En el panorama político los efectos de las elecciones del 7 de junio no dejan de hacerse notar. A la confrontación que pareció surgir entre Morena y PRD en la ciudad de México con las acusaciones de fraude –de la cual el Morena finalmente defeccionó–, se suma la lucha al interior del PAN, que salió muy debilitado de las elecciones, y que afronta una disputa por la sucesión entre calderonistas y maderistas. Por otra parte, todos los días se expresa de nueva cuenta la degradación profunda de la “democracia” mexicana: los efectos de la narcoguerra en Nuevo León o en Coahuila, el hallazgo de nuevas fosas clandestinas en Guerrero y otros estados, el asesinato de Rogelio Sánchez, alcalde electo de Jerécuaro, Guanajuato, por mencionar algunos de los hechos más resonantes. Los mismos muestran las dificultades que tienen las instituciones para garantizar la gobernabilidad y, en particular, para mantener a raya a los cárteles.
En ese contexto, el elemento sobresaliente en esta última semana es la decisión gubernamental de ir hasta el final en implementar la evaluación docente, y la resistencia que surge impetuosa.
Resurge la movilización magisterial. El miércoles 24, miles de maestras y maestros, en el marco de una jornada de paro, se movilizaron en la ciudad de México, desafiando los ataques del gobierno de Peña Nieto y de su secretario de Educación Pública, Emilio Chuayfett. Según los organizadores, y sorprendiendo a muchos, fueron más de 20,000 manifestantes, provenientes del Distrito Federal y del Valle de México, destacando, además de las secciones capitalinas, la gran afluencia de maestros organizados en la Sección 36, y participando también aspirantes excluidos de las normales del DF. Mientras el magisterio asegura que el paro se extendió por la zona metropolitana, la Secretaría de Educación Publica desestimó –como suele hacer– el resultado de la medida. Sin embargo, la alta participación en la movilización así como la realización de marchas en varios estados, muestran la profundidad del repudio a la evaluación docente. Aunque no alcance todavía la masividad de lo que en su momento se llamó la “primavera magisterial” del 2013, la posibilidad de que el movimiento escale, e incorpore a sectores cada vez más amplios del magisterio, está más que presente. El despertar que recorrió a las bases magisteriales entonces, y que llevó al cuestionamiento a los charros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en muchos estados, está resurgiendo.
El desafio de Peña Nieto. Como es sabido, el gobierno realizó una maniobra –típica del priismo– para contrarrestar las acciones magisteriales y el boicot a las elecciones, cuando anunció la supuesta suspensión de la evaluación docente. Después del 7 de junio volvió a la ofensiva, adelantó los tiempos de la misma y a través de las declaraciones de Emilio Chuayffet dejó sentado que iba por todo, “llueve o truene”.
Esto no puede disociarse del resultado obtenido en las elecciones por el partido de gobierno, el cual fue, como hemos dicho aquí y aquí, complejo.
De una parte, el descrédito y la pérdida de legitimidad de las instituciones alcanzó, como no podía ser de otra forma, al PRI: baja de votos en términos absolutos y relativos, y pérdida de posiciones importantes, como Nuevo León, la ciudad de Guadalajara y otras.
De otra parte, se mantuvo como la primera fuerza parlamentaria y, lo que es más importante, espera contar con una mayoría absoluta mediante sus alianzas con el Verde y Nueva Alianza.
Si alguno de estos aliados le fallase o tuviese un precio demasiado alto –por ejemplo el Verde, que ya le disputa el control de Chiapas–, Peña Nieto siempre puede apelar a acuerdos con su aliado estratégico, el PAN. De esta forma Peña Nieto puede presumir de su capacidad para sacar las leyes que requiera del Congreso de la Unión.
Caso testigo. El enfrentamiento con el magisterio ocupa el lugar de una suerte de caso testigo para el gobierno. Los maestros encabezaron la resistencia contra Peña Nieto y hoy son el principal sector de los trabajadores que se mantiene en lucha, contrastando con la pasividad en que la mayoría de las direcciones sindicales sumieron a las organizaciones obreras.
Para Peña Nieto, doblegar la resistencia magisterial es una cuestión crucial: permitiría el libre paso para la reforma educativa y sentaría un precedente para otros movimientos de protesta.
El gobierno tiene por delante tres años que pueden ser difíciles, si continúa debilitándose la figura presidencial. Golpear a quienes resisten es, sin duda, una forma de recuperar su prestigio a los ojos de la clase dominante y del gobierno de EE.UU.
Como afirma un medio de comunicación, el pulso del próximo trienio puede estar marcado por el enfrentamiento entre el gobierno y los maestros. Sin duda, como plantean organizaciones del magisterio como Nuestra Clase, masificar la lucha y conquistar la solidaridad activa de los demás sindicatos es fundamental. La idea de que “si ganan los maestros, ganan todos los trabajadores y el pueblo”, está hoy más vigente que nunca.
Nuevamente, a las calles por los 43. Si la desaparición de los 43 normalistas abrió un proceso profundo de movilización que recorrió las calles de México durante varios meses, la impunidad existente continúa alimentando el desprestigio y el descrédito de las instituciones políticas.
Las afirmaciones realizadas por la Secretaría de Defensa (Sedena) respecto a que uno de los normalistas habría sido miembro de las Fuerzas Armadas, provocó el repudio de los padres de familia, que vieron en ello un nuevo indicio de las intrigas del priismo en el poder. Cada semana, nuevos elementos echan abajo la “verdad histórica” que intentó consagrar la Procuraduría General de la República. El movimiento por Ayotzinapa busca, con la movilización del viernes 26 y la jornada 43x43, reactivar la movilización. Sin duda, la demanda “Nos faltan 43” debe ser una bandera de lucha de todo el movimiento obrero y popular.
La unidad del magisterio con los padres de familia y las organizaciones obreras y populares debe ser el primer paso, para fortalecer la lucha contra esta democracia asesina del PRI-PAN-PRD y su legado de hambre, miseria y opresión. |