Gastón Soria, de 21 años, murió tras caer de un montacargas desde un octavo piso. Su hermano acompaña la lucha de la familia Orellana. Esta es su historia.
"Cuando me entere lo que le pasó a Enzo se me vino a la mente todo lo que pasé con mi hermano", nos cuenta Franco Gabriel Soria, hermano de Gastón. Él y su hermano trabajaban en la construcción desde muy jóvenes; estaban realizando labores en Yerba Buena cuando Daniel, su jefe, los llevó a ambos a un edificio en construcción en calle Crisóstomo Álvarez al 1700, en el barrio Ciudadela. Allí debían reparar un montacargas, un ascensor para subir materiales. Primero subió el jefe para ver como estaba y lo mandó a Gastón a soldarlo. Quien operaba el montacargas era otro compañero, albañil, pero el jefe le dio la orden de hacerlo a Gabriel. En ese entonces Gabriel tenía 16 años.
Luego de reparar el montacargas, lo mandaron probarlo con Gastón arriba. Gabriel presionó el botón y siguiendo las órdenes, subió a su hermano hasta el octavo piso. "Subite y que tu hermano lo pruebe". Cuando pidió que lo bajen estalló un reventón y el ascensor cayó. Gastón murió en el acto. No tenía absolutamente ningún elemento de seguridad; "Ni un hilo", nos cuenta su hermano.
La reacción de la patronal fue echarle la responsabilidad a Gabriel. "¿Qué hiciste? Vos tenés la culpa!", le gritaba el encargado a Gabriel, de 16 años, a quién mandó operar un montacargas, sin conocimientos y a su hermano subir 8 pisos sin ningún tipo de seguridad.
"Me dejaron afuera, negandome ver a mi hermano. Pero yo fui igual y lo vi ahí tirado, no paraban de echarme la culpa a mí". Rápidamente la empresa empezó a moverse para que el caso quede en la nada. Al llegar los peritos le pusieron a la par de Gastón un casco y una bandolera refractaria. "Yo estaba ahí, no tenía absolutamente nada, sólo un teléfono chiquito que no apareció más...".
Antes de los peritos llegaron los familiares de la patronal, uno de ellos miembro de la Brigada, quien habló con los otros policías para que "arreglen y todo quede ahí nomás, para que quede en la nada como finalmente pasó. Esto lo sabemos por un familiar policía que estuvo allí y nos contó todo. Se lavaron las manos, nunca aparecieron los contratistas, ni el arquitecto, y constantemente me echaban la culpa a mí".
Gabriel nos cuenta que estaban en negro, cobrando $1200 a la semana, trabajando jornadas extenuantes, sin protección y con un maltrato permanente. "Hace poco lo cruce a Daniel, mi jefe de ese momento, y se me burla. Tenemos hasta que soportar esto porque vive cerca de nuestra casa. Pusieron plata para que quede en la nada. La empresa es de un sobrino o hijo de Alperovich. Es increíble el dolor de mi madre, es algo que aún hoy no puede superar. Mi hermano dejó 4 hijos, los dejaron sin su padre. Queremos que nos apoyen, que nos den una mano a los trabajadores para que esto no pase más; no son sólo dos personas son muchos trabajadores que pasamos por esto, porque nos hacen trabajar en estas condiciones".
En su momento la noticia se publicó como un accidente más, por una falla del montacargas. Hoy la familia Soria se une a la de Enzo Orellana y marcharán mañana para gritar basta de precarización laboral y porque no se pierdan más vidas obreras.