Hace casi un semana la Federación de la Carne anunció un acuerdo con la empresa en el que al menos 65 trabajadores quedan afuera amenazados con causas judiciales y que el frigorífico retoma la producción reincorporando trabajadores según sus necesidades productivas. Pero a un día de la reapertura, cientos de trabajadores contratados no han sido llamados aún y no han cobrado la quincena. Codo a codo con los efectivos, los laburantes contratados pelearon en cada momento de la lucha. La reapertura tiene que ser con todos los trabajadores adentro, efectivos y contratados. La unidad entre todos los laburantes es fundamental para impedir los despidos.
Es uno de los frigoríficos mas grandes del país y solo el año pasado exportó por un total de 218 millones de dólares. Como forma de maximizar sus ganancias, los trabajadores permanecen contratados durante años sin pasar “para la casa”. Son los que se llevan la peor parte: hoy, con la promesa de la reapertura que se inicia mañana, la mayoría aún no ha sido llamada y no cobró la quincena adeudada.
Cada vez que produjo menos y pese a las enormes ganancias Borrel dejó a cientos de trabajadores contratados en la calle. Y cuando aumentó la producción, no todos volvieron. Adentro se llevan la peor parte: “parece como si nosotros no fuéramos trabajadores del frigorífico también”, cuenta uno de los laburantes que lleva años contratado; “no podés opinar, tenés que callarte y hacer lo que te dicen”. Las quincenas son las mas chicas siempre. A la jornada laboral normal se vuelve necesario hacer las “changas” –horas extras- en contraturno y salir a las 10, 11 de la noche para tener que arrancar a las 4 de la madrugada del día siguiente; casi no queda tiempo para dormir. Al riesgo de perder el contrato se suma el maltrato por parte de supervisores y el acoso permanente a la mujeres. Durante la cuarentena, fueron cientos los aislados y dos trabajadores perdieron la vida.
Los contratos eternos con los que Borrel usa como mano de obra descartable a los trabajadores, dejándolos en la calle cuando quiere, es un fraude laboral que hay que enfrentar. No pueden existir trabajadores de primera y trabajadores de segunda; el pase a planta permanente de todos los trabajadores -“a la casa” dicen los laburantes- es parte de los reclamos que hay que levantar. Con el acuerdo que propone la patronal y que la Federación acepta, vuelve el látigo de Borrel. Quieren dejar a cientos en la calle, asustando con causas judiciales, y que adentro reine el terror. Los trabajadores levantaron la cabeza hartos de este maltrato y junto a la población solidaria demostraron que existen fuerzas para ganar. Con la unidad de todos los sectores, efectivos y contratados, resolviendo entre todos medidas de lucha se puede ganar. |