“Voy a dar una respuesta honesta: durante todos esos meses en los que nos hablaban sobre si recibiría un título también hablaban sobre cuán oscura sería su piel”.
La frase la pronunció Meghan Markle, este domingo, en una entrevista con Oprah Winfrey.
Quienes “hablaban” del color de piel de su primer hijo eran los integrantes de la familia real británica. Eso era lo que explicaba, en parte, que el hijo de ambos pudiera no recibir el título de Príncipe.
La preocupación -alejadísima de los padecimientos habituales que tienen miles de miles de personas en el mundo- desnuda sin embargo el brutal elitismo que recorre a la Corona británica.
A su modo, la entrevista vuelve a confirmar el carácter reaccionario y retrógrado de una institución que el mismo desarrollo histórico ya sepultó en gran parte del planeta.
En otra parte de la entrevista, Markle relata que debido a las presiones de aquellos meses tuvo pensamientos suicidas y así se lo confesó a su marido Harry. “Simplemente no quería seguir viva. Y ese era un pensamiento muy real, claro, aterrador y constante”, relató ante la conocida entrevistadora.
Como se recordará, tanto Harry como Megan renunciaron a ser parte de la familia real a inicios de 2020. La decisión, que sacudió la escena internacional, también resultó representativa de ese carácter retrógrado de la institución.
Esa renuncia, sin embargo, no implicó la pérdida de múltiples privilegios materiales. Aunque ahora viven en EE. UU., en suelo inglés los Duques de Sussex tenían una mansión gigantesca.
En Gran Bretaña empezaron de inmediato los pedidos de explicaciones así como la solicitud a la Corona de que inicie investigaciones sobre las declaraciones de Markle. Algo que suena a intentar encontrar la cuadratura del círculo. Si en algo tienen experiencia (práctica) las familias reales es en esconder sus propios escándalos.
Hay que recordar que en Europa existen fuertes corrientes críticas por la existencia de la monarquía como institución estatal. Las recientes y masivas protestas que tuvieron lugar en Cataluña y otras regiones del Estado español ponen en discusión la continuidad de una casta parasitaria sin ninguna otra función social que ser parte de un esquema de mantenimiento del orden y el control sobre la población. | 
