Los enojos entre el gobierno de Alberto Fernández y los gobernadores que no siguen al pie de la letra sus recetas, siguen siendo parte de la escenificación de las grietas. Esta semana, ante un Alberto impotente que anunció nuevas y limitadas medidas de restricción ante el avance de los contagios , Schiaretti dio nuevas muestras de “autonomía” cordobesista.
Esta es la pantomima que montan ambos gobernantes con vistas a la próxima contienda electoral. Mientras tanto, los representantes del kirchnerismo cordobés, ruegan que el PJ provincial no los deje tan solos. Fotos de una película que se revela crítica hacia el futuro para ambos bandos.
Vamos por partes.
Contornos de la autonomía "cordobesista”
Las poses de Schiaretti en el escenario nacional, como el más codiciado de los “gobernas” dadores de “gobernabilidad”, valga la redundancia, se explican porque el jefe del PJ local logró acomodar las cuentas provinciales. El año pasado, acordó el diferimiento del pago (para 2025) de la deuda en dólares que acosaba poner los números en rojo. Además, las lluvias del verano y la abundancia de las cosechas estabilizan los ingresos locales y vierten sus bondades sobre la industria metalmecánica vinculada con el agro.
Según el Monitor de Actividades Productivas impulsado por el Ministerio de Industria provincial, la industria metalmecánica gozó de la brecha en los tipos de cambio de dólar y los buenos precios de las commodities agrícolas, que incentivaron a los productores a invertir en maquinaria. Esto le permitió elevar la cantidad de trabajadores 17,1 por ciento respecto a mayo del año pasado.
Pareciera que la economía cordobesa se estabiliza, lo que no es más que un juego de espejos de un aparato productivo con dos marchas: la reactivación de la industria automotriz/metalmecánica no derrama sobre el conjunto.
La tasa de desempleo sigue siendo alta y si los índices mejoran es en base al subempleo y el trabajo precario. Hace unos días, un grupo económico contratista de personal tercerizado festejaba un incremento anual de trabajadores eventuales del 23 por ciento: el sector autopartista, automotriz, metalmecánico, call center, de fabricación de implementos agrícolas, producción de alimentos, servicios de salud, seguridad y limpieza son beneficiarios. Los trabajadores (todos precarios) aceptan estas condiciones, porque “la necesidad tiene cara de hereje”.
Schiaretti, ni lerdo ni perezoso, ya tiene entrenamiento en inventar planes como los de difunto De la Sota para darle una manito a las empresas. El programa PIL para “centros de contacto” prometió crear 500 empleos precarios más. Las privadas hacen también lo suyo: Mercado libre quiere sumar 270 empleados a los 650 que ya explota en Córdoba.
Pero no todos se recuperaron del golpe que les azotó la cuarentena y la baja tasa de consumo así lo expresa. El aumento de casos de contagio por covid en los últimos días, y la necesidad bajar la circulación excediendo el cierre en horarios nocturnos, puede agravar la situación, como ya vimos en 2020, el horno de los sectores gastronómicos y del comercio no está para bollos. Los cierres de Falabella y el hotel Sheraton recuerdan el futuro posible.
Allí están, estas son las frágiles bases materiales para la “autonomía” del gobierno provincial respecto al resistido kirchnerismo. La dinámica contraria pudo verse durante la primera etapa del 2020, donde los márgenes de autonomía estaban limitados por las necesidades de renegociación de la deuda con los acreedores internacionales. Superado este escollo y ante la caída de imagen de un Alberto que hace cada vez más agua con la “gestión de la pandemia” y de la economía, el “Gringo”, juega – por ahora- otra vez, su juego cordobesista.
Mientras tanto, el kirchnerismo vernáculo, maldice su fortuna ante el espectáculo de este “Larreta moment” y mantiene la línea de seguir buscando la unidad del pejotismo. Escena de una película o déjà vu: la última toma puede ser que bajen las listas o se integren al peronismo provincial en las próximas elecciones.
