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18 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Educación
Entre la angustia y la empatía: testimonios sobre la evaluación
Sulem Estrada, maestra de secundaria | Agrupación Magisterial Nuestra Clase y Pan y Rosas

En periodo de evaluaciones se ponen en evidencia las contradicciones entre los dichos de las autoridades educativas y la realidad que vivimos las y los maestros estudiantes y madres de familia.

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Estas últimas semanas han sido muy difíciles para las y los docentes, tanto en el terreno laboral como en el emocional. Es que la realidad que vivimos día a día en las “aulas” —desde la obligada virtualidad— se devela de formas brutales cuando llega el periodo de evaluación de las y los alumnos.

Desde la evaluación del primer periodo, dimos cuenta del enorme rezago educativo que se agudizaba entre las y los alumnos, sobre todo entre los más vulnerables en el terreno económico, quienes no tienen medios para acceder a los programas del Aprende en Casa y mucho menos para tener comunicación con las y los maestros por no contar con acceso a internet. Este rezago muestra de forma muy clara la profundización de la brecha de la desigualdad.

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En lugar de tomar medidas contundentes contra esta situación —como hubiera sido dotar de internet y computadoras a todos los alumnos y maestros—, la SEP apostó por la simulación, otorgando un contrato millonario a los empresarios de las telecomunicaciones para salvar sus negocios. En todas sus declaraciones públicas, el ex secretario de educación pública, Esteban Moctezuma, calificó al programa como todo un éxito. Su sucesora, Delfina Gómez, continúo con este discurso e instó a los maestros a seguir por el mismo camino.

A la par que profundizaban el discurso de la “empatía” a través de los Consejos Técnicos Escolares para buscar mejorar las estadísticas, continuaron cargando la responsabilidad en las y los docentes sobre la situación de los alumnos, a pesar de que saben que no se está generando un proceso de aprendizaje significativo.

Pero las y las maestros, que son quienes conocen el día a día de las y los alumnos y comprenden su verdadera situación, no solo fueron empáticos, sino que nuevamente dieron todo de sí para tratar de aportarles, en lo que les es posible. Se comunicaron con los padres y madres y escucharon sus historias de vida, los consolaron, los aconsejaron y cargaron en sus hombros con el peso emocional de la pandemia, que cada día se vuelve más insoportable.

Escucharon sus carencias, cómo enfrentan las dificultades que viven y se pusieron en sus zapatos, no para rellenar los formatos de la SEP ni para inflar sus estadísticas, sino porque son a quienes les importa realmente la educación de las y los niños y adolescentes; aun cuando también enfrentaban es sus propias vidas los estragos de la situación.

Es por eso que nos dimos a la tarea de entrevistar a maestros y maestras de diferentes escuelas y niveles educativos del ámbito público y privado para que den a conocer a qué nos estamos enfrentando realmente.

Testimonios

Para la mayoría —si no es que para todos— el periodo de evaluaciones es estresante, no sólo porque aumenta la carga de trabajo, sino porque muchos coinciden en que las y los alumnos muestran ya cierto hartazgo pues las exigencias son muchas y el aprendizaje es poco.

Además de las sesiones virtuales, que en muchos casos obligan a estar a las y los alumnos sentados horas frente a una computadora y/o su teléfono celular, deben observar los programas de la T.V. y además elaborar actividades diariamente. Para muchos, la carga es excesiva y terminan muy cansados.

Areli, maestra de secundaria, nos comenta que algunos de sus alumnos están empezando a presentar cuadros depresivos. Mientras que Ivonne, también docente de nivel secundaria comenta: “Tuve dos alumnas internadas, una de segundo y otra de tercero, no sé cuántos contagios, porque lo que decían era que su familia estaba enferma y estaban aislados, fueron como 20 los que avisaron eso”.

Esto último resulta relevante puesto que, de acuerdo con los maestros entrevistados, es significativo el número de alumnas y alumnos contagiados por COVID-19, pues se decía que los menores no corrían riesgo y se está evidenciando lo contrario.

Por otro lado, los resultados de las evaluaciones hablan por sí mismos. Cerca de un 40% de las y los alumnos no están comunicados con sus docentes por falta de recursos. Muchos han tenido que entrar al mundo laboral porque sus padres quedaron desempleados y no tuvieron otra opción.

Del 60% que sí mantienen algún tipo de comunicación, por lo menos la mitad de los chicos no entregan actividades ni están pendientes de todas las sesiones en línea, pues, aunque algunos hacen grandes esfuerzos, la situación en la que viven es muy compleja.

En la mayoría de los casos, los padres y madres trabajan todo el día y las y los alumnos deben enfrentar solos este reto, o con los abuelos que poco pueden ayudarles.

“De mis 270 alumnos de primer grado de secundaria, solo alrededor de un 30% siguió la programación, acudió a clases en línea o realizó las actividades que les asigné durante el segundo periodo de evaluación”, nos menciona Aldo, maestro de secundaria.

