“Siempre pagamos los trabajadores y el pueblo”, denuncia una de las vecinas del Barrio Los Ceibos de Gonzalez Catán mientras improvisa una ventana con una lona. La pelea por la vivienda no es algo nuevo, es un derecho negado para millones desde hace muchas décadas. Se agudizó con la dictadura que barrió los asentamientos e instaló el concepto de “viviendas sociales”, un eufemismo para decir “casa pobres para pobres”.
Pero este déficit, en tiempos de crisis económica, se manifiesta con fuerza. Y con esa fuerza responden los gobiernos a quienes pelean por vivienda: en el oeste del Gran Buenos Aires, el mismo día que encuentran a M, el intendente de La Matanza Fernando Espinoza ordena el desalojo a decenas de familias que buscaban un lugar para vivir en Villa Luzuriaga, “quemando las frazadas de los chicos, la gente” y hasta sacando a una señora discapacitada. Operativos ilegales, sin orden judicial y con policías sin identificación.
El derecho de “los que menos tienen” -como le gusta decir al presidente- se contrapone a la defensa de los supuestos dueños de grandes extensiones ociosas. Como ocurrió en el predio de Guernica, las demandas de quienes hicieron negociados con los genocidas durante la última dictadura para convertir esos terrenos en campos de golf fueron satisfechas con urgencia, mientras las viviendas para millones seguirán esperando a ser construidas. Quemas de casillas y desalojos, donde mujeres y niños corrían desesperados sin tener a donde ir, por desición política de quienes gobiernan.
La topadora no es novedosa en materia de vivienda. De hecho, quien la inauguró fue el intendente de la Capital Federal durante la dictadura Osvaldo Cacciatore, pasándoles las topadoras a las villas que rodeaban la cancha de River, para “limpiarla” y dejarla “presentable” para el mundial en el país de los “derechos y humanos”.
Una herencia profunda que dejó la dictadura militar y que los gobiernos de la “democracia” han puesto en valor: favorecer a los empresarios inmobiliarios contra los miles de expulsados de distintos asentamientos. La política de “erradicación de villas miseria” avanzó de forma violenta con represión, fuego y topadoras, desplazando cerca de 200 mil personas hacia el conurbano bonaerense. Más del 20% de los desahuciados de la dictadura se asentaron, hacia el oeste, en el partido de La Matanza, y hacia el sur, en Quilmes.
Los números no mienten y los hilos de continuidad de los diferentes gobiernos democráticos son una muestra de ello. Según datos del Renabap, La Matanza tiene 122 barrios vulnerables y es el distrito con más asentamientos informales de toda la Provincia de Buenos Aires. Como indica el Registro Público Provincial de Villas y Asentamientos Precarios (RPPVAP), hay 53.339 familias viviendo en condiciones de vulnerabilidad, en 1.813 hectáreas ocupadas por urbanizaciones precarias. Sin embargo estos datos no son actuales, ni se cuenta con información certera de los dos últimos años de crisis económica y aumento de la pobreza y la desocupación.
La inexistencia de planes de vivienda, o los planes insuficientes han llevado a que los pobladores de La Matanza se las arreglen como pueden. Ocupando tierras (se estima que la amplia mayoría de los barrios surgidos cruzando Camino de cintura tienen un origen en toma de terrenos) o armando sus casas, ranchos o casillas en humedales o a la vera de arroyos, motivo por el que se inundan y pierden todo en cada lluvia fuerte.
Ester, una de las cientas de vecinas de Los Ceibos denuncia en una entrevista televisiva que “el sol no se puede tapar con el dedo”, graficando la responsabilidad de los sucesivos gobiernos ante la falta de viviendas y el problema estructural que padece junto a miles de familias que no tuvieron otra posibilidad que ocupar para vivir. En La Matanza, junto a los vecinos del barrio “Nueva Union” de Rafael castillo son un ejemplo contra la resignación, ante el enorme problema habitacional que padecen los sectores populares y trabajadores, pero que no son casualidades, sino parte de planes.
Mientras que de parte del gobierno peronista que no solucionó los problemas de vivienda -vale recordar que La Matanza es un bastión del peronismo desde la caída de la dictadura - la única respuesta que le dan a quienes se hartaron de esperar y tomaron la acción en sus manos, es la represión y la criminalización.
En el barrio Los Ceibos las casitas estaban abandonadas hacía más de una década. Los vecinos entraron y las habitaron. La respuesta del gobierno fueron la militarización donde no les dejaban entrar agua ni comida, para desgastarlos de hambre y sed. El amedrentamiento constante a quienes entraban al barrio y cortarles la luz todas las semanas. Los vecinos se movilizaron al municipio, y ¡oh casualidad! la misma noche una patota armada intentó desalojarlos a los tiros
mientras Gendarmería y la policía liberaban la zona.
En el barrio recuperado La Nueva Unión de Rafael Castillo, la ilegalidad de la policía es total. Más de 15 operativos donde policías y civiles entraban sin identificarse, golpeaban y detenían y les quemaban todas sus pertenencias. Incluso la comida que habían recibido como donaciones, en medio del hambre de la cuarentena. Cuando los vecinos exigían la orden judicial la respuesta policial era “si no te estoy desalojando, te estoy incendiando”. Incluso intentaron armarle una causa por intento de homicidio a uno de los ocupantes, maniobra que fue desarmada por la movilización popular.
Este 24 de Marzo se cumple el 45 aniversario del golpe genocida. Un golpe que apuntó directamente a la organización de la clase trabajadora y sus condiciones de vida, profundizando la desigualdad y precarizando las condiciones de vida. Por este motivo, desde las diferentes tomas de tierras, se organizan junto a los trabajadores que resisten los ataques de los empresarios, impulsando columnas comunes para marchar todas juntas para que cada una tenga más fuerza. “Queremos invitarlos a marchar por el aniversario del golpe militar- cierra Marcela del barrio Nueva Unión de Rafal Castillo - Porque sobran motivos para movilizar, e invitamos a todos los trabajadores en lucha y a las tomas de tierra para movilizar”. | 