La foto es de una Córdoba estable, sobre todo si tenemos en cuenta un convulsivo 2020 y el escenario agitado que atraviesan otras provincias argentinas como Mendoza, con la rebelión vitivinícola o Neuquén con la pueblada en curso que encabezan los trabajadores y las trabajadoras de la salud.
Pero no todo es lo que parece y el descontento que se incuba entre la clase trabajadora esencial puede estar anticipando algo más profundo. Hay eslabones débiles, y como decía un famoso nigromante mediático, “puede fallar”.
La clase trabajadora y el partido sindical
El gobierno se anotó un punto con el cierre temprano de las paritarias entre los trabajadores estatales, sobre todo en el ámbito educativo con cifras que apenas superan el 29% proyectado en el presupuesto por el gobierno (UEPC cerró un aumento en cinco cuotas que en noviembre recién llega al 35%), mientras la inflación en Córdoba, como en todo el país, vuelve a escalar en marzo y se acerca el 40,20 % interanual.
Sin embargo, la gestión de la pandemia y el aumento de contagios por COVID en las escuelas que no cuentan con todas las condiciones de higiene y salubridad, como fue evidente en el inicio de clases, deja al descubierto una de las contradicciones por las que se puede colar el descontento. La docencia percibe que la “virtualidad” de todo el 2020 significó un salto en la flexibilización laboral de miles de docentes que estuvieron en la primera línea poniendo el cuerpo.
Las acciones de paro y movilizaciones, aún incipientes que vemos entre los trabajadores de salud, como la llevada a cabo el pasado jueves, son otra muestra de as brechas que se abren entre los representados y sus representantes, ya sean políticos o sindicales.
El partido sindical en Córdoba, aquel actor que históricamente salía a hacer movilizaciones y acciones testimoniales para canalizar el descontento de la clase obrera y a la par garantizar que estructuralmente nada cambie para la base trabajadora, brilló por su ausencia en todo 2020, y 2021 no parece ser la excepción. El tímido amague del SEP, dirigido por el traidorazo de Pihen, ante la bronca de los trabajadores sanitarios demuestra que si los ataques pasaron, fue por obra y gracia del gobierno, las patronales y la odiada CGT.
En esta nota de Javier Musso, dábamos cuenta de cómo ese inmovilismo habilitó el surgimiento de sectores autoconvocados que tomaron por cuenta propia la defensa de sus condiciones laborales y salariales.
Aquel “partido sindical” que aún mantiene el control burocrático de las bases de los grandes gremios, expresa tanto la fortaleza del régimen político en tiempos de paz como sus potenciales crisis en tiempos convulsivos en tanto fue el garante del mar de precarizados que crecieron a su alrededor. Esos sectores que no tienen nada que perder más que la miseria a la que se ven sometidos cotidianamente en sus puestos de trabajo, en la vida, son quienes protagonizaron en 2020 los procesos de autoconvocatoria para reclamar por sus derechos, frente a la inacción de las cúpulas traidoras que vienen dejando pasar el ajuste en todos los niveles y planos de la vida obrera.
La experiencia de las trabajadoras y trabajadores de limpieza que vienen de organizar un encuentro de coordinación de toda la provincia; la asamblea de trabajadores de las aplicaciones que le arrancó una audiencia al Ministerio de Trabajo provincial; los dos paros de la salud contra las condiciones precarias en las que están para enfrentar esta segunda ola; los choferes de UTA que reclaman salario y denuncian los subsidios millonarios a las empresas; así como la presión que empieza a emerger desde abajo en el sindicato de la alimentación como se expresó en los corte de calle de los trabajadores de Lía, muestran que la base obrera en Córdoba, tampoco estará dispuesta a aceptar que les impongan peores condiciones de existencia.
