Como parte de los trabajadores que desde hace unos años atrás tomamos parte en un proceso de organización y lucha antiburocrático, por la base, en nuestro lugar de trabajo, y que hemos seguido participando de diversos espacios de articulación sindical y acciones de calle por las demandas de la clase obrera, vimos con interés el llamado al “Encuentro Nacional Unitario”, y consideramos oportuno participar. Por supuesto, también lo consideramos oportuno como militantes de izquierda. Sin embargo, haciendo las gestiones para concretar la participación, tropezamos con la realidad nada “unitaria” de la convocatoria, por decir lo menos.
Primero nos enteramos que el criterio de participación era restringido casi exclusivamente a quienes tuvieran algún tipo de personería sindical o de alguna instancia formal de las existentes en el movimiento obrero, lo que dejaba por fuera a quienes, sin ser directivos sindicales, son o han sido parte de procesos de organización y lucha en el seno de los trabajadores, por lo general en pugna precisamente con direcciones sindicales burocráticas y propatronales, que han abandonado a los trabajadores a su suerte. Por ejemplo, el caso de quienes así nos organizamos y luchamos en el Ministerio del Trabajo, o los trabajadores madereros de Masisa en Guayana, en un caso una burocracia sindical afín al patrón Estado, en otro una servil al patrón privado.
Pero por lo visto, a los impulsores del encuentro no les interesaba incorporar a ese tipo de activistas y luchadores de la vanguardia obrera que están fuera de los márgenes de las direcciones sindicales. Para peor, aún indagando si había posibilidad de participar, supimos que vetaron la participación de directivos sindicales que son parte de corrientes sindicales o políticas de izquierda diferentes a las que se agrupan en torno al “Frente Nacional de la Clase Trabajadora en Lucha” (FNCTL). Es decir, ya no solo se trataba del criterio burocrático y excluyente hacia el activismo de las bases en lucha, de que para participar en un encuentro de trabajadores se debía tener cargos sindicales, sino que además también se vetaba la participación de quienes siendo directivos sindicales, hacen parte de corrientes de izquierda diferentes a las alineadas con el PCV.
La convocatoria al encuentro decía que se partía de conocer “el valor potente de la unidad de acción de la clase trabajadora para enfrentar a la patronal, al Estado burgués y a todo el sistema capitalista”. Lo que sin embargo se muestra como simple palabrería hueca, pues el espacio le cierra las puertas a trabajadores y corrientes que son parte, justamente, de luchas que apuntan en ese sentido, y toma en cuenta solo a quienes son afines a la política del PCV.
Lo que deja por fuera el sectarismo estéril del PCV
Entre a quienes expresamente o indirectamente se les negó la participación, están compañeros electos por los trabajadores para directivos sindicales del Metro de Caracas, pero expulsados del sindicato por la burocracia sindical gobiernera y luego despedidos de la empresa, como el caso del compañero Jairo Colmenares; dirigentes sindicales de la federación petrolera, como José Bodas, secretario general de la FUTPV, militante de la Corriente Clasista, Unitaria Revolucionaria y Autónoma (C-CURA) y del PSL; las y los dirigentes del Sinatra-UCV y de la federación de trabajadores universitarios (Fetraesuv) encabezada por Eduardo Sánchez; quien este artículo escribe que jugó un papel destacado en el proceso de organización y lucha de los trabajadores y trabajadoras del ministerio del Trabajo (donde pusimos en pie una red de voceros electos por las bases y generamos un activismo y lucha como no lo había habido en décadas allí), y militante de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS).
Solo algunos ejemplos puntuales para ilustrar, pues es un amplio arco de compañeros, compañeras y sectores que quedan fuera con semejantes criterios. E insistimos, en algunos casos fue expreso el veto. Un método harto burocrático y vergonzante para el movimiento obrero: pretender vetar de encuentros de trabajadores a dirigentes electos por los trabajadores.
