Tuberculosis, literatura, amor y muerte. Quizás sean estos cuatro conceptos los que mejor sirvan para tratar de describir un poco a la familia Brontë, establecida en Inglaterra a comienzos del siglo XIX y cuya descendencia se enamoró de las letras para convertirlas en un lenguaje propio, dando paso a una nueva forma de pensar las relaciones amorosas con anti heroínas que no se preocupaban por la belleza sino por la firmeza de carácter.
Charlotte nació en 1816 y fue una de las menores de una familia compuesta por sus padres y cuatro hermanos más: Emily, Anne, Elizabeth, María y Branwell. Poco tiempo después de su nacimiento, muere su madre y Charlotte es enviada junto con Emily al colegio de Clergy Daughters en donde se encontraban sus hermanas mayores María y Elizabeth. Sin embargo, ellas enfermaron de tuberculosis y al año fallecieron. Las terribles condiciones sanitarias del internado contribuyeron para que de forma inmediata, tanto Charlotte como Emily fueran retiradas y volvieran a vivir con su familia.
Alimentados por una revista que recibía su padre en donde se publicaban, entre otros autores, relatos de Lord Byron, los hermanos Brontë se sumergieron en el mágico mundo imaginario de Glass Town, inventado cuando ella contaba con nueve años y luego en los reinos de Gondal y Angria, del que todavía se conservan algunos cuadernos. Aislados de todo, con una educación casera y más aferrados entre sí tras la pérdida de las hermanas mayores, los juegos entre ellos se convirtieron en una válvula de escape que se tradujo, al comienzo de forma rudimentaria pero con el tiempo en algo cada vez más sólido, en literatura.
Cuando se hicieron más adultas, las hermanas tuvieron distintas experiencias como docentes e institutrices aunque no olvidaron su primer amor: en 1846 decidieron publicar una colección conjunta de poemas bajo seudónimos. Entusiasmadas, empezaron a escribir novelas y la primera en editarse fue la historia de una huérfana que, rechazada por su familia, es enviada a un internado en donde logra tener por primera vez a una amiga pero que termina muriendo de tuberculosis. Luego irá a trabajar como institutriz a la mansión del señor Rochester, un personaje brusco, de mal carácter, que no tardará en ver la agudeza e inteligencia de su empleada y de la que se enamorará perdidamente a pesar de un terrible secreto que involucra incendios, locura y muerte. Por supuesto, estamos hablando del universo gótico de Jane Eyre, la primera novela de Charlotte.
Publicada en 1847 bajo el mismo seudónimo con el que firmó sus Poemas, Brontë permaneció en el anonimato hasta un tiempo después de la edición de la novela que en sus comienzos fue impresa como Jane Eyre: una autobiografía, debido a las múltiples referencias a la propia vida de la autora, como el siniestro orfanato en el que enfermaron sus hermanas y por los rumores de una relación clandestina que vivía con uno de sus profesores.
El éxito fue inmediato, tanto para la crítica como para el público ya que planteaba una manera completamente distinta de pensar a la protagonista de una historia de amor. Jane Eyre no resaltaba por su belleza ni por imaginarse como la princesa de un cuento de hadas sino por su inteligencia, su visión de sí misma como una mujer independiente y por su forma de ver el mundo que la rodeaba. Es por este motivo que la novela fue objeto de polémica y también considerada como una de las primeras novelas feministas.
En el mismo año de 1847 aparecieron las novelas de sus hermanas, Agnes Grey de Anne y Cumbres Borrascosas de Emily, cuya historia merecería un capítulo aparte. Sin embargo, no llegaron a disfrutar plenamente el éxito de sus publicaciones: en el transcurso de los dos años posteriores, ambas hermanas se toparon con la brutal enfermedad que se llevó a Elizabeth y María. Tras rechazar cuatro propuestas matrimoniales, Charlotte decide casarse y queda embarazada, pero rápidamente la tuberculosis, esa eterna enemiga, la consumió hasta su muerte, un día como hoy de 1855 a los 38 años.
Las dos primeras versiones de Jane Eyre fueron parte del clásico Hollywood del cine mudo hasta que en 1934 llegó la primera versión oficial sonora. Luego vendrán otras adaptaciones protagonizadas por Joan Fontaine, Orson Welles, William Hurt, Charlotte Gainsbourg y la última de 2011 con Mia Wasikowska y Michael Fassbender. La propia historia de las hermanas Brontë también fue llevada al cine en 1979, cuyo director fue nominado a la Palma de Oro en el Festival de Cannes ese mismo año. |