El conflicto de Lácteos Mayol cobró gran notoriedad pública hace algunas semanas. No por la dimensión de la empresa. Se trata de 14 trabajadores. Pero varios medios nacionales y organizaciones patronales lo convirtieron en una “bandera” de su campaña contra las protestas obreras. Un acampe se había armado afuera para visibilizar el reclamo.
El empresario Dardo Mayol lloró en cámara y pidió que le saquen “esa lacra” que quería llevar su empresa “a la quiebra”. Dijo que le habían roto y robados maquinaria. La Sociedad Rural y las cámaras patronales sacaron comunicados y marcharon en apoyo al hombro. Pocos repararon en cuáles eran los reclamos de los trabajadores y el sindicato, en este caso ATIRLA. Estaban mal encuadrados, estuvieron muchos años sin registrar, cobraban sumas también “en negro”.
La resolución del conflicto, sin embargo, tuvo poca repercusión.
Finalmente, según informa el gremio, “con la firma de un acuerdo suscripto ante el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires se ha puesto fin al conflicto laboral suscitado entre las partes. El acuerdo contempla el correcto encuadramiento de los compañeros y satisface plenamente los justos reclamos laborales interpuestos”.
Además aclararon que no se bloqueó la fábrica sino que fue un acampe; que los trabajadores no ocasionaron algún daño a su fuente de trabajo; que la medida era legal y solo participaron trabajadores lecheros.
Lo cierto es que el acuerdo, firmado en el marco del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, implica un reconocimiento de los reclamos que originaron el conflicto que fue demonizado por los grandes medios. Parece que las “lacras” tenían razón. O en todo caso las “lacras” estaban del otro lado. |