Miles de centroamericanos han retornado a la frontera con EE. UU. bajo las expectativas de encontrar mejores oportunidades de vida, sus esperanzas se vieron renovadas con la gestión Biden y su retórica amistosa hacia los migrantes. Pero es solo eso, retórica.
Las detenciones por tratar de cruzar ilegalmente la frontera, que ya estaban en sus cifras más altas en una década durante los últimos meses de la presidencia de Donald Trump, se dispararon desde la llegada a la Casa Blanca de Biden el 20 de enero. En febrero hubo 100.000 detenciones, un aumento del 28% respecto al mes anterior. Y en marzo, a un ritmo de 4.000 detenciones diarias, la cifra total puede ser aún mayor. Muchos de esos migrantes, además, son menores no acompañados por mayores que huyen de la pobreza y la violencia en Centroamérica y el Caribe.
El número de niños migrantes detenidos en la frontera estadounidense se triplicó hasta alcanzar los 4.200 en la última semana de febrero y la primera de marzo, según documentos federales consultados por The New York Times. Los menores deben ser trasladados a refugios, pero estos tenían restricciones de ocupación debido a la pandemia y, aún después de ser levantadas, se encuentran cerca de la saturación. Entre tanto, muchos niños están acogidos en instalaciones que no son aptas para ellos, en las que por ley solo podrían permanecer tres días.
La Administración Biden se resiste, no obstante, a hablar de crisis. “La situación a la que nos enfrentamos ahora en la frontera suroeste es difícil. La estamos abordando. Estamos manteniendo nuestras fronteras seguras, haciendo que se cumplan las leyes, y siendo fieles a nuestros valores y principios”, explica en un comunicado Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional.
Mayorkas reconoce que el país “está camino de encontrar más individuos en la frontera suroeste de los que ha encontrado en los últimos 20 años”. “Estamos expulsando a la mayoría de los adultos solos y familias. No estamos expulsando a los menores no acompañados”, añade.
El equipo de Biden responsabiliza a la gestión anterior por las políticas de Trump, como el desmantelamiento de los canales de inmigración legal y el abandono de la financiación e inversión en la región, contribuyeron a crear esta situación y condicionan la respuesta que se puede dar a corto plazo. Sin embargo, la administración Biden las sostiene sin modificarlas.
“La anterior Administración desmanteló completamente el sistema de asilo. El sistema se destruyó, las instalaciones se cerraron y expulsaron de manera cruel a niños a las manos de traficantes de personas. Hemos tenido que reconstruir el sistema entero”, explica Mayorkas. “La anterior Administración rompió las vías legales que se habían desarrollado para que los niños puedan venir a Estados Unidos de manera segura, eficiente y ordenada, y también cortó la ayuda internacional al triángulo norte de Centroamérica”.
Pero, para los críticos, es evidente que la nueva Administración no estaba preparada para las consecuencias del cambio de tono en la frontera, en un momento en que la situación en los países centroamericanos que lleva a sus ciudadanos a huir no ha hecho sino empeorar con la pandemia.
“No vengan”
Ayer durante una entrevista en el programa Good Morning America, el presidente Biden mostró su verdadero rostro. Su mensaje a los cientos de miles de migrantes que aguardan en la frontera con México para poder entrar en Estados Unidos fue: “No vengan”, afirmó. “No abandonéis vuestro pueblo, ciudad o comunidad”, agregó. Este fue el mensaje que dio Biden ante el aumento de menores no acompañados que en las últimas semanas están cruzando de forma ilegal desde México a EE UU pese al cierre de la frontera por las restricciones de la pandemia.
Más de 4.200 niños migrantes no acompañados permanecían hasta el domingo en instalaciones de detención de corto plazo de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), según datos de la cadena CBS News recogidos por la agencia EFE. Ante esa situación, Biden envió a comienzos de este mes a varios asesores a visitar la frontera en el Estado de Texas. Tras esa visita, su Administración tomó varias medidas, como la de movilizar durante 90 días a la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) para atender a los menores.
La Casa Blanca, sin embargo, se ha resistido a describir la situación en la frontera con la palabra “crisis”, que sí utiliza en cambio el Partido Republicano, e insiste en que se trata de un “desafío” y un “gran problema”. Biden descartó visitar “por ahora” la frontera con México. |