El pasado 21 de junio, los representantes de los jornaleros del valle de San Quintín anunciaron en conferencia de prensa que funcionarios de los gobiernos federal y estatal manipularon la minuta de acuerdos firmada el día 4 de junio.
La firma de los acuerdos del 4 de junio supuestamente daba como resultado incrementos salariales que se habían establecido en tres sueldos base de 150 pesos, 165 y 180 pesos diarios, conforme a la categorización de las agroempresas en grandes, medianas y pequeñas.
Sin embargo Fermín Salazar, vocero de los jornaleros, afirmó que: “antes de redactar el contenido de la minuta nos lo leyeron (los representantes del gobierno estatal y federal) y ahí claramente se dijo ‘salario base’, no integrado como lo cambiaron”.
Y es que un aumento en el salario integrado, no es necesariamente un aumento considerable en el salario base.
¿Cuál es la diferencia entre un salario base y un salario integrado?
El salario base (o salario diario) es el pago que se recibe por cada día de trabajo: lo que se percibe cada mes tiene que ser dividido entre el número de días que se trabajó en ese mes. Los jornaleros de San Quintín han denunciado que su salario base/diario es menor a 130 pesos diarios.
El salario Integrado es la suma del salario base más las prestaciones que establece la ley. En el caso de los jornaleros; la minuta del 4 de junio establecía que se les daría seguridad social y un aguinaldo anual equivalente a 20 días de trabajo.
Para calcular el salario integrado hay que realizar la siguiente operación:
Días del año (365) más, días de prestaciones (aguinaldos, vacaciones, etc.). Este resultado hay que dividirlo entre el número de días del año para poder calcular el factor de integración. A su vez, el factor de integración debe ser multiplicado por el salario base y así obtendremos la cantidad que tenemos como salario integrado.
A los jornaleros de San Quintín les ofrecieron -en la minuta que fue cambiada de manera dolosa- un aumento en el salario integrado a 180 pesos en agroempresas grandes cuando lo que decía la minuta original era que el salario base subiera a 180 pesos.
Si el salario base subiera a 180 pesos, más los 20 días de aguinaldo prometidos en la minuta, el salario integrado quedaría establecido en 190 pesos. En cambio si el salario integrado es de 180 pesos, el salario base quedaría establecido en alrededor de 170 pesos.
Lo que significaría que, en realidad, el supuesto aumento en el salario integrado es sólo una mentira de la patronal para seguir pagando miserables salarios a los jornaleros que trabajan más de 8 horas al día.
Ninguno de los acuerdos ha sido cumplido
Los voceros de la Alianza han denunciado que ninguna institución ni dependencia del gobierno ha trabajado sobre los acuerdos firmados en dicha minuta. Hasta el día de hoy, las vejaciones a los derechos laborales de los jornaleros siguen presentes.
Por ejemplo, no ha iniciado la categorización de las agroempresas; recordemos que la categoría que la agroempresa reciba será la misma que determine la cantidad de salario que se les pagara a los jornaleros que trabajen en ella.
Tampoco se ha formado la comisión que, junto al IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social), se encargaría de proporcionar el derecho a la seguridad social que los jornaleros exigen.
Por su parte también se ha denunciado que debido a los acuerdos de incremento salarial se ha aumentado, en algunas empresas, el número de surcos que cada jornalero tiene que trabajar.
Ante esta situación, de engaño, es necesario mantener la guardia alta y seguir desarrollando la organización y la movilización independiente, exigiendo el cumplimiento de sus reivindicaciones. La alianza hoy más que nunca debe mostrarse sólida, para que la lucha por las demandas establecidas después de las protestas del 17 de marzo no sea canjeada por migajas que los empresarios y las autoridades arrojan para desgastar la lucha.
Este proceso es una bandera más en la lucha contra las reformas estructurales, que vienen a precarizar más las condiciones de miles de trabajadores del campo y la ciudad.
Las condiciones de superexplotación que se viven en San Quintín se reproducen a otra escala en todo el país. Esta lucha, de los trabajadores de San Quintín puede impactar en aquellos sectores que resisten a los embates del gobierno.
Así pues, si las condiciones de explotación son las mismas en cada latitud del país, la lucha por abolir esta explotación laboral debería ser unificada.
Los sindicatos que se reclaman opositores deben ponerse a la cabeza, junto a los distintos sectores en lucha. Tal es el caso del movimiento por la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa y los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que resisten a esa reforma laboral disfrazada de reforma educativa.
Es necesario poner en pie un movimiento amplio, independiente y en las calles para echar atrás los planes anti obreros y privatizadores de esta democracia asesina, establecida por los partidos del Congreso. |