Se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de Miguel Abuelo, fundador de una de las bandas precursoras del rock local. Mañana, “Los Abuelos” vuelven a los escenarios en el Teatro Ópera.
Un 26 de marzo de 1988, en el mismo Munro que lo vio nacer y a pocos días de cumplir 42 años, moría Miguel Abuelo; por causa de una infección generalizada, diría la autopsia; por el designio de dios, que castiga a través del sida a homosexuales y drogadictos, -sentenciarían los inquisidores de siempre, con su dedo acusador y el discurso estigmatizador que por aquellos años pregonaban a viva voz-.
Lo cierto es que Miguel Ángel Peralta, de cuna humilde y sin padre, vivió hasta los 5 años en el “Instituto de menores Manuel Roca” del barrio de Floresta, ya que su madre, Virginia, contrajo tuberculosis y no tenía un mango para darle de comer. A los 9 años trabaja como ayudante del lechero repartiendo bidones; vende sandías en la calle; y demás actividades propias de un buscavida que, a duras penas, le permiten sobrevivir y a las piñas. Como tantos otros pibes condenados a la pobreza por el sistema que los expulsa antes de nacer, incursiona en el boxeo. Duró poco. En su primera pelea oficial se come una paliza de knock out que lo alejaría definitivamente del ring, mas no de su afición por resolver los conflictos con los puños. “Qué le vas a hacer, ñato, cuando estás abajo todos te fajan”; así comienza Torito, el cuento que Cortázar le dedicara a Justo Suárez, otro hijo de la pobreza que se levantaba de la lona metiéndole “áperca” a la vida a cambio de yerba para el mate y un bife jugoso. Miguel no se resignaba y con la misma tenacidad que sostuvo hasta su último día, siguió dando pelea e incursionó en el arte.
“Era un chico de la calle y, al mismo tiempo, un gran poeta. Porque, a pesar de haber sido abandonado y de vivir en un reformatorio, era un tipo cultísimo. Tenía 19 años y era un “busca” que vivía a la buena de dios, pero sabía muchísimo de literatura y además era actor”, comenta Pipo Lernoud y en un pasaje de la biografía de Miguel que Juanjo Carmona tituló “El paladín de la libertad”.
En el ´66 conoce a Pipo, con quien comparte cuarto en la pensión Norte, lugar donde ensayaban Moris y Pajarito Zaguri junto a “Los Beatniks”. Miguel no llegó a la fundación del rock local por propia decisión si no por azar. Cuando se une a la camada fundacional del rock local, integrada también por Javier Martínez, Lito Nebbia, Tanguito, entre otros, y quienes tenían su base en “La Cueva” de la calle Pueyrredón, Miguel cantaba bagualas y leía poesías. La música y la literatura eran su gran pasión. Uno de los apodos que cargó por esos años devino de la mala pronunciación de uno de sus autores preferidos. Su hermana, quien tenía por entonces un proyecto de teatro independiente, lo invita a leer a Shakespeare en una de sus funciones. Al subir al escenario, rebautiza al viejo William presentándolo como “Equiaspere”, ganándose el mote y la burla de quienes se regodean con la declamación de la clase privilegiada; como si los pobres no tuvieran derecho a disfrutar de la literatura y emocionarse con ella, o su sensibilidad pudiera ser anulada por una cuestión de pronunciación.
“Equiaspere” forma en el ´67 Los Abuelos de la Nada, tomando la frase del libro de Leopoldo Marechal: “El banquete de Severo Arcángelo” en el que escribe: “Padre de los piojos, abuelo de la nada”.
En el ´68, junto a “Mayoneso” Fanacoa en teclados, Miki Lara en guitarra rítmica, Alberto Lara en bajo y “Pomo” Lorenzo en batería, graban su primer disco simple en el que Claudio Gabis (guitarrista de Manal) toca como invitado en “Diana Divaga” y en el lado B del sencillo Pappo toca la viola en “Tema en Flu sobre el planeta”. Las profundas diferencias con el Carpo Napolitano hacen que Miguel abandone la banda que poco tiempo después se disolvería. En el ´70 forma El Huevo, pero no llegan a tocar ni grabar, ya que Miguel decide irse a Europa, agobiado por la dictadura de Onganía.
En el viejo continente no se radica en ningún lado y vive viajando. En Francia trabaja en las viñas recolectando uvas y confeccionando cinturones de cuero. En Inglaterra consigue empleo en un restaurant... hasta que conoce a la galesa Krisha Bogdan en Ibiza (donde estuvo preso por extranjero indocumentado) y se casan para luego, en el ´72, ser padres de su único hijo: Gato Azul, nacido en Londres.