La pelea de las mujeres contra todas las formas de la violencia machista que emergió en este masivo 8 de marzo acicateada por los brutales femicidios; el repudio permanente a los asesinatos de los pibes en las barriadas, que tuvo en los crímenes policiales de Blas Correas y Joaquín Paredes son también brechas por las que emergen la bronca de una juventud que no se resigna.
La perspectiva que se abre, es la de poner en pie espacios de organización de los sectores que quieren luchar, para fortalecer cada una de las peleas en curso y las que vendrán.
El régimen provincial se prepara. Nosotros también
Las instituciones provinciales se preparan para momentos de mayor convulsividad social. La dinámica que se observa a es la de las rebeliones entre los trabajadores de las provincias del sur, norte y oeste del país. Tucumán, Mendoza y Neuquénhacen punta. Córdoba, con los ataques del PJ y los procesos de autoconvocados adelantaban, en 2020, algo de este clima. Los ataques gubernamentales y la resistencia son la marca de una etapa que se abre con esta segunda oleada de lucha de clases en el país.
El régimen político provincial, consciente del rol histórico que han cumplido los trabajadores en la provincia cuya tradición heroica es el Cordobazo pareciera preparase. Fortalece así a uno de los personeros más amarillista de los vistos en el último tiempo. De la mano de las 62 organizaciones peronistas, con Guillermo Moreno a la cabeza, el dirigente del SOELSAC , Fitipaldi, avanza en ocupar el proscenio.
La muerte del propatronal Omar Dragún hace unos años, dejó ese lugar vacante entre los gremios de la industria y los servicios. Los trabajadores de la logística, como se demostró en todo el mundo bajo la pandemia del COVID19, se volvieron esenciales para la producción y reproducción del capital. La burguesía cordobesa lo sabe y sus dirigentes también. En esos gremios, como el de limpieza, así como en docentes y salud, la mayoría de las trabajadoras son mujeres, de esas que, al calor de una nueva ola feminista, entienden que ya no les queda nada más por perder.
Tradición obrero-estudiantil
Pero la tradición cordobesa no sólo cuenta en su haber el Mayo del 69. También es hija de la Reforma del 18 y en ambas gestas, fueron los y las estudiantes quienes pusieron patas para arriba lo estatuido. Esto es también algo que el régimen provincial con sus partidos políticos, sus universidades, sus justicias provincial y federal, sabe.
Por eso, como si estuviéramos viendo la versión vernácula del filme “Los 7 de Chicago”, la casta judicial quiere llevar a juicio a 27 estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba que lucharon 2018 en defensa de la educación pública, laica, gratuita y contra una universidad de las empresas que deja fuera cada vez más a los hijos e hijas de la clase obrera.
Es la misma juventud a la que vimos y vemos en cada lucha obrera, acompañando los reclamos de las mujeres desocupadas de las ferias populares, las que marchan con cada conflicto de los trabajadores municipales, las que conquistaron el aborto con la marea verde y rodean de solidaridad a las familias y víctimas de la violencia machista o del gatillo fácil. Es esa juventud a la que buscan amedrentar llevándola a juicio por luchar.
Por esa razón , la enorme campaña que llevan adelante “los 27” para evitarlo ha sumado el apoyo y simpatía de centenares de docentes universitarios, decanatos y concejos directivos de varias facultades, organismos de derechos humanos y organizaciones de mujeres.
Ahí, en estas postales, hay escenas que rememoran la potencialidad del Cordobazo y la Reforma mientras la clase obrera procesa una nueva experiencia histórica con el peronismo en el poder. A ello le temen los empresarios y sus gobiernos.
La respuesta, con la autoorganización desde abajo y la coordinación de todas las luchas en curso, es la que tenemos que preparar desde ahora. El encuentro de coordinación de las luchas que se desarrolló este fin de semana en Buenos Aires despunta tal perspectiva.
Ellos se preparan, es nuestra tarea hacer lo propio. |