El Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) informó que hasta el 25 de marzo se contabilizaron 30.251 fallecidos por covid-19 en Chile entre probables y confirmados.
El anuncio fue entregado mientras casi 14 millones de personas se encuentran confinados en sus hogares, sin claridad sobre si tendrán en sustento suficiente para sobrevivir o si podrán conservar sus empleos.
El Gobierno durante las últimas semanas se dedicó casi exclusivamente a vanagloriarse del proceso de vacunación, haciendo caso omiso a la sostenida alza de contagios que se venía registrando en cada nuevo informe epidemiológico.
La insistencia en mantener los ritmos productivos de las funciones no esenciales, con un trasporte público donde no existe el distanciamiento, sin una trazabilidad seria, son elementos aportan al descontrol en los contagios y el gobierno de Piñera es directamente responsable.
El motivo de fondo para sostener una situación como esta, dice relación con la obsesión de este gobierno y los empresarios por mantener ritmos productivos que sostengan sus ganancias. No es casual que grandes empresarios como Lucsik haya aumentado más del doble su fortuna en plena pandemia.
Para enfrentar seriamente esta segunda ola es necesario garantizar un ingreso universal de emergencia de 550.000, prohibir los despidos y suspensiones, unificar el sistema de salud público y privado, terminar con el toque de queda, y financiar todas estas mediadas con un impuesto extraordinario del 20% a las grandes fortunas del país.
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