por debajo de lo mínimo para sobrevivir, mientras la canasta báscia para 4 personas asciende a 16 mil pesos.
Esto es cada vez más grave, si contemplamos que la empresa reporta entre un 45 y 50 % de utilidad. La marca reporta poco más de 700 empleados, y una producción de 280 mil pares de tenis al mes.
Sus tenis rondan entre los 400 y 700 pesos, es decir, 15 de sus pares de tenis más baratos representan el sueldo más alto de la empresa.
Es decir, Panam, la empresa que se autoproclama feminista, explota y precariza a mujeres.
No hay ejemplo más claro para mostrar que mientras las marcas y empresas se apropian de las demandas del movimiento feminista para abrirse nuevos mercados, son las que se enriquecen a costa del trabajo y la vida de las y los trabajadores (y en este caso son en su mayoría mujeres), aprovechando la opresión a las mujeres para aumentar la explotación.
No puede haber más descaro por parte de las patronales. De ahí que la critica a la terrible publicidad de Panam también debe contemplar a las mujeres que pusieron su trabajo en un producto que busca burlarse y aprovecharse de su propia situación.
Es así, como una marca que pretendía montarse del movimiento de mujeres, nos da aun más odio para salir a las calles este 8M. |