Todo esto coloca a los docentes en una situación muy difícil para poder asignar una evaluación numérica. Areli nos menciona: “La evaluación realmente no es pareja, ya que influyen muchos factores económicos, personales y de salud, tanto por parte de los alumnos, padres de familia y docentes, a los que muchas veces se nos deja de lado y se da por hecho que estamos bien. Pareciera que para los directivos y autoridades nosotros vivimos en una realidad alterna.”

Samantha, maestra de primaria nos dice: “Debemos de poner calificaciones como a mercancías con sellos de calidad. Además nos exigen muchas cosas como exámenes, trabajos, rúbricas, etc. para que cada maestro avale estas evaluaciones, desgastando todavía más a nuestros alumnos. Este proceso es muy perverso porque sigue avalando un sistema educativo proempresarial, estamos evaluando a nuestros estudiantes con el Aprende en Casa que ya sabemos que es antipedagógico; nos obligan aceptar estas cosas e incluso utilizan la evaluación para separar a los maestros y a los padres de familia, para hacernos enemigos y que no veamos que merecemos otra educación acorde a nuestras necesidades”.

Para Diana, maestra de secundaria, lo más estresante fue que “las autoridades pretenden que funjamos como si fuéramos policías investigadoras que buscan a cada estudiante o a cada madre, padre o tutor para acordar estrategias que sí funcionen, siendo que desde casa esto es muy complejo, por no decir imposible, pues nuestros recursos también son limitados; incluso se comentó entre docentes si no podríamos ser sujetos a demandas por hostigamiento”.

Por otro lado, la carga emocional de las y los maestros con las historias de vida de las y los alumnos es muy fuerte. Están los alumnos “que caminan una hora para tener acceso a internet, hasta los que desertaron porque ya no podían pensar en temas académicos, debido a la pérdida de un familiar o a la propia violencia que se agudiza dentro y fuera de los hogares".

También las madres de familia la padecen. Nos cuenta Diana que “una mamá que siempre intentaba conectarse a las reuniones del grupo de su hijo, un día no se conectó más, le llamé para ver cómo podía apoyar en el aprendizaje del menor, pero me dijo que por la crisis económica tuvo que conseguir otro trabajo, mal pagado y con un horario extenuante, pero su jefe le impidió que hablara por teléfono, por lo que ya no podría tomar mis llamadas ni asistir a las juntas”.

A pesar de los discursos de las autoridades educativas de que todo es exitoso, las y los docentes conocemos la realidad. Sabemos que la SEP solo está anteponiendo sus intereses para rendirle cuenta a la OCDE sin tomar en cuenta las verdaderas necesidades de las niñas, niños y adolescentes.

Diana agrega: “Las autoridades educativas no sólo se deslindan de su responsabilidad como autoridad federal para garantizar la educación pública, sino que me parece una barbarie sin precedentes que seamos las y los docentes, junto con las familias, quienes tengamos que poner nuestros recursos para que ellos se alcen el cuello diciendo que “todo marcha muy bien”. Nada marcha bien, somos trabajadoras y familias precarizadas, sin aparatos suficientes en casa, con el incremento del Internet y la luz eléctrica, fundamental en los hogares, que aumenta el gasto, con salarios que apenas alcanzan para pagar la renta, con violencia intrafamiliar, con enfermedad y muerte”.

¿Qué podemos hacer las y los maestros frente a esto?

Todas estas historias nos muestran que lejos de que todo esté bien, como nos quieren hacer creer las autoridades educativas, la situación está cada vez peor.

Las y los maestros no podemos permitir que continúe la simulación que generará mayor deserción escolar y rezago educativo. Podemos jugar un rol muy importante como lo hemos hecho en otros momentos históricos. No podemos conformarnos, adaptarnos e ignorar la situación por la que están atravesando nuestras alumnas y alumnos y sus familias.

A pesar de las medidas asistencialistas y de los aumentos salariales, que aunque superiores a los de las administraciones pasadas siguen siendo totalmente insuficientes, el gobierno de la 4T ha venido imponiendo medidas que afectan a todas y todos los trabajadores como lo son las UMAS para los jubilados y pensionados y próximamente los despidos en el magisterio producto de la llamada “austeridad republicana” de la mano de permitir la apertura de colegios particulares para que se reanuden las clases presenciales o no haber planteado ninguna medida contundente contra los despidos.

El magisterio debe recuperar su combatividad y ponerse a la cabeza de lucha por la satisfacción de las necesidades de nuestra clase para unificar nuestras demandas con las del resto de las y los trabajadores sin confianza en los charros del SNTE que no mueven no un dedo para representar nuestros intereses, por el contrario, son cómplices de toda esta simulación y del avance de la precarización en nuestro sector.

Consideramos que la CNTE debe romper ya la tregua que mantiene con el gobierno y llamar a todos los docentes a organizarnos y movilizarnos para enfrentar esta situación.

Necesitamos organizarnos escuela por escuela con las madres y padres de familia a través de asambleas virtuales para generar espacios democráticos de intercambio que nos permitan trazar un plan de lucha.

Si estás de acuerdo con esta perspectiva contáctanos en el Facebook: Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase y organízate con nosotros.

 
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