Se acerca el 8 de marzo, día internacional de mujer, una fecha en la que en los últimos años se venía demostrando la enorme fuerza del movimiento de mujeres y que supuso una gran caja de resonancia donde miles de mujeres demostraban un hartazgo hacia una sistema capitalista que oprime y explota, que nos excluye, exprime y discrimina . Un gran movimiento que se definía como anticapitalista y antirracista, y que integraba junto a la lucha contra la opresión de género otras luchas como la de las personas trans, migrantes, racializadas, la lucha contra la precariedad, contra la represión...
Un movimiento incómodo para algunos, incluido el Gobierno de PSOE-UP, auto proclamado como “el más progresista de la historia”, que este año ha prohibido la movilizaciones del 8M en Madrid, escondiendo tras la excusa de la pandemia sus verdaderas intenciones: frenar el movimiento de mujeres, criminalizarlo y frenar todo tipo de protesta que ponga en cuestión las bases de este sistema capitalista y patriarcal en el que nos encontramos.
Pues bien, este Gobierno, que integra un “ministerio feminista” dirigido por Irene Montero -quien verdaderamente dedica más tiempo a elogiar a las mujeres empresarias que a querer ver la situación de las trabajadoras-, lanza este ataque brutal al movimiento de mujeres y a su derecho democrático de manifestación.
El Gobierno hace así un gran juego a la derecha que viene señalando a las mujeres como las culpables de la propagación del virus cuando hemos sido la mayoría de nosotras, las trabajadoras, las migrantes, las jóvenes estudiantes y las desempleadas, las que hemos estado luchando contra el virus en primera línea a pesar de los pocos recursos con los que contamos. A pesar de la falta de medidas de seguridad en los centros de trabajo, a pesar de los ataques a los servicios públicos que nos afectan más directamente a las mujeres, a pesar de la precariedad en nuestras vidas y de nuestras condiciones laborales. Todo ello consecuencia de años y años de políticas neoliberales.
Una situación que no es nueva para nosotras pero que con la llegada de la pandemia nos ha expuesto más a la precariedad y al virus.
Somos nosotras, las trabajadoras de vidas precarias, las migrantes, las jornaleras del campo, las empleadas del hogar, las Kellys , trabajadoras de limpieza, enfermeras, trabajadoras de servicio a domicilio, cajeras, en definitiva, las que nos hemos convertido en esenciales con esta crisis, las que estamos sufriendo un mayor número de despidos, las que estamos percibiendo sueldos más bajos con contratos parciales, las que sufrimos las externalizaciones o la represión por parte de la policía -como la que sufren nuestras compañeras migrantes perseguidas en los intercambiadores de autobuses cuando se dirigen a trabajar a los domicilios de los barrios ricos-, y también somos las mujeres jubiladas que se rompieron la espalda invisibles y maltratadas por un sistema patriarcal y capitalista y ahora cobran una mísera pensión que no les permite pagar los alquileres de sus casas y son desahuciadas por la ambición del pelotazo urbanístico.
Por todo esto las mujeres trabajadoras vamos a salir este 8M a la calle para pelear contra la opresión, contra las múltiples violencias que sufrimos y por los derechos que nos han arrebatado año tras año desde los sillones ministeriales.
Por eso este 8 de marzo, desde la Red de rabajadorxs precarixs, llamamos a la desobediencia a la prohibición del gobierno mal llamado progresista que nos quieren imponer sus reglas, somos miles y no nos van a detener a todas por eso salgamos e inundemos las calles de Madrid que son nuestras.
|