El aumento de casos de covid-19 en nuestro país se siente con fuerza en las escuelas. Recientemente lamentamos el fallecimiento de Jorge Langone, docente de Villa Lugano. En todo el país, familias y trabajadores de la educación hacen grandes esfuerzos para mantener una presencialidad que el gobierno obligó a implementar pero que, sin embargo, no garantiza.
En Bariloche, los números son preocupantes: casi 100 casos confirmados de Covid-19 y más de 500 personas aisladas solamente en el mes de marzo entre estudiantes, docentes, porteros. Se suma el impacto que conlleva hacia cada una de esas familias.
Esta ciudad tuvo pico de contagios durante el 2020 y no logró bajar sus índices en un período prolongado de tiempo. Al ser un centro turístico hubo muchísimo tránsito de gente durante la temporada de verano y ahora con los fines de semana largos. Esto llevó al sistema de salud a trabajar bajo límites asfixiantes. La segunda ola encuentra al sistema sanitario con salarios de mísera, falta de recursos y presupuesto. En este contexto, en las escuelas se pusieron en marcha los protocolos establecidos por el gobierno provincial que definen realizar burbujas, entradas a la escuela escalonadas de los estudiantes, uso de barbijo y alcohol.
Sin embargo, el enorme esfuerzo de las familias, auxiliares y docentes no alcanza. Este protocolo no contempla que las escuelas tienen años de desfinanciamiento, la frecuencia del transporte público es escasa, en época de bajas temperaturas será un desafío mantener las ventanas abiertas, por mencionar algunos problemas estructurales. No se tiene en cuenta la falta de vacunas para el personal de educación ni que, en muchos casos, tampoco se otorgan las dispensas a personas de riesgo. Sigue ausente una política que permita garantizar la conectividad a estudiantes y docentes.
Ante el aumento de casos en las escuelas, el gobierno de Carreras plantea que dará prioridad a la continuidad de las actividades económicas sin protocolos que realmente resguarden la salud de les trabajadores. Nada mencionó de este preocupante aumento de contagios. La vida de quienes están en la primera línea, no le importan. El silencio de la ministra de educación Mercedes Tracchia confirma el desinterés por la comunidad educativa. Trotta oculta información de los contagios en las escuelas. Si hablamos de recursos, Nación destinó tan sólo $35.000 para cada uno de los 65 mil establecimientos educativos de nuestro país, mientras se van millones para pagar al FMI.
Los funcionarios se pasean en los medios, categóricos: “que la gente tome más conciencia". Ponen el eje en la responsabilidad individual, para evadir la responsabilidad del Estado. En la misma sintonía, UnTER viene de acordar una paritaria de pobreza, con salarios por debajo de la inflación, y nada dice respecto esta situación de contagios en las escuelas. Docentes y la comunidad educativa en su conjunto pusieron el cuerpo para mantener la continuidad pedagógica. Pero las escuelas se abren con recursos, no con discursos. Si se quiere mantener la presencialidad en las escuelas, es necesario que los gobiernos garanticen las condiciones. |