En el ´73, junto a músicos argentinos y chilenos exilados, forma: Miguel Abuelo & Nada con quienes graba un álbum homónimo de sonido áspero, oscuro, guitarras distorsionadas y fuertemente influenciado por Deep Purple, Led Zeppelin y Black Sabbath, que se editaría solo en Francia. Junto al guitarrista Daniel Sbarra, quien luego integrara “Virus”, terminaban de grabar y salían a tocar folklore por las calles de París para ganarse el mango. Recién en el año 2000, ese disco desconocido en Latinoamérica y precursor del hard rock, llegaría a la Argentina.
En el ´81 regresa a Argentina y junto a Cachorro López en bajo, Daniel Melingo en clarinete y bajo, Andrés Calamaro en teclados, Gustavo Bazterrica en guitarra y Polo Corbella en batería, refundan y graban el disco “Los Abuelos de la Nada”, producido por Charly García, presentándolo en vivo en el B.A. Rock ´82. “Sin gamulán” y “No te enamores nunca de aquel marinero bengalí” suenan en todas las radios, en un momento de auge y mayor apertura para el rock local pos-Malvinas.
En los años siguientes grabarían 4 discos más: “Vasos y Besos” (´83), “Himno de mi corazón” (´84), “Los Abuelos en el Ópera” (´85 -en vivo-) y “Cosas mías” (´86) con la que sería la última formación de la banda, integrada por Miguel en la voz, Kubero Díaz en guitarra, “Chocolate” Fogo en bajo, Juan Del Barrio en sintetizadores y Polo Corbella en batería. Estos LP contenían una avalancha de hits que mantuvieron a Los Abuelos sonando permanentemente en las radios durante varios años.
Además, en el ´84, Miguel se hace un rato para grabar un disco solista “Buen día, día” en el que participan sus compañeros de Los Abuelos, Fito Páez, Miguel Cantilo, Gato Azul (su hijo), entre otros, y en el que incluye temas como “Mariposas de madera” que inmortalizara el flaco Spinetta en su versión grabada en vivo junto a Las Bandas Eternas.
En el ´87, Los Abuelos tocan en Junín su último recital, el cual termina en pelea callejera, de madrugada, con una banda de pibes locales que no les guardaban mucha simpatía ni respeto y en la que vuelan piñas, sillas y botellas en una esquina de la ciudad, y en la que Miguel pierde durante la trifulca su clásico amuleto de silbato en cruz. Lo demás... ¡ah!
Los Abuelos de la Nada 2021
Este viernes 26 (entradas agotadas) y sábado 27 de marzo Los Abuelos de la Nada vuelven a subir al escenario del Teatro Ópera.
Con Gato Azul Peralta en voz, Kubero Díaz en guitarra y voz, Juan Del Barrio en teclados, sintetizadores y coros, Sebastián Peyceré (batería), Gringhi Herrera (guitarras), Jorge Polanuer (saxo), Alberto Perrone (bajo) y Frankie Landon (voz), Los Abuelos inician una gira que incluye Argentina, Uruguay, Chile y México. Además, estarán Gustavo Bazterrica, Alfredo Desiatta y varios artistas invitados de los que grabaron en los nuevos lanzamientos.
La banda ya presentó varios singles junto a grandes artistas como Ricardo Mollo y Manuel Moretti en “Lunes por la Madrugada”, Los Tipitos en “Tristeza en la Ciudad”, Benjamín Amadeo en “Costumbres Argentinas”, Connie Isla y Miguel Zavaleta en “Chalamán” y Natalie Pérez e Hilda Lizarazu en “Himno de mi corazón”.
Además, lanzaron dos nuevas canciones: “Un Río Crucé” y “Mi estrella y yo” junto a Chocolate Fogo. Los cuales formarán parte del LP de Los Abuelos y ya se pueden escuchar por Spotify y demás plataformas digitales. Próximamente Los Abuelos publicarán “Cosas Mías” feat. Javier Malosetti; “No se desesperen” feat. El Kuelgue y “Guindilla Ardiente” feat. Bandalos Chinos.
Sin dudas será un gran show para nostálgicos y para quienes descubren a esta gran banda que vuelve a rodar después de tanto tiempo.
Y también un gran homenaje póstumo para Miguel Abuelo. Ese pibe de Morón que no se achicó ante las inclemencias de su tiempo ni se dejó pisotear por su condición humilde. Cantando, escribiendo, recitando o a las trompadas, pero supo imponerse como un artista inclasificable y sumamente creativo, desafiando los condicionamientos sociales y culturales de su época, rebelándose ante prejuicios, estigmas y sentencias con esa marca distintiva que también imprimía sobre su rostro como una lágrima que viene del hondo bajo fondo donde el barro se subleva.
Sus últimas palabras fueron: “No me lloren, crezcan”. A partir de mañana en el Opera serán una realidad. No será lo mismo sin Miguel, pero qué bueno que Los Abuelos vuelvan a tocar.