Invariablemente, todos estos sectores mencionados, junto a otros, han sido parte de diversos procesos o acciones de lucha por las reivindicaciones de la clase obrera, por el salario igual a la canasta básica, contra el Memorando 2792 y por el respeto a los contratos colectivos, contra los despidos, por la libertad de los trabajadores presos por luchar, etc. Siendo parte de diversos espacios de coordinación para las luchas de la clase, o para decirlo en lenguaje marxista, de frente único obrero. Por supuesto, en ese arco hay importantes diferencias políticas, algunas de peso –que no son este el espacio para desarrollar–, pero que no han sido impedimento para “golpear juntos”, como clase, y que cada quien siga “marchando separado” según sus propias directrices.
Y más en general, el criterio ultra burocrático de cerrar la puerta a quienes no están enrolados en direcciones sindicales (o en alguna corriente en particular), deja por fuera nada más y nada menos que a posibles activistas y trabajadores de base totalmente necesarios para unir las fuerzas de la clase obrera para la lucha.
Pero por lo visto, estas cuestiones elementales no interesan a los convocantes. Al final de cuentas el llamado no representó mayores cambios con relación a lo que vino haciendo el PCV durante todo el gobierno de Maduro y sus ataques al movimiento obrero, limitando su “unidad de acción” a aquellos sectores que cumplían con cualidades como: a) estar identificados como chavistas; b) no enfrentarse abiertamente al gobierno de Maduro sino solo con críticas secundarias; c) dispuestos a acatar sin más la línea del PCV. Podría esperarse que luego de su “ruptura” con el gobierno, algo hubiese cambiado, pero parece que no mucho. Y por supuesto, semejante idea de “unidad de la clase”, que evidentemente no es tal, no solo ha sido totalmente estéril para producir resultados favorables, sino que de hecho ha sido causa de derrotas sin siquiera presentar batalla.
Una orientación que ha jugado un papel muy lamentable en la lucha de clases
Con esa política el PCV excluye de la supuesta “unidad de acción de la clase trabajadora” a importantes sectores que son parte de las luchas de la clase obrera, luchas en muchas de las cuales, de hecho, es bastante discutible el papel y la consecuencia del PCV y sus organizaciones: baste citar como ejemplo que no han sido ni son parte –aun hoy luego de su “ruptura” con Maduro¬– de la constante lucha que muchos llevamos adelante por la libertad de todos los trabajadores presos por luchar. Ni siquiera en algo tan elemental como eso han sido mínimamente consecuentes.
Más de conjunto, mientras esos a quienes el PCV excluye del llamado “unitario” hemos estado todos estos años previos en los lugares de trabajo y en las calles enfrentando abiertamente la política antiobrera y represiva de Maduro, desplegando las más diversas iniciativas para buscar las vías de lograr victorias o, por lo menos, una resistencia más efectiva para evitar derrotas, esa política del PCV lo mantuvo totalmente ajeno a esas dinámicas de luchas. Evitando obtusamente contribuir a fortalecer y forjar frentes únicos de clase para enfrentar a los patrones y al gobierno, porque en los hechos mantenía su apoyo al gobierno hambreador y represivo.
Como señalamos en un reciente artículo: “mientras en el segundo semestre de 2018 se vivió el intento más importante que ha tenido la clase obrera por ponerse en pie de lucha (…) con luchas duras como el paro nacional de las enfermeras y movilizaciones en las empresas básicas, la administración pública, docentes y universitarios, entre otros, el PCV y el FNLCT contribuyeron a la división de las fuerzas obreras al negarse tajantemente a sumar fuerzas para la lucha. ¿Por qué? Porque esas luchas enfrentaban abierta y decididamente la política del gobierno. El PCV prefirió mantener a los trabajadores que influenciaba aislados de esa dinámica de lucha, limitados a concentraciones ante alguna oficina del Ministerio del Trabajo en las que se debía declarar la lealtad al chavismo, el apoyo al gobierno… y se pedía ´rectificación’. Condenando a la impotencia a esas luchas”.
De esta manera, no solo estuvo por fuera de estos importantes procesos de lucha, sino que condujo a la más lamentable impotencia a las luchas que tuvo en sus manos para influir. Podemos ilustrar con el que quizás sea el caso más emblemático: Abastos Bicentenario. Varios centenares de trabajadoras y trabajadores fueron despedidos con la política de cierres y reprivatización del gobierno, una parte importante depositó su confianza en lo que pudiera hacer el FNLCT, eran cientos de padres y madres de familia que estaban dispuestos a resistir y luchar por sus puestos de trabajo.
¿Qué hizo el PCV? ¿Se orientó a desarrollar métodos elementales de lucha obrera como la movilización combativa en las calles, impulsar la unidad con otros sectores en lucha para rodear de solidaridad activa a los compañeros, armar un amplio fondo de lucha que permitiera sostener la lucha y no ser vencidos por el hambre ante la ausencia de los salarios, evaluar la posibilidad de ocupar las instalaciones para defender los puestos de trabajo, preparar una política para hacer frente a una eventual arremetida represiva, etc., etc.? No. ¿Volcó su militancia y recursos hacia la lucha, dispuso que su juventud girara a apoyar de las más diversas formas a los trabajadores (en difusión, logística, búsqueda de aliados, apoyo físico en tareas prácticas o resistencia a eventual represión, etc.), movió sus relaciones internacionales para que mostraron apoyo político y material (seguro hubiesen podido hacer importantes aportes para un fondo de lucha), etc.? No.
En fin, ¿se propuso desarrollar la lucha de clases?, ¿puso su aparato y fuerzas como organización para que la lucha triunfara? No. Se limitó en lo fundamental a sus rutinarias concentraciones casi demostrativas ante oficinas del MinTrabajo, pidiendo rectificación y solicitando que se instalaran mesas de trabajo donde tratar el asunto. Es decir, ¡precisamente una política que tenía el gobierno para dormir los conflictos obreros y derrotarlos por desgaste o desmoralización, “mesas de trabajo” en las que se mareaba a los representantes obreros (y al secretario sindical del PCV, que a menudo debía entrar a las mesas), mientras en la realidad avanzaban los ataques patronales y se hacía cada vez más difícil la situación de los despedidos, en medio de una voraz hiperinflación y una catástrofe económica! “Mesas de trabajo” así y cero métodos de lucha de clases, el resultado era más que previsible.
Algo similar podría decirse de los miles de despedidos y suspendidos de la Coca-Cola, donde un grueso sector se puso también a disposición de las orientaciones del PCV/FNLCT. Se trata de conflictos que podrían haberse transformado en luchas serias, en conflictos ejemplarizantes para el conjunto de la clase obrera, esos conflictos donde puede estar en juego cambiar, así sea un poco, la correlación de fuerzas. Donde si no se lograba el triunfo, en el peor de los casos se hubiese desarrollado tal nivel de resistencia y de lucha, que la derrota hubiese sido producto de una batalla que siente precedentes y ejemplo para la clase [1]. ¡En cambio, nada más desmoralizante que derrotas sin dar batalla!
Por supuesto, la condición para poder abrir las posibilidades de una victoria (o en el peor escenario, una derrota digna y edificante), es desarrollar la lucha de clases. Pero el PCV sustituyó los métodos de lucha de la clase obrera por el rutinarismo sindical burocrático, y para peor, afín al gobierno… el mismo gobierno que era punta de lanza de los ataques a los trabajadores y trabajadoras. Aislando tales luchas del resto de la clase obrera que enfrentaba al gobierno antiobrero. Conduciendo las luchas a derrotas sin pena ni gloria. ¿Qué inspiración o moral de combate pueden dejar luchas conducidas de esta manera?
Políticas como esas tienen cuota de responsabilidad en el muy lamentable estado actual de las fuerzas obreras y de su capacidad de lucha tan diezmada.
Más aún, es inevitable que surja la duda razonable sobre si el llamado actual entonces, más que aglutinar fuerzas de clase para la lucha, no persigue más bien apenas revitalizar cierto peso sindical para exigir algún espacio en los “diálogos” que el gobierno viene adelantando con empresarios y burócratas sindicales. El PCV pasó casi dos décadas quejándose de que nos los tomaban en cuenta para la “dirección colectiva” del gobierno de Chávez y luego de Maduro; ahora denuncia que los excluyen de esas instancias de “diálogo”. Los hechos dirán si realmente el objetivo de este llamado no es conseguir cierto peso en número de representantes sindicales para exigir un espacio allí.
Un llamado a las bases del FNLCT, del PCV y las organizaciones de la APR
Cualquier trabajador medianamente consciente de la situación del movimiento obrero actual en el país, de las necesidades de las luchas, y de las circunstancias que estamos relatando de los últimos años, sabe que la actitud y la línea trazada por los dirigentes del PCV, antes y ahora, atenta precisamente contra la posibilidad de unificar las luchas y las fuerzas de la clase obrera, ya de por sí bastante debilitadas. No solo es condenable desde el punto de vista de los principios de la democracia obrera y desde la necesidad que tenemos como trabajadores de concretar frentes únicos para defendernos como clase de los brutales ataques a que somos sometidos, sino que arrastra a quienes le siguen a un sectarismo estéril.
Por eso les hacemos un llamado fraterno a los dirigentes y activistas que acudieron a este encuentro o que se identifican con el FNLCT, a que si les parece equivocado este proceder de quienes llevan la dirección de ese espacio, hagan saber su posición y den la lucha que haya que dar para corregir ese rumbo, y tender lazos para concretar verdaderos espacios unitarios que sirvan a la urgente necesidad que tenemos de fortalecer nuestra capacidad de lucha.
De nuestra parte, reconocemos y valoramos la actitud coherente de los compañeros de Sirtrasalud Distrito Capital, encabezados por Thony Navas, quienes al comprobar que esos serían los criterios del evento, y que se hizo caso omiso a su planteamiento de evitar vetos y exclusiones, decidieron desistir de participar, aún cuando aparecieron como convocantes. Navas planteó que la convocatoria debía responder a la necesidad de debate plural y democrático entre la clase, que sustente la unidad de acción, donde se pudiera participar aún sin ser sindicalista, sino sencillamente trabajador o parte de los factores que hacen vida en el movimiento obrero, criterio que, afirma, no recibió mayores objeciones en reunión preparatoria del 3/03, pero que luego fue cambiado, en otra instancia que además no queda clara cuál es. Lo que denota también el manejo crudamente burocrático del asunto.
El llamado también es a las bases del PCV y a las organizaciones de la APR. Sabemos que hay militantes del PCV, tanto en el movimiento obrero como en la juventud, interesados realmente en forjar unidad de clase para la lucha, y que además saben que esta política de su dirección de sectarismo estéril es totalmente equivocada. Sin embargo, es la política que se impone y que los ha llevado a ser parte de una orientación altamente perjudicial para la clase trabajadora y para ellos como militantes de izquierda, al condenarlos a ser furgón de cola, “críticos”, de un gobierno burgués hambreador, profundamente antiobrero y represivo. Compañeros/as, ustedes sabrán cuál será la mejor manera de hacer valer sus convicciones como militantes revolucionarios, para no mantenerse avalando esa política.
También exhortamos a las demás organizaciones de la Alternativa Popular Revolucionaria (APR), con algunas de las cuales hemos coincidido en diversos espacios de lucha. Ustedes son parte del FNLCT, debería ser inaceptable para ustedes que se les imponga ser parte de un espacio que ejerce vetos sectarios contra corrientes y compañeros de izquierda con quienes han compartido unidad de acción para las luchas de nuestra clase. Al PPT-Uzcátegui, Lucha de Clases, Izquierda Revolucionaria, les preguntamos fraternal y públicamente, ¿cuál es su posición al respecto?
De nuestra parte, seguimos dispuestos a intentar construir los frentes únicos de clase que sean necesarios para defender los intereses de las trabajadoras y los trabajadores frente al capital privado, el gobierno y los distintos capitales imperialistas y sus gobiernos.
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