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La Izquierda Diario
1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

ENTREVISTA CONFERENCIA CRT
“Hay condiciones para redoblar la lucha por construir una izquierda revolucionaria en el Estado español”
Redacción Izquierda Diario

Hablamos con Santiago Lupe y Lucía Nistal sobre la última Conferencia Política de la CRT. Repasamos las discusiones sobre la situación internacional y estatal a un año de pandemia y los retos de la izquierda revolucionaria en el actual marco político.

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Recientemente la Corriente Revolucionaria de Trabajadoras y Trabajadores (CRT) celebró una Conferencia Política a un año del inicio de la pandemia ¿Cuál es vuestra lectura del marco internacional? ¿Qué mundo deja el coronavirus?

Santiago Lupe: Así es, la realizamos los pasados 26 y 27 de marzo y en ella participaron, además de la militancia de la CRT, muchos compañeros y compañeras que militan en común con nosotros en el movimiento juvenil, de mujeres o el movimiento obrero, así como delegaciones de los grupos europeos de nuestra corriente, como al CCR del NPA francesa, el grupo RIO de Alemania o la FIR de Italia.

El marco internacional es una catástrofe sanitaria que nace de la propia barbarie capitalista y que ha agravado aún más las consecuencias de la crisis de 2008. El capitalismo vio entonces entrar en barrena el período neoliberal que hemos llamado de la restauración burguesa. De aquella caída no logró recuperarse con otro periodo de crecimiento sostenido. De hecho, antes de la pandemia casi todos los economistas burgueses coincidían en señalar que había un estancamiento sostenido, calificado por algunos como un estancamiento secular y ya se anunciaban aires de desaceleración y una posible nueva recesión. Esa crisis erosionó sustancialmente el multilateralismo y, en el marco de la crisis hegemónica de EEUU ha dejado un mundo que es mucho más convulso, con tendencias a mayores enfrentamientos entre potencias y bloques. Así lo atestiguan las guerras comerciales de EEUU y China, o el Brexit y la recurrente crisis de la UE. También dejó tocadas a las democracias para ricos, abriendo crisis de régimen de distinto calado, crisis del bipartidismo y la emergencia por izquierda de fenómenos que nosotros denominamos neorreformistas, y por derecha otros como el trumpismo. Por último, la primera gran oleada de la lucha de clases, con las primaveras árabes o aquí el movimiento 15M en 2011-2012, fueron derrotadas o desviadas. Pero ya antes de la pandemia se estaba abriendo un nuevo ciclo de la lucha de clases con nuevos episodios como la huelga general del transporte en Francia contra la reforma de las pensiones o el proceso chileno contra el régimen heredero del pinochetismo.

Pues bien, la crisis del coronavirus no hace más que agravar todas estas brechas. La caída de la economía ha sido aún mayor en numerosos países, como el nuestro, y la recuperación es incierta. Los roces interestatales no han desaparecido, y la guerra por las vacunas es un gran ejemplo de ello. Los gobiernos y regímenes sufren el desgaste de estar descargando la crisis sobre los sectores populares nuevamente, aunque se están conteniendo provisoriamente los ataques más duros, con una gran inyección de fondos estatal y un nuevo endeudamiento. El carácter del capitalismo como un sistema que nos condena a la barbarie se desnuda para ojos de millones, cada vez más. Aunque la pandemia haya tenido un efecto retardante en lo inmediato, la lucha de clases ha dado episodios como el Black Lives Mater en EEUU... Todo ello hace que se actualicen aún más las tendencias de nuestra época: el capitalismo nos condene a nuevas crisis, miseria e incluso guerras, y esos padecimientos, como en otros momentos de la historia, volverán a generar procesos agudos de la lucha de clases e incluso revoluciones. Para ese escenario es para el que tenemos que prepararnos desde una izquierda socialista y de la clase trabajadora.

¿Cómo se expresa todo esto en el Estado español, con un gobierno que se dice “el más progresista de la historia”?

Lucía Nistal: El Estado español parece que vuelve a ser uno de los eslabones débiles de Europa en esta crisis, como en 2008. Ha tenido una caída del PIB de casi 12 puntos y el desempleo ha escalado a los 4 millones. La catástrofe social es terrible y todo indica que va a peor. Aún con la supuesta moratoria de desahucios en lo que llevamos de año se han realizado más de quince mil. ¿Qué pasará después del 9 de mayo? ¿y cuando se acaben los ERTE? Los anuncios de miles de despidos en empresas como El Corte Inglés, H&M, Ford... son un aviso de lo que viene, así como la quiebra de miles de empresas de menor tamaño.

El llamado gobierno “progresista” ha respondido a esta crisis de la misma manera que el derechista Macron en Francia o Conte en Italia. Por un lado, se ha negado a tomar ninguna medida contra la pandemia que ponga en cuestión los intereses de los grandes capitalistas. Ni intervención sin indemnización de toda la red de hospitales y clínicas privadas, ni impuestos a las grandes fortunas para reforzar la sanidad... y ahora es parte del bloque de Estados que bloquean la liberación de las patentes de las vacunas, lo cual condena a miles de millones de personas a no poder acceder a ellas en todo el mundo. No han faltado las ayudas a las grandes empresas, directas e indirectas, y ahora los fondos europeos, -un paquetazo de 140 mil millones y la mitad de ellos en deuda pública- directamente depositado en las cuentas del IBEX35. Mientras el llamado “escudo social” no ha pasado de medidas coyunturales -como las moratorias de desahucios o cortes de suministro- y totalmente insuficientes, como el ingreso mínimo vital.

Pero lo peor del ajuste está por delante. En la UE ya se vuelve a discutir cómo apretar las cuentas, lo cual implica nuevos ajustes como los que ya implementó el PSOE de Zapatero en 2010. Y sobre todo se piden más “reformas estructurales”, es decir nuevas contrarreformas laborales y de pensiones. No es que este gobierno no vaya a desmantelar la herencia de una década de ajustes del PP y el PSOE, es que viene a profundizar en ella.

Captura de pantallas de algunas de las y los participantes de la Conferencia conectados via Zoom.

La Conferencia la realizasteis en medio de la campaña madrileña. En este escenario, el relato “malmenorista” de frenar a la derecha de la mano del PSOE esté desplegándose con fuerza ¿Qué lectura hacéis de este mapa político?

Lucía Nistal: Si algo ha quedado claro a más de un año de gobierno “progresista” es que esta izquierda socialdemócrata de gestión del capitalismo, esta izquierda del régimen que pone alfombra roja a la monarquía para que retire al abuelo en Emiratos, que sigue reprimiendo las protestas de la juventud, del movimiento feminista o al independentismo catalán... es una izquierda que aplica gran parte de la agenda de la derecha y hasta la “extrema derecha”. Vox y el PP son abiertamente racistas, pero quien está abriendo nuevos CIEs o convirtiendo Canarias en una nueva Lesbos es el gobierno del PSOE, Podemos e IU.

Nosotros planteamos ante las elecciones del 4M impulsar un frente anticapitalista y de clase que pelease por un programa anticapitalista y con total independencia de los partidos reformistas y del régimen. Esto se lo plantemos a grupos como Anticapitalistas, que rompieron con Podemos hace un año, y a todos aquellos sectores del movimiento juvenil, de mujeres, del sindicalismo combativo... Empezar a construir una izquierda anticapitalista y de clase es fundamental. Sin embargo, gran parte de la izquierda organizada, como Anticapitalistas y otros grupos menores, siguen reproduciendo la lógica del “malmenorismo” que nos lleva de mal en peor, y este 4M llaman de nuevo a votar a Más Madrid y Unidas Podemos, quienes a su vez buscan gobernar con Gabilondo del PSOE (¡e incluso hasta con Ciudadanos!) ¿No es hora de terminar con este ciclo en el que “el mal menor” cada vez se encuentra más a la derecha?

Además, cuando la izquierda del régimen defrauda las expectativas muchas veces quien lo capitaliza es la derecha, y en tiempos de crisis aguda como la que vivimos, también la extrema derecha. Ha pasado en otros momentos de la historia. Querer ser el socio menor de esta izquierda, aliada del social-liberalismo, solo contribuye a que esto siga pasando. Por eso Unidas Podemos y Más Madrid, que aspiran a hacer presidente de la Comunidad de Madrid a Gabilondo –el padrino del Plan Bolonia en la Complutense y del PSM, el partido que empezó la privatización de la sanidad madrileña–, no son ninguna alternativa para frenar a la derecha ni para avanzar en la resolución de los grandes problemas sociales y democráticos.

Por otro lado, las principales brechas del Régimen del 78 siguen abiertas, como la cuestión catalana o la crisis de la Monarquía. Cuando estamos a punto de conmemorar una década del 15M ¿Cuáles son las vías para retomar aquellas demandas aún pendientes que emergieron a partir del movimiento de los indignados?

Santiago Lupe: En estos diez años el régimen heredero de la Dictadura ha pasado por momentos de impugnación muy importantes. El primero fue el 15M. Y Podemos emerge con la firme voluntad de canalizar aquel malestar e indignación hacia un proyecto electoral que fuera restaurador del régimen en clave “progresista”. Se hizo eco parcial de algunas de sus demandas, como la idea de un proceso constituyente, para rápidamente transformarlas en una suerte de cambios cosméticos de la mano de la pata izquierda del régimen del 78, el PSOE. E incluso estos han quedado en nada.

El caso de la Corona es una buena muestra de ello. Cuando Juan Carlos I abdica, ese mismo día Pablo Iglesias anuncia en los medios que Podemos no iba a meter en agenda la cuestión de cambiar la forma de Estado. Un gran servicio a Su Majestad que se ha ido repitiendo hasta la actualidad, más allá de algún tuit o declaración republicana de cara a la galería. Nosotros ya hace casi 3 años impulsamos los referéndums sobre la monarquía en las universidades, en los que participaron 100 mil estudiantes. Porque creemos que la lucha contra la monarquía debe ser una demanda democrática básica para retomar por parte de toda la izquierda.

En el caso de la cuestión catalana, ese mismo papel lo jugaron las direcciones procesistas. ERC y JxCat, y sus siglas precedentes, se pusieron a la cabeza de un enorme movimiento democrático que en 2017 por momentos parecía que podía desbordarles. El referéndum y la huelga del 3 de octubre pusieron al régimen contra las cuerdas y a la misma dirección del procés, que maniobró durante todo el mes hasta la proclamación simbólica de la república del 27O y la posterior claudicación. Desde entonces, por distintas vías, hay un intento de retornar a una cierta normalidad autonómica, mientras la represión estatal no cesa.

En este caso merece una mención aparte el papel jugado por la CUP en todo este tiempo. Su política de “mano extendida” la convirtió en el ala izquierda del propio procesismo, avalando y fomentando todas las ilusiones en la hoja de ruta de Puigdemont y Junqueras. Aquello de movilizaciones que acompañasen al Govern, “desobediencia institucional” y “esperar a la comunidad internacional”. Hoy la CUP defiende abiertamente esta misma hoja de ruta, pero para 2025, y ha llevado su colaboración con los partidos de la burguesía independentista al extremo de firmar un acuerdo de legislatura con la ERC de la mesa de diálogo del 155 y la Ley Aragonés.

En Catalunya, desde la CRT siempre hemos peleado por construir un polo en el movimiento democrático catalán en clave anticapitalista y de independencia de clase. Pelear por el derecho de autodeterminación no puede hacerse de la mano de aquellos partidos que, por su propio interés de clase, ni van a desarrollar las fuerzas sociales necesarias para lograrlo, que están en la clase trabajadora y los sectores populares, ni mucho menos defender un programa ligado a esta lucha democrática que resuelva los grandes problemas sociales.

Tras las elecciones del 14F la Operación Illa fracasó y el independentismo revalidó su mayoría. Eso deja el escenario abierto. Las aspiraciones democráticas del pueblo catalán siguen vivas y volverán a expresarse en los siguientes capítulos y oleadas de luchas. Pero para que no vuelvan a ser defraudadas por las mismas recetas de siempre, desde la CRT estamos llamando a todos los sectores de la izquierda catalana que no comparten el rumbo de la CUP como muleta del próximo Govern y comparten una perspectiva como la que planteamos, a empezar a discutir que tipo de agrupamiento podemos poner en pie.

Justamente la lucha contra la monarquía, y en especial en Catalunya, ha vivido importantes jornadas de movilizaciones juveniles a raíz del encarcelamiento de Hasél ¿Qué expresan estas protestas y cuales son para la CRT las vías para que termine de romperse la relativa paz social existente a pesar de la enorme crisis social y política?

Lucía Nistal: Lo que vimos en febrero y primeros de marzo, sobre todo en Catalunya, creemos que responde al papel que muchas veces juega la juventud como caja de resonancia de un malestar social mucho más profundo y extendido. El motor o la chispa fue el encarcelamiento de Hasél, reivindicar algo tan elemental como la libertad de expresión, el rechazo a la reaccionaria Corona... pero esto rápidamente empalmó con otros malestares como la precariedad, la represión y criminalización de la juventud, la crisis universitaria... y demandas más políticas como la derogación de las reformas laborales, la ley mordaza o la prohibición de los desahucios.

Muchos se hacen la pregunta de por qué no hay más respuesta en las calles, más lucha de clases. En la Conferencia debatimos que hay varios elementos en juego. En primer lugar, algunos más objetivos, como el efecto parálisis que tiene la propia pandemia y el llamado “consenso pandémico”, o el efecto atenuante que han tenido algunas de las medidas de contención ante la crisis, como los ERTES o ayudas, aunque ya se están agotando.

Pero el elemento más significativo es el rol que juega el propio reformismo en el poder y las direcciones afines a éste en el movimiento obrero y los movimientos sociales. Esa idea del “mal menor” tiene este efecto perverso. Mientras la derecha está a la ofensiva, sembrar ilusiones en el gobierno “progresista” con el PSOE tiene un efecto desmovilizador muy importante, que debilita la capacidad de la clase trabajadora y los sectores populares para hacerle frente.

En primer lugar, en el movimiento obrero este papel lo viene jugando desde hace años la burocracia sindical de CCOO y UGT en particular. Igual que dejó pasar los principales ajustes y los millones de despidos en la crisis anterior, ahora está dejando pasar los retrasos en cobro de los ERTEs, los EREs y despidos que empiezan a sucederse, los rescates milmillonarios a las grandes empresas... Mientras condena al aislamiento a las luchas obreras que empiezan a producirse, o sigue sin mover un dedo por los millones de trabajadores precarios, se reúnen día por medio con el gobierno y las patronales para negociar, en un gran pacto social.

Pero este efecto del “mal menor” también lo vimos el 8M, cuando las prohibiciones del gobierno fueron acatadas por gran parte del movimiento feminista. Aun así, hubo sectores del movimiento feminista que nos plantamos y nos movilizamos a pesar del hostigamiento de la policía, como lo hicimos con las demás compañeras de Pan y Rosas en varias ciudades.

Sin embargo, que la juventud esté entrando en escena puede estar preanunciando un cambio. Es una generación muy joven, que tiene menos confianza e ilusiones en estas direcciones reformistas. Como decían muchos compañeros nuestros que participaron en la conferencia, y que son parte de esta Generación Z, ellos conocieron a Podemos ya integrado al régimen o rogándole al PSOE que le dejara integrarse.

Creemos que es importante empezar a organizar esta rabia juvenil. Por eso entre las principales resoluciones que discutimos, fue la de darle mucha importancia al encuentro por una juventud anticapitalista y revolucionaria que convocamos desde Contracorriente y Pan y Rosas para el próximo 9 de mayo. Frente al doble discurso del progresismo y la bancarrota del neorreformismo llamamos a los estudiantes y jóvenes trabajadores a organizarse con nosotros para construir una gran juventud anticapitalista, feminista, antirracista, ecologista, junto a la clase trabajadora, antimonárquica y contra la represión, en oposición al “malmenorismo” y de denuncia al gobierno “progresista” PSOE-UP en el Estado español, o a los gobiernos locales en diversos puntos del Estado, como el de la Generalitat con el apoyo de la CUP en Catalunya.

Paralelamente, es fundamental que la izquierda revolucionaria sea parte activa de los procesos de organización, lucha y coordinación que empiezan a darse en sectores de la clase trabajadora más precaria, y desde ahí pelear por recuperar los sindicatos para el combate y acabar con el corsé de la burocracia sindical. En la CRT venimos dando pasos en este sentido en distintos sectores de la hostelería, educación o el telemarketing, y es un reto para lo inmediato poder seguir avanzando.

Por eso, otra resolución importante de la conferencia ha sido seguir impulsando la Red de trabajadorxs precarios y seguir abriendo las páginas de Izquierda Diario a todos los procesos de lucha y organización que se vienen dando en el Estado español contra las patronales. En el último año, hemos acompañado la lucha de las Kellys, de las cuidadoras del SAD, los nuevos sindicatos de trabajadoras del hogar que surgieron en la pandemia, la lucha de las jornaleras de Huelva o de los trabajadores del sector aeronáutico en Sevilla, las diferentes huelgas importantes en el País Vasco, la lucha de Alcoa en Galicia, la de los riders en todo el Estado, de los trabajadores y trabajadoras de Telepizza y la hostelería, de las limpiadoras del Hospital Marañon en Madrid, de trabajadores de Amazon o del personal sanitario en diferentes regiones. Queremos que Izquierda Diario siga siendo un espacio de referencia para dar voz a estas luchas, así como promover su coordinación.

La presencia del neorreformismo en el Gobierno central y, en otro nivel, el apoyo de la CUP al siguiente Govern de ERC están reavivando el debate sobre qué izquierda se necesita ¿Cuál es la propuesta de la CRT al respecto?

Santiago Lupe: Con la crisis de la pandemia, la experiencia con el gobierno “progresista” se hace más rápida o intensa. PSOE y Unidas Podemos esperaban a inicios de 2020 poder desarrollar una legislatura más tranquila, en la que poder mantener lo esencial de las reformas estructurales de la década pasada sin tener que avanzar en nuevas. Este plan sin embargo hace aguas por todos lados. La gestión de la pandemia y de la crisis, con episodios como la subida del precio de la luz en plena ola de frío, dejan muy en evidencia que es el enésimo gobierno de “izquierda” que aplica las mismas políticas que los de “derecha”. Gobiernan para las grandes empresas y fortunas.

En el caso catalán el proceso tiene otros ritmos. La CUP, a pesar de su política de subordinación a la dirección independentista, ha querido mantener un discurso formalmente más de izquierda, e incluso no se sumó a la coalición de investidura de Sánchez. Sin embargo, si sigue avanzando en su actual curso y acaba siendo la conseller sin cartera, o con ella, del Govern Aragonés, va camino de un proceso de integración muy similar.

Todo este corrimiento hacia la derecha se da precisamente en el momento en el que, como decíamos antes, las tendencias a más crisis avanzan, y por lo tanto vuelve a estar inscripto en la situación que se puedan desarrollar procesos de movilización social. Si esto se da ¿cómo llega esa izquierda reformista integrada al régimen que había sido hegemónica en el ciclo anterior? Desde luego no con el prestigio y las ilusiones que despertaban en 2014 Podemos o en 2012 la CUP.

¿Quiere decir esto que automáticamente puede emerger una izquierda revolucionaria? No, en política nada es automático. De hecho, una parte de la izquierda que se muestra crítica con Podemos o la CUP sigue planteando que lo que hay que construir es un nuevo Podemos de los orígenes, como plantea Anticapitalistas, o mantenerse en la CUP, como hace toda la izquierda independentista hasta el momento. Es repetir la misma política que en el ciclo anterior, y que ha demostrado que no servía para fortalecer una izquierda revolucionaria, sino más bien para debilitarla a costa de la emergencia de estas otras corrientes.

Desde la CRT creemos que comienzan a surgir las condiciones para la emergencia de otra izquierda. Por ahora lo vemos sobre todo en la juventud, por eso que decía Lucía de que es una generación que no compró las ilusiones del ciclo anterior, y sobre todo porque son una generación que no conoce otra cosa que crisis. Pero también hay sectores de trabajadoras y trabajadores que cuestionan al progresismo, como muchos de los que luchan contra las externalizaciones y otras formas de precariedad. O en los movimientos sociales, como el de la vivienda o por los derechos de los inmigrantes, que ven que los desahucios y el racismo institucional son también patrimonio de la izquierda del régimen.

A todos estos sectores, y también a las organizaciones de la izquierda anticapitalistas, desde la CRT estamos proponiendo abrir el debate sobre qué izquierda tenemos que poner en pie para superar la bancarrota del neorreformismo o las políticas de unidad nacional en Catalunya. Para nosotros es una izquierda que no venga a “mover ficha”, sino que se proponga “romper el tablero”. Que haga eje en el desarrollo de la movilización y la autoorganización, que pelee contra la burocracia sindical y otras burocracias de los movimientos sociales que actúan de correa de transmisión del reformismo en el poder. Que defienda un programa para que esta crisis la paguen los capitalistas, con medidas como el reparto de horas de trabajo sin reducción salarial, la nacionalización de la banca y las empresas estratégicas o la expropiación de las viviendas de los grandes tenedores, y en la perspectiva de acabar con el régimen, conquistar el derecho de autodeterminación, mandar la Corona al museo de historia, imponer procesos constituyentes y sentar las bases para conquistar verdaderas repúblicas de trabajadores.

Desde la CRT venimos teniendo diferentes iniciativas en este sentido, tanto como las que hicimos para las elecciones catalanas o ahora las madrileñas, como otras ligadas a promover agrupamientos progresivos sobre determinadas reivindicaciones o para la intervención en procesos de lucha. Este seguirá siendo un eje clave en el próximo periodo, porque es fundamental que en el siguiente ascenso la izquierda que luchamos por una perspectiva socialista y revolucionaria lleguemos con mucha más fuerza de la que teníamos en el 15M, hace ahora 10 años.

Por último ¿Cómo se prepara la CRT para afrontar estos retos?

Lucía Nistal: Este fue el eje de la Conferencia. La situación que definíamos al principio a nivel internacional y su traslación al Estado español, nos hace ser optimistas respecto a que volverán abrirse situaciones revolucionarias. Como nos enseña la historia del siglo XX y como decía Trotsky, la victoria es una tarea estratégica, se tiene que preparar, y como parte de esta preparación la cuestión más importante es que podamos construir partidos revolucionarios que puedan ofrecer una alternativa de dirección a los engaños y bancarrotas de los reformistas, que han conducido a decenas de procesos a derrotas o desvíos.

Nuestra política de poner en pie una izquierda que “patee el tablero” va en esta dirección, en el de abrir la discusión sobre cómo podemos dar pasos hacia ahí. Un objetivo que es parte de las tareas fundamentales que se proponen todos los grupos que componen nuestra corriente internacional, la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI), en distintos países del mundo y con quienes impulsamos en común la red internacional de diario La Izquierda Diario. Como nuestros compañeros y compañeras de Francia, de la CCR en el NPA, que están proponiendo sentar las bases para un partido revolucionario apoyándose en toda una nueva generación de luchadoras y luchadores obreros. O nuestros compañeros y compañeras del PTS de Argentina que pronto tendrán un nuevo Congreso en el que, entre otras cuestiones, debatirán sobre las vías para la emergencia de la clase trabajadora como sujeto hegemónico y las tareas para la construcción de un fuerte partido revolucionario nacional e internacional.

A la vez, en la Conferencia votamos una serie de tareas inmediatas que son clave para que la CRT se fortalezca. Algunas ya las hemos mencionado, como impulsar el encuentro juvenil del 9 de mayo, pero también reforzar nuestro trabajo en la juventud precaria, impulsando la red de precarios que lanzamos el pasado mes de julio a la vez que seguimos siendo parte de procesos de organización en los centros de trabajo. Además de seguir creciendo con nuestros dos diarios: Izquierda Diario.es y EsquerraDiari en catalán, y profundizar la lucha en el terreno de las ideas, con nuestra revista teórico-política Contrapunto, nuestro Campus Virtual y las charlas que hacemos sobre diferentes temas.

En resumen, la Conferencia de la CRT resolvió diferentes tareas que están todas ellas puestas a disposición de poner en pie una izquierda revolucionaria y dar pasos en construir un partido revolucionario. Una tarea estratégica y entusiasmante para los que no nos conformamos con un presente terrible y un futuro aún más. Por eso llamamos a sumarse a estos retos a todas aquellas compañeras y compañeros que compartan esta perspectiva.

 
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