El lunes Alberto Fernández dijo en C5N que el Gobierno analiza “modificar el sistema de aumento de combustibles para que no haya un goteo permanente que influya todos los meses”. Pero el viernes habrá un nuevo aumento, de entre el 2 y el 3 % en la nafta y el gasoil que produce y vende la estatal YPF.
Así, desde agosto del año pasado los combustibles no dejaron de aumentar ni un solo mes (hubo meses con dos aumentos, incluso). Un golpe sistemático al bolsillo popular de parte de un Gobierno que dice que hace todo lo contrario.
Hace pocas semanas las empresas petroleras suscribieron contratos de comercialización del crudo con un precio “congelado” hasta mayo. A cambio, combinaron con el Gobierno que se establezca en estos meses un aumento escalonado de los precios al público.
Según informan los propios voceros de las petroleras, el incremento que se acumularía en los próximos meses llegaría hasta el 15 %, aunque para ello deben contar con la aprobación del Gobierno.
Lo que sí es seguro es que esta semana terminará con un nuevo aumento, esta vez debido a una actualización de los llamados “impuestos internos” de los combustibles. Ese incremento interno es, en pesos, del orden de casi $ 2 por litro para las naftas y $ 1,25 para el gasoil, lo que presiona para un alza en los surtidores de entre 2 y 3 puntos porcentuales.
Según la versión de las empresas de combustibles, el cumplimiento de los aumentos escalonados de precios es “condición” para que no se tense la relación comercial entre las dos partes de la cadena.
Sin embargo, pese a los discursos oficiales, de quien no se habla es de los millones de trabajadoras y trabajadores que sufren estos aumentos por dos vías: cuando cargan combustible para sus vehículos y cuando compran todo tipo de bienes y servicios a los que se les recargan esos mismos aumentos por “culpa” de la “cadena de valor